– Eso te convierte en el primero de la clase. Efectivamente, este tunel fue excavado por una tuneladora, una muy grande.

– Quiza su intencion es reemplazar los rieles mas tarde -apunto Giordino.

– ?Por que esperar a que todo el tunel este acabado? Lo logico seria que, para ahorrar tiempo, fueran colocando los rieles en cuanto acabara de pasar la tuneladora. -Pitt sacudio la cabeza pensativamente-. No han construido un tunel de estas dimensiones para destinarlo al servicio ferroviario. Tiene que tener algun otro proposito.

Se volvieron cuando un autobus de dos pisos pintado de color lavanda paso silenciosamente por el camino, y el conductor los saludo con un gesto. Ambos aparentaron estar discutiendo algo apuntado en la tablilla que sujetaba Giordino, mientras pasaba el vehiculo donde viajaban los trabajadores, vestidos con monos de diferentes colores. Todos llevaban cascos y gafas de sol. Pitt y Giordino no pasaron por alto el logo y el nombre de Odyssey pintados en el lateral del autobus. El conductor disminuyo la marcha ante la posibilidad de que ellos quisieran subir, pero Pitt le indico con un ademan que no parara.

– Un autobus con motor electrico -comento Giordino.

– Es para no contaminar el aire con el monoxido de carbono del escape.

Giordino se acerco a un par de cochecitos de golf electricos, que parecian deportivos en miniatura.

– Es muy amable de su parte facilitarnos un medio de transporte. -Se sento al volante-. ?Hacia donde vamos?

– Sigamos el sentido de la marcha de la cinta transportadora -respondio Pitt, despues de pensarlo unos segundos-. Esta podria ser nuestra unica oportunidad para confirmar si es la fuente del legamo marron.

El gigantesco tunel parecia extenderse hasta el infinito. Al parecer el trafico estaba restringido al transporte de los trabajadores, mientras que las vagonetas del ferrocarril de via angosta transportaban materiales y rocas. En el panel del cochecito habia un velocimetro, y Pitt lo aprovecho para medir la velocidad de la cinta transportadora. Se movia a casi veinte kilometros por hora.

Pitt observo con atencion las obras de acabado del tunel. Tras el paso de la tuneladora, los trabajadores habian instalado unos sistemas de soporte para reforzar la tendencia natural de la piedra a consolidarse. Luego habian rociado las paredes con una gruesa capa de cemento, aplicada neumaticamente a gran velocidad. El transporte del cemento hasta esa distancia seguramente lo habian hecho con bombas impulsoras instaladas desde la entrada hasta donde se encontraba la tuneladora. Despues de la capa de cemento habian procedido a cubrirlo todo con una capa impermeabilizante para sellar cualquier posible filtracion. Ademas de garantizar la estanquidad, el cemento y el aislante tambien mejorarian la circulacion de liquidos a traves del tunel, un fenomeno que Pitt comenzaba a juzgar como muy posible.

Los focos instalados en el techo iluminaban el tunel de tal manera que el resplandor hacia dano en los ojos. Ambos comprendieron la razon por la que los trabajadores que viajaban en el autobus llevaran gafas de sol. Como si se hubieran puesto de acuerdo, Pitt y Giordino se pusieron las suyas al mismo tiempo.

Una locomotora electrica que arrastraba varias bateas cargadas con vigas paso en direccion opuesta, hacia donde continuaban perforando el tunel. Los maquinistas saludaron a los dos hombres sentados en el cochecito, que respondieron al saludo.

– Todo el mundo parece de lo mas amable -comento Giordino.

– ?Te has fijado en que los hombres visten monos negros y las mujeres los llevan blancos o verdes?

– Seguramente Specter fue interiorista en una vida anterior.

– Yo diria que es algun tipo de sistema de identificacion por grupos -manifesto Pitt.

– Me cortaria una oreja antes de vestirme de color lavanda -refunfuno Giordino, al recordar subitamente que vestia un mono blanco-. Creo que me he equivocado de uniforme.

– Ponte un poco de relleno en el pecho.

Giordino no abrio la boca, pero su mirada asesina fue mas que suficiente. Una expresion sobria aparecio en el rostro de Pitt.

– Me pregunto si estos trabajadores tienen alguna idea del contenido toxico de la piedra molida que arrojan al mar.

– La tendran -afirmo Giordino- cuando se queden sin la cabellera y se les disuelvan los organos internos.

Continuaron avanzando, conscientes de la atmosfera artificial a esa profundidad debajo de la tierra y el mar. Pasaron por delante de las bocas de varios tuneles transversales mas pequenos, situados a la izquierda, que despertaron su curiosidad. Por lo visto habia otro tunel paralelo que estaba comunicado por los transversales cada mil metros. Pitt considero que debia de tratarse de un tunel de servicio, por donde pasarian las conducciones electricas.

– Aqui tenemos la explicacion para los temblores de tierra en la superficie -dijo-. No utilizaron la tuneladora para estos tuneles mas pequenos. Los excavaron con el sistema clasico de las explosiones y los martillos neumaticos.

– ?Quieres que entremos en alguno?

– Mas tarde -respondio Pitt-. Sigamos para ver hasta donde nos lleva la cinta transportadora.

Giordino estaba asombrado ante la potencia del motor del cochecito. Acelero hasta alcanzar una velocidad de ochenta kilometros por hora y no tardo mucho en adelantar a los otros vehiculos que circulaban por la carretera.

– Sera mejor que bajes la velocidad. No nos conviene llamar la atencion.

– ?Crees que aqui abajo tendran agentes de trafico?

– No, pero el Gran Hermano nos vigila -replico Pitt al tiempo que le senalaba discretamente una camara instalada entre el enrejado que sostenia los focos.

Giordino redujo la velocidad muy a su pesar y se situo detras de un autobus que circulaba en la misma direccion. Pitt comenzo a medir el horario de los autobuses y calculo rapidamente que pasaba uno cada veinte minutos y se detenian en las paradas cada vez que algun trabajador necesitaba apearse o subir.

Solo era cuestion de tiempo antes de que los tecnicos del cambio de turno entraran en la sala de control del sistema de ventilacion y encontraran a sus companeros atados y amordazados en el suelo. Hasta el momento no habia sonado ninguna alarma, ni tampoco habian visto a los guardias de seguridad recorrer los tuneles como si buscaran a alguien en concreto.

– Nos estamos acercando a algo importante -aviso Giordino.

El golpeteo sono cada vez mas fuerte a medida que se acercaban a lo que Pitt identifico enseguida como una enorme estacion de bombeo. La piedra molida que llegaba por la cinta transportadora caia al interior de una inmensa cuba. A partir de alli, las bombas -que tenian el tamano de un edificio de tres pisos- la enviaban a traves de unos tubos de gran diametro. Tal como Pitt habia deducido, era en ese punto donde se impulsaban la roca y la tierra contaminadas hasta el mar donde el Poco Bonito habia embarrancado. Mas alla de la estacion de bombeo habia unas enormes puertas de acero.

– El enigma es cada vez mayor -comento Pitt pensativamente-. Estas bombas son monumentales, con una capacidad suficiente para bombear diez veces el material que bombean ahora. Tienen que utilizarse para algun otro proposito.

– Es probable que las desmantelen una vez acabado el tunel.

– No lo creo. Esto tiene todo el aspecto de ser una estacion permanente.

– Me pregunto que habra al otro lado de esas puertas -dijo Giordino.

– El mar de las Antillas -respondio Pitt-. Debemos de estar a kilometros de la costa y muy por debajo de la superficie del mar.

La mirada de Giordino no se apartaba de las puertas.

– ?Como demonios habran conseguido excavar todo esto?

– Comenzaron con una excavacion de un portal a cielo abierto en la costa. A continuacion, abrieron un tunel de inicio con otro tipo de maquina, que se llama excavadora de cabecera. Cuando llegaron a la profundidad deseada, trajeron la tuneladora y la montaron en el tunel. Perforo hacia el este debajo del mar, y luego la desmontaron para volver a montarla esta vez en direccion opuesta, hacia el este.

– ?Como es posible mantener en secreto una operacion de tal envergadura?

– Seguramente estan pagando una fortuna a los trabajadores y tecnicos para que mantengan la boca cerrada, o quiza se valen de las amenazas y el chantaje.

– Si creemos en lo que nos dijo Rathbone, no vacilan en matar a los intrusos. ?Por que no tambien a los

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