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Los jet privados y de empresas comenzaron a llegar a la isla Branwen, a veinticinco kilometros al sur de Basse-Terre, una de las islas principales de Guadalupe, en el mar de las Antillas. Minibuses de exoticos disenos y lujosos interiores, todos pintados de color lavanda, se acercaron a los aviones para recibir a los pasajeros. Despues de cargar las maletas, los conductores llevaron a los pasajeros hasta las elegantes suites del palacio subterraneo, que solo estaba abierto para los invitados personales de Specter. Todas las personas que bajaron de los aviones eran mujeres. No las acompanaban amigos ni socios.
Todas llegaron solas.
El ultimo avion en llegar aterrizo a las seis de la tarde. Se trataba del Beriev Be210 de la Corporacion Specter. El propietario, el unico varon presente, que despues de muchos forcejeos consiguio pasar su corpachon por la puerta, bajo la escalerilla. Luego los tripulantes bajaron una camilla donde habia un cuerpo tapado con una manta. Specter, vestido con su habitual traje blanco, se sento en el asiento trasero de la limusina y se sirvio una copa de
El chofer, que ya habia llevado a Specter en otras ocasiones, siempre se sorprendia de ver a alguien tan obeso moverse con tan extraordinaria agilidad. Antes de sentarse al volante observo con curiosidad como dejaban la camilla con el cuerpo en la caja abierta de una camioneta, sin preocuparse del fuerte aguacero que habia comenzado a caer.
En el extremo sur de la isla habian cavado entre la roca y el coral una hondonada con la forma de un caldero hundido, de un centenar de metros de diametro. La concava depresion tenia una profundidad de diez metros, lo bastante honda para evitar que desde cualquier embarcacion se vieran las actividades en su interior.
Alli se alzaban treinta pilares de piedra de cuatro metros de altura, con una separacion de noventa centimetros. Se trataba de una copia de la famosa estructura mistica conocida con el nombre de Stonehenge, nombre que significa “circulo de piedra”. Los pilares tenian dos metros de ancho y noventa centimetros de grosor. Las puntas ahusadas soportaban unos dinteles de poco mas de tres metros, rebajados para formar la curva del circulo.
El circulo interior, con forma de herradura, contenia cinco imponentes piedras con sus propios dinteles, llamadas trilitones. A diferencia de la estructura original inglesa de piedra caliza, levantada entre el 2250 y el 1600 a.C., estas habian sido cortadas de piedra volcanica negra.
La diferencia principal entre la vieja y la nueva estructura era el enorme bloque de marmol tallado con forma de sarcofago. Se elevaba unos tres metros por encima del suelo dentro de la herradura y se accedia a el por una escalinata hasta una plataforma que rodeaba sus paredes, donde aparecia esculpido el caballo de Uffington.
Por la noche, unos focos disimulados alumbraban el interior del caldero con rayos de color lavanda que se movian entre las columnas, mientras que los rayos laser instalados alrededor del circulo se elevaban en el cielo nocturno. Los encendian unos minutos a primera hora del crepusculo antes de apagarlos.
La lluvia ceso bruscamente pocos minutos antes de la medianoche. Cuando las luces se encendieron de nuevo, habia treinta mujeres en el centro del circulo formado por los trilitones, con vestidos que parecian chales con pliegues. Conocidos como peplos -una antigua palabra griega-, los amplios vestidos multicolores les cubrian las piernas y los pies. Llevaban largas pelucas pelirrojas y purpurina en el rostro, el cuello y los brazos desnudos. El maquillaje plateado producia un efecto de mascara y hacia que todas se parecieran como si fuesen de la misma sangre. Todas guardaban silencio, con la mirada fija en la figura tendida sobre el bloque de marmol.
Se trataba de un hombre. Lo unico que se veia de el era la parte superior del rostro. El cuerpo, la barbilla y la boca estaban firmemente envueltos en seda negra. Tenia los cabellos grises y parecia estar cercano a la sesentena. La nariz y la barbilla eran afiladas, con las facciones muy marcadas y bronceadas por el sol. Los ojos parecian salirsele de las orbitas mientras miraban las luces y los dinteles. Estaba como pegado al bloque, imposibilitado de mover el cuerpo o girar la cabeza. Solo podia ver hacia arriba, y miraba horrorizado los rayos laser que atravesaban la oscuridad de la noche.
Las luces fluctuantes se apagaron y solo quedaron encendidos los laseres alrededor del marmol. Un minuto mas tarde, las luces se encendieron de nuevo. Durante un momento parecio como si nada hubiese cambiado, pero una mujer vestida con un peplo dorado habia aparecido como por arte de magia. Tenia una cabellera rojo fuego, larga y resplandeciente, que le caia como una cascada hasta las caderas. La piel del rostro, el cuello y los brazos tenia el color y lustre de las perlas. Era delgada, y su cuerpo rayaba en la perfeccion. Con gracia felina, subio la escalinata hasta el bloque de marmol, que en realidad era un altar.
Levanto los brazos y comenzo a cantar:
– Oh, hijas de Ulises y Circe, que se pueda tomar la vida de aquellos que no son dignos. Embriagaos con la riqueza y los despojos de los hombres que intentan esclavizarnos. No busqueis a hombres sin riqueza y poder. Cuando los encontreis, explotadlos, disipad sus deseos, saquead sus tesoros y entrad en su mundo.
Entonces todas las mujeres levantaron los brazos y entonaron:
– Grande es la hermandad, porque nosotras somos los pilares del mundo. Grandes son las hijas de Ulises y Circe, porque su camino esta bendecido.
Repitieron la estrofa en un tono cada vez mas alto, para despues decirlo casi en un murmullo, mientras bajaban los brazos.
La mujer que estaba delante del aterrorizado hombre sujeto en el altar de marmol metio la mano debajo de los pliegues del peplo, saco una daga y la levanto por encima de su cabeza. Las demas mujeres subieron la escalinata y rodearon al hombre, que no tardaria en convertirse en la victima de un sacrificio pagano. Como si fuesen una sola, sacaron sus dagas y las sostuvieron en alto.
La mujer que parecia ser la gran sacerdotisa entono:
– Aqui yace uno que no deberia haber nacido.
Clavo la daga en el pecho de la victima aterrorizada sujeta al altar. Luego retiro la hoja tinta en sangre y se aparto, para que las demas mujeres pudieran clavar sus dagas una tras otra en el hombre indefenso.
El circulo de mujeres bajo la escalinata y se situo entre las columnas. Todas sostuvieron las dagas ensangrentadas como si hicieran una ofrenda. Un silencio siniestro se prolongo durante unos momentos, hasta que todas cantaron a coro:
– Ante la mirada de nuestros dioses, triunfamos.
Entonces se apagaron las luces fluctuantes y los rayos laser, y el templo pagano donde acababa de cometerse un asesinato quedo a oscuras.
Al dia siguiente, el mundo empresarial se asombro al leer la noticia de que el multimillonario Westmoreland Hall habia desaparecido mientras nadada mas alla del arrecife delante de su lujosa residencia, en una playa de Jamaica. Hall habia ido a nadar solo, como hacia todas las mananas. Tenia la costumbre de nadar mas alla del arrecife hasta las aguas mas profundas y dejar que la marea lo devolviera a la costa a traves de un angosto canal. No se sabia si Hall habia muerto ahogado, si lo habia atacado un tiburon o si su deceso habia obedecido a causas naturales, puesto que no habian podido encontrar su cuerpo, aun despues de una intensa busqueda realizada por los equipos de salvamento jamaicanos.
La nota necrologica decia lo siguiente: