– Estoy seguro de que son
– Hemos tenido mucha suerte de llegar hasta aqui -dijo Pitt con toda sinceridad-. A partir de ahora tendremos que redoblar las precauciones.
– Para colmo se nos han acabado los filetes -se lamento Giordino.
Pitt estaba a punto de bajar los prismaticos cuando vio una cerca metalica coronada con alambre de espino. La verja en la carretera que conducia al aeropuerto estaba vigilada por dos guardias, claramente iluminados por las luces de la entrada. Pitt ajusto el enfoque de los prismaticos y miro de nuevo. No eran hombres, sino mujeres vestidas con monos azules. Dos perros sueltos olisqueaban el suelo delante de la verja. Eran
– Hay una cerca que cierra el paso a la carretera de la pista. -Le paso los prismaticos a Giordino.
– ?Te has fijado en que hay una cerca mas baja, a un par de metros de la primera? -pregunto Giordino mientras miraba la entrada a traves de los prismaticos.
– ?Crees que es para proteger a los perros?
– Es para evitar que acaben asados. -Giordino hizo una pausa y miro hasta unos cien metros a cada lado de la entrada-. Es probable que la carga electrica de la cerca baste para asar a un bufalo. -Miro de nuevo en derredor-. Esta vez no hay ninguna maquina barredora a mano.
De pronto comenzo a temblar el suelo y un sordo retumbo se extendio por todo el complejo. Los arboles se bambolearon y se sacudieron los cristales de las ventanas de los edificios. Era un temblor similar al que habian sentido en el interior del faro y en el rio. Este duro poco mas de un minuto. Los
– No hace mucho hubo otro temblor de tierra -le comento Pitt a Claus-. ?Los provoca el volcan?
– Indirectamente -respondio el cientifico sin alterarse-. Uno de los miembros de nuestro equipo, el doctor Alfred Honoma, un geofisico que trabajaba en la Universidad de Hawai, es experto en volcanes. En su opinion, los temblores no tienen nada que ver con la piedra fundida que asciende por las fisuras del volcan. Afirma que el peligro inminente es un subito deslizamiento de la ladera del volcan, que podria tener consecuencias catastroficas.
– ?Cuando comenzaron los temblores? -pregunto Pitt.
– Hace cosa de un ano -contesto Hilda-. Han aumentado en frecuencia y se produce uno cada hora.
– Tambien son cada vez mas fuertes -anadio Claus-. Segun el doctor Honoma, algun fenomeno inexplicable ocurrido debajo del volcan esta provocando un cambio en la superficie.
– El cuarto tunel pasa directamente por la base del volcan -le dijo Pitt a Giordino.
Su companero se limito a asentir con un gesto.
– ?El doctor Honoma ha hecho alguna proyeccion referente a cuando se produciria el deslizamiento? - pregunto Pitt.
– Cree que sera en cualquier momento.
– ?Cuales serian las consecuencias? -quiso saber Giordino.
– Si el doctor Honoma esta en lo cierto -declaro Claus-, el deslizamiento enviaria mas de cuatro kilometros cubicos de roca ladera abajo hacia el lago, a una velocidad cercana a los ciento treinta kilometros por hora.
– Eso provocaria unas olas gigantescas -senalo Pitt.
– Efectivamente. Las olas barrerian todas las ciudades y pueblos alrededor del lago.
– ?Que pasaria con las instalaciones de Odyssey?
– Dado que cubren buena parte de la ladera, todos los edificios quedarian sepultados bajo las piedras. -Claus hizo una pausa y luego anadio con un tono lugubre-: Junto con todos los que estan aqui.
– ?Los ejecutivos de Odyssey son conscientes de la amenaza?
– Llamaron a sus propios geologos, quienes afirmaron que los deslizamientos son poco frecuentes y que solo se producen una vez cada diez mil anos. Tengo entendido que el senor Specter manifesto que no habia ningun peligro, que no debiamos preocuparnos.
– Specter no destaca especialmente por su interes en el bienestar de sus empleados -manifesto Pitt, al recordar los incidentes vividos a bordo del
De pronto, todos se quedaron inmoviles y miraron el cielo tachonado de estrellas hacia el sonido inconfundible de un helicoptero que se acercaba a la terminal aerea. Gracias a la luz de los focos instalados en tierra se veia con toda claridad el fuselaje color lavanda. Todos permanecieron inmoviles, pegados a la pared del edificio, mientras las paletas de los rotores empujaban el aire nocturno hacia ellos.
– Nos estan buscando -murmuro asustado Claus Lowenhardt, al tiempo que abrazaba a su esposa.
– No es probable -lo tranquilizo Pitt-. El piloto no esta volando en una cuadricula de busqueda. Todavia no saben nada de la fuga.
El helicoptero volo directamente sobre ellos, a poco mas de sesenta metros de altura. Giordino tuvo el presentimiento de que podria alcanzarlo con una pedrada. Las luces de aterrizaje se encenderian en cualquier momento y ellos se verian en la misma situacion que unos ratones encerrados en un granero y alumbrados por una docena de linternas. Pero entonces, la diosa Fortuna se apiado de ellos. El piloto no encendio las luces de aterrizaje hasta que el helicoptero ya los habia dejado bien atras. Viro en angulo cerrado hacia la azotea de lo que parecia ser un edificio de oficinas con las paredes de cristal y se poso.
Pitt le quito los prismaticos a Giordino y enfoco al helicoptero mientras aterrizaba y los rotores giraban cada vez mas lentamente hasta detenerse del todo. Se abrio la puerta y varias mujeres con monos color lavanda se apresuraron a rodear la escalerilla para recibir a una mujer ataviada con un mono dorado. Movio poco a poco la ruedecilla de ajuste para conseguir una imagen mas nitida. No estaba del todo seguro, pero hubiera apostado la paga de un ano a que la persona que habia bajado del helicoptero era la mujer que dijo llamarse Rita Anderson.
En su rostro habia una expresion de furia cuando le devolvio los prismaticos a Giordino.
– Mira a ver si descubres quien es la reina del mono dorado.
Giordino observo a la mujer atentamente y siguio sus movimientos mientras ella y su comitiva caminaban hacia el ascensor.
– Nuestra amiguita del yate -dijo con una voz colerica-. La que asesino a Renee. Mi reino por un fusil de francotirador.
– No podemos hacer nada al respecto -se lamento Pitt-. Nuestro objetivo prioritario es llevar a Washington sanos y salvos a los Lowenhardt.
– Ya que has sacado el tema, ?como haremos para cruzar una cerca electrificada y vigilada por tres
– No la cruzaremos -respondio Pitt en voz baja, mientras su mente analizaba las opciones posibles-. Pasaremos por encima.
Los Lowenhardt permanecian en silencio, sin tener claro el sentido de la conversacion. Giordino imito a Pitt, que no apartaba la mirada del helicoptero posado en la azotea del edificio de oficinas. Sin decir ni una palabra, ambos comenzaron a urdir el mismo plan. Pitt miro el edificio a traves de los prismaticos.
– Alli estan las oficinas centrales -dijo-. No veo que este vigilado.
– No tienen ningun motivo para convertirlo en una carcel. Todos son leales empleados de Odyssey.
– Tampoco tienen motivos para creer que unos visitantes inesperados se presenten en la puerta principal. - Pitt enfoco de nuevo la azotea. Los pilotos acababan de entrar en el ascensor detras de Rita, sin preocuparse por la vigilancia del helicoptero-. No volveremos a tener otra oportunidad como esta.
– No me parece que sea una oportunidad unica entrar en un edificio de oficinas, pasar inadvertidos entre doscientos empleados, y subir hasta un decimo piso para robar un helicoptero sin que nadie sospeche que se ha metido un zorro en el gallinero.
– Quiza tendriamos menos problemas si pudiera conseguirte un mono color lavanda.
Giordino le dirigio una mirada capaz de fundir la piedra.
– Ya he ido mas alla de lo que impone el deber. Tendras que pensar en alguna otra cosa.
Pitt se acerco a los Lowenhardt, que permanecian abrazados. Parecian aprensivos, pero no asustados.
– Vamos a entrar en el edificio de las oficinas centrales y subiremos a la azotea, donde nos apropiaremos del