– Si tenemos exito -declaro Summer-, su gente se beneficiara de un descubrimiento que hara epoca.
– Razon de mas para mantener en secreto la expedicion.
– ?Es usted un viejo amigo del almirante?
– Conoci a James hace muchos anos, cuando yo era consul de Guadalupe en Nueva York. Desde mi retiro, a veces me llama para que colabore con la NUMA en sus asuntos en esta zona del Caribe.
Moreau condujo a traves de las verdes colinas en direccion al puerto y alrededor de la ciudad, a lo largo de la costa sudeste de Grande-Terre, hasta los suburbios de Gosier. Alli siguio por un camino de tierra que desembocaba en la carretera principal.
Summer admiro las mansiones, que se alzaban en medio de bellos jardines.
– ?Nos esta agasajando con un recorrido turistico? -pregunto.
– Hay un taxi que nos ha venido siguiendo de cerca desde que salimos del aeropuerto -respondio Moreau-. Quise comprobar que efectivamente nos sigue a nosotros.
Dirk se volvio en su asiento para mirar a traves de la ventanilla trasera.
– ?El Ford verde?
– El mismo.
Moreau salio de la zona residencial para sumarse a los autobuses, turistas en ciclomotores y taxis que circulaban por una de las calles principales. El conductor del Ford verde hacia todo lo posible para no perderlos, pero se veia en figurillas por la lentitud del trafico. Moreau se colo entre dos autobuses que ocupaban ambos lados de la calle y a continuacion doblo bruscamente a la derecha para meterse por unas callejuelas flanqueadas por casas de estilo colonial frances. Luego doblo a la izquierda y giro de nuevo en la siguiente esquina para volver a la calle principal. Pero el taxi se metio por un camino lateral para evitar los autobuses, recupero la distancia perdida y se pego como una lapa al coche de Moreau.
– Es evidente que esta interesado en nosotros -afirmo Dirk.
– A ver si podemos perderlo… -dijo Moreau.
Espero a que se abriera un hueco en el trafico. Entonces, en lugar de girar, siguio recto y cruzo entre los demas coches para meterse en una calle transversal. El taxista, encajonado por los ciclomotores, los coches y los autobuses tardo mas de medio minuto en abrirse paso y reanudar la persecucion.
Despues de girar una vez mas y perder de vista al taxi, Moreau entro en el camino privado de una casa y aparco tras de unas adelfas. Al cabo de pocos minutos el taxi verde paso por delante de la entrada a toda velocidad y se alejo en medio de una nube de polvo. Esperaron unos minutos y Moreau puso el coche en marcha para volver a sumarse al trafico en la carretera principal.
– Lo hemos perdido, pero mucho me temo que solo sea temporalmente.
– Quiza se le ocurra utilizar el mismo truco y esperarnos -apunto Dirk.
– Lo dudo -opino Summer, muy confiada-. Me juego lo que quieras a que nos hemos deshecho de el.
– Pues has perdido -replico Dirk con una carcajada. Le senalo a traves del parabrisas el Ford verde aparcado en el arcen y a su conductor que hablaba por el movil-. Aparque a su lado, Charles.
Moreau se acerco lentamente por detras y luego acelero para colocarse a la par y frenar. Dirk se asomo por la ventanilla y golpeo con los nudillos la puerta del taxi.
– ?Nos busca a nosotros?
El atonito conductor miro el rostro sonriente de Dirk, dejo caer el movil, piso a fondo el acelerador y, con un gran chirrido de neumaticos, que patinaron en la grava del arcen hasta alcanzar el asfalto, salio disparado por la carretera bordeada de palmeras en direccion a la ciudad de Sainte-Annes.
Moreau aparco el coche y observo al taxi hasta que se perdio entre el trafico.
– La mujer del aeropuerto, y ahora esto -comento en voz baja-. ?Quien puede estar interesado en una pareja de la NUMA que ha venido a bucear?
– La palabra tesoro es un potente afrodisiaco y se propaga como la peste -dijo Summer-. Es evidente que la noticia de nuestros propositos nos ha precedido.
Dirk miro con expresion pensativa el lugar en la carretera donde habia desaparecido el taxi.
– Manana, cuando vayamos a la isla Branwen, sabremos a ciencia cierta quien nos sigue.
– ?Usted conoce la isla Branwen? -le pregunto Summer a Moreau.
– Lo suficiente para saber que es peligroso acercarse -contesto Moreau-. Antes se llamaba Isle de Rouge, debido al color rojo de la tierra volcanica. El nuevo propietario le cambio el nombre. Me han comentado que Branwen era la diosa celta del amor y la belleza, conocida tambien como la Venus del mar del Norte. Por su parte, los nativos mas supersticiosos consideran que hace honor a su fama de isla de la muerte.
Dirk disfrutaba de la brisa calida cargada con el aroma de las flores.
– ?Debido al peligro de los arrecifes o a las traicioneras corrientes?
– No -respondio Moreau, que freno para permitir que dos chiquillos vestidos con atuendos nativos cruzaran la carretera-. Al propietario de la isla no le gustan los intrusos.
– Nuestra seccion de informatica nos comunico que la propietaria es una mujer llama Epona Eliade.
– Una mujer muy misteriosa. Hasta donde sabemos nunca ha pisado Basse-Terre o Grande-Terre.
Summer se arreglo el peinado, que estaba sufriendo las consecuencias de la elevada humedad.
– La senora Eliade seguramente tendra personal de servicio si mantiene una mansion en la isla Branwen.
– Las fotos tomadas desde los satelites muestran un aerodromo, unos pocos edificios, un extrano circulo de columnas y una mansion -le informo Moreau-. Corre el rumor de que a todos los pescadores y turistas que intentaron desembarcar en la isla los han encontrado muertos. Las corrientes arrastran los cadaveres hasta una playa de Basse-Terre, a muchos kilometros de aqui.
– ?Que han descubierto las investigaciones de la policia?
Moreau sacudio la cabeza, mientras encendia los faros porque ya caia la noche.
– No encontraron ninguna prueba de que se hubiera cometido crimen, ni tampoco de que las victimas hubiesen desembarcado en la isla.
– ?Los medicos forenses no han podido determinar las causas de las muertes?
Moreau se rio al escuchar la pregunta.
– La mayoria de los cuerpos los examino un medico general de la isla, y creo que a los demas los vio un dentista que andaba por la zona. Por lo tanto, no se les practico la autopsia. En los certificados de defuncion consta que murieron ahogados. -Hizo una pausa-. Pero si hemos de creer en los rumores, a todas las victimas les habian arrancado el corazon.
– Algo bastante siniestro -murmuro Summer.
– Lo mas probable es que sea una invencion -replico su hermano.
– En cualquier caso, lo mejor sera que se mantengan a una distancia prudencial.
– No sera posible si pretendemos explorar el fondo de la rada.
– Entonces esten siempre alerta -les recomendo Moreau-. Les dare el numero de mi movil. Si surge algun problema, no tengan reparo en llamarme inmediatamente. Les enviare una lancha de la policia en menos de diez minutos.
Recorrieron otros tres kilometros antes de que Moreau diera la vuelta en un camino privado que llevaba hasta el hotel. Aparco delante de la entrada y un conserje se apresuro a abrirle la puerta a Summer. Dirk se apeo del coche y abrio el maletero para que un botones sacara las maletas y las bolsas con el equipo de buceo y las llevara a sus habitaciones.
– Estan a un paso de los restaurantes, tiendas y bares -dijo Moreau-. Vendre a buscarlos manana a las nueve y los llevare al puerto. He alquilado una lancha. El perfilador de sustrato, el detector de metales submarino y la sonda de chorro que el comandante Rudi Gunn envio por via aerea desde Florida ya estan a bordo y listos para usar. Tambien hice instalar un pequeno compresor en cubierta para la draga y la sonda.
– Es usted muy concienzudo -lo felicito Dirk.
– Le estamos muy agradecidos por su ayuda y amabilidad -dijo Summer mientras Moreau volvia a besarle la mano con mucha galanteria.
– Gracias tambien por el muy entretenido paseo desde el aeropuerto -anadio Dirk, estrechandole la mano.
– El merito no ha sido todo mio -afirmo Moreau con una sonrisa. Luego su rostro se ensombrecio-. Por favor, tengan mucho cuidado. Aqui esta pasando algo que esta fuera de nuestro alcance. No quiero que acaben ustedes como todos los demas.