– Pues a mi no me hace ninguna gracia encontrarme en medio de un huracan -manifesto Giordino, que ya se ocupaba de observar el grosor del alambre.

– Los ventiladores estan disenados para producir un volumen de aire calculado por ordenador a una presion adecuada.

– Ya te ha salido de nuevo el maestrillo. No me digas que has hecho un curso basico de construccion de tuneles de viento.

– ?Te has olvidado de que en una de las vacaciones de verano en la academia de la Fuerza Aerea trabaje en una mina de plata en Leadville, Colorado? -replico Pitt.

– Lo recuerdo. -Giordino sonrio-. Yo pase aquel verano como salvavidas en Malibu.

Miro entre los huecos de la tela metalica. Habia un resplandor que llegaba desde abajo. Camino alrededor de la jaula hasta que encontro el cerrojo.

– Esta asegurado por dentro -comento-. Tendremos que cortar los alambres.

Pitt saco un cortaalambres pequeno de la mochila.

– Me parecio oportuno traerlo por si teniamos que cortar el alambre de espino.

Giordino cogio la herramienta y le echo una ojeada a la luz del resplandor.

– Tiene buen apecto. Servira. Ahora apartate un poco mientras el maestro crea una entrada.

Parecia sencillo, pero no lo fue. Giordino sudaba a mares cuando al cabo de veinticinco minutos consiguio practicar un agujero lo bastante grande para abrirse paso. Le devolvio el cortaalambres a Pitt, retiro el trozo cortado y espio al interior del pozo de seccion cuadrada, de unos cinco metros de lado, que servia como paso para el aire extraido de un tunel que estaba mucho mas abajo. Un tubo circular de metal ocupaba una de las esquinas. Se trataba del tunel de acceso, con una escalerilla que parecia desaparecer en un pozo sin fondo.

– Es para las tareas de mantenimiento, por si hay que hacer alguna reparacion en los extractores -grito Pitt, para hacerse escuchar por encima del estruendo-. Tambien sirve como salida de emergencia para los trabajadores si se produce algun incendio o derrumbe en el tunel principal.

Giordino entro en el tubo con los pies por delante para apoyarse en los escalones. Hizo una pausa para mirar a Pitt con una expresion agria.

– ?Espero no tener que lamentarlo! -grito por encima del ruido de los extractores, y comenzo a descender.

Pitt agradecio que el tubo estuviese iluminado. Despues de bajar unos quince metros, se detuvo y miro hacia abajo. Todo lo que vio fueron los peldanos que se perdian en el infinito, como las vias de un ferrocarril. No se veia el fondo.

Saco un panuelo de papel del bolsillo, corto dos trozos pequenos, los hizo una bolita y se los metio en los oidos a modo de tapones, para protegerse del ruido. Ademas de los extractores principales, habian instalado otros secundarios cada treinta metros a fin de mantener la presion necesaria para sacar el aire viciado a la superficie.

Despues de lo que parecio una eternidad, y que Giordino calculo habia sido un descenso de ciento cincuenta metros, se detuvo y agito una mano. Se veia el final de la escalerilla. Lenta, cuidadosamente, invirtio su posicion hasta quedar cabeza abajo. Luego continuo bajando hasta ver lo que parecia ser el techo de un pequeno centro de control que dirigia los gases, la temperatura y el funcionamiento de los extractores.

Pitt y Giordino estaban mucho mas abajo de los extractores principales y ahora podian conversar en voz baja. Giordino habia vuelto a la posicion normal y se dirigio a Pitt, que habia bajado hasta situarse a su lado.

– ?Cual es la situacion? -pregunto Pitt.

– La escalera pasa a traves de un centro de control de los sistemas de ventilacion, que esta a unos cinco metros por encima del suelo del tunel. Hay un hombre y una mujer sentados delante de las consolas. Afortunadamente, estan de espaldas a la escalera. Creo que podremos dejarlos fuera de combate antes de que se den cuenta de nuestra presencia.

Pitt miro los oscuros ojos de Giordino, que estaban a solo un palmo de los suyos.

– ?Como quieres hacerlo?

En el rostro de Giordino aparecio una sonrisa burlona.

– Yo me encargare del hombre. Tu eres mucho mejor que yo cuando se trata de dejar incapacitada a una mujer.

– Menudo gallina -replico Pitt.

No perdieron mas tiempo y continuaron bajando hasta la sala de control, en el mas absoluto silencio. Los encargados del sistema -el hombre vestido con un mono negro y la mujer con otro blanco- vigilaban atentamente los aparatos y no vieron el reflejo de sus asaltantes en las pantallas hasta que fue demasiado tarde.

Giordino ataco por un costado y descargo un tremendo gancho de derecha contra la mandibula del hombre. Pitt opto por golpear a la mujer en la nuca. Ambos se desplomaron con un leve gemido.

Agachado para que no lo vieran a traves de la ventana, Pitt saco un rollo de cinta adhesiva de la mochila y se lo arrojo a Giordino.

– Atalos mientras yo les quito los monos.

Tardaron menos de tres minutos en desnudar, atar y amordazar a los dos encargados inconscientes, tras lo cual los empujaron debajo de las mesas para que no los vieran desde el exterior. Pitt se vistio con el mono negro, que le iba holgado, mientras que Giordino revento las costuras del mono blanco de la mujer. Encontraron dos cascos a juego en un estante y se los pusieron. Pitt se echo la mochila al hombro, y Giordino se hizo con una tablilla y un lapiz para completar el disfraz. Luego, bajaron la escalera hasta el tunel.

En cuanto se orientaron y miraron en derredor, Pitt y Giordino se quedaron boquiabiertos ante el increible espectaculo, con los ojos entrecerrados para protegerlos del brillo de las luces.

Aquel no era un tunel ferroviario cualquiera. No era un tunel ferroviario en absoluto.

29

El tunel con forma de herradura era mucho mas inmenso de lo que el o Giordino podian haberse imaginado. Pitt tuvo la sensacion de encontrarse en una fantasia de Julio Verne. Calculo que el diametro del tunel seria de unos quince metros, mucho mas ancho que cualquier otro tunel existente. El diametro del tunel del canal de la Mancha, que une Inglaterra y Francia, es de poco mas de siete metros y el de Seikan, que conecta Honshu con Hokkaido, no llega a diez.

El batir de los extractores fue reemplazado por un zumbido que resonaba por todo el tunel. Encima de ellos, montada en una hilera de vigas de acero, una enorme cinta transportadora se movia en direccion al este. En lugar de verse piedras de un tamano entre treinta y cuarenta centimetros, las rocas habian sido desmenuzadas hasta convertirlas en arena.

– Ahi tienes el origen del legamo marron -dijo Pitt-. Muelen las piedras hasta convertirlas en polvo, para poder enviarlo a traves de una caneria hasta el mar.

Debajo de la cinta transportadora estaban las vias de ferrocarril y un camino pavimentado. Pitt se arrodillo para mirar de cerca los rieles y las uniones.

– Es un tren electrico, como el Metro de Nueva York.

– Ten cuidado con el tercer riel -le advirtio Giordino-. No sabemos cual es el voltaje.

– Seguramente han instalado subestaciones generadoras cada pocos kilometros para disponer de electricidad.

– ?Vas a poner un penique en el riel? -pregunto Giordino, con tono burlon.

Pitt se levanto para mirar a lo lejos.

– Es imposible que esta via permita la circulacion de trenes de carga a una velocidad de trescientos ochenta kilometros por hora. Los rieles son de baja calidad y las uniones metalicas estan demasiado separadas. Por si fuera poco, la trocha normal es de un metro cuarenta y tres centimetros. Estos estan separados unos noventa centimetros, o sea que es un ferrocarril de via angosta.

– Lo han construido para transportar equipos y como apoyo de las tuneladoras.

– ?Como lo has sabido? -pregunto Pitt, que miro a su companero con una expresion de sorpresa.

– Recuerdo haber leido algo sobre las tuneladoras.

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