despues turquesa a medida que el aparato volaba por encima de los arrecifes y las lagunas. Sentado junto a ella, Dirk estudiaba la carta de las Santas, un grupo de islas al sur de Guadalupe.
Summer miro con creciente curiosidad como las dos islas principales, Basse-Terre y Grande-Terre, se unian para adoptar la forma de una mariposa. Basse-Terre era el ala que daba a occidente, y sus colinas y montanas estaban cubiertas de una densa vegetacion. Rodeado por exuberantes helechos, el bosque encerraba algunas de las cataratas mas altas del Caribe, que caian del pico mas elevado de la isla, La Soufriere, un humeante volcan de casi mil quinientos metros de altura. Las islas, con una superficie total equivalente a Luxemburgo, estaban separadas por un angosto canal tapiado de manglares, llamado la Riviere Salee.
El ala oriental de la mariposa, Grande-Terre, era todo lo contrario a Basse-Terre. La isla era llana en su mayor parte, con excepcion de algunas colinas bajas, y casi todo el terreno lo ocupaban las plantaciones de cana de azucar que abastecian las tres destilerias productoras del famoso ron de Guadalupe.
Summer esperaba con ilusion disfrutar de algunas de las muchas playas de arena blanca y negra, bordeadas de ondulantes palmeras, pero en su interior era consciente de que dificilmente lo conseguiria. En cuanto acabaran la busqueda de los pecios de la flota de Ulises, el almirante Sandecker seguramente les ordenaria emprender el regreso sin dejarle disfrutar de unos pocos dias de descanso. Decidio que se quedaria, sin hacer caso de las consecuencias de provocar la colera del almirante.
El avion trazo un amplio circulo que lo llevo sobre Pointe-a-Pitre, la capital economica de Guadalupe. Miro los tejados rojos mezclados con los de chapa de cinc. La placida ciudad contaba con una pintoresca plaza rodeada de tiendas y cafes. Las callejuelas se veian muy concurridas y animadas. La gente volvia a sus casas a cenar. Eran pocos los que conducian coches. Muchos caminaban y la mayoria iba en motos o ciclomotores. Comenzaban a encenderse las primeras luces en las casas cercanas al puerto. Los barcos estaban amarrados en los muelles, y las pequenas embarcaciones de pesca entraban con las capturas del dia.
El piloto enfilo la pista del aeropuerto Pole Caraibes. Se escucho el ruido del tren de aterrizaje al desplegarse, y el zumbido del motor de los alerones al bajar. Durante un momento, los ultimos rayos de sol refulgieron en las ventanas antes de que el avion se posara en la pista con el habitual rebote, el chirrido de los neumaticos y el aullido de las turbinas al invertir la marcha mientras frenaba antes de rodar hacia la terminal.
A Summer le encantaban los atardeceres en los tropicos. Es el momento en que se alza la brisa marina, llevandose lo peor del calor y la humedad del dia. Le gustaba el olor de la vegetacion despues de la lluvia y el penetrante aroma de las flores.
– ?Que tal tu frances? -le pregunto Dirk mientras bajaban la escalerilla y pisaban la pista del aeropuerto de Guadalupe.
– Pues igual de bueno que tu swahili -respondio Summer, que estaba encantadora con su falda estampada y la blusa a tono-. ?Por que lo preguntas?
– Solo los turistas hablan ingles. Los lugarenos hablan frances o el dialecto creole.
– Dado que ninguno de los dos estudio lenguas en el Instituto, tendremos que hacernos entender por senas.
Dirk miro a su hermana con una expresion de duda y luego se echo a reir. Le entrego un librito.
– Aqui tienes un diccionario ingles-frances. Te nombro mi traductora.
Caminaron hasta la terminal y siguieron a los otros pasajeros hasta el mostrador de Inmigracion. El funcionario los miro antes de sellarles los pasaportes.
– ?Vienen a Guadalupe en viaje de negocios o de placer? -pregunto en perfecto ingles.
Summer miro a Dirk y arrugo su nariz respingona.
– Placer -respondio, al tiempo que movia la mano como si quisiera exhibir el anillo con un gran diamante que llevaba en el dedo anular-. Estamos en luna de miel.
El funcionario le miro los pechos con toda frescura, y sonrio amigablemente mientras ponia el sello en una de las paginas en blanco de los pasaportes.
– Que disfruten de la estancia -dijo con un tono que rozaba lo libidinoso.
En cuanto se alejaron del mostrador, Dirk pregunto:
– ?Que historia es esa de que estamos en luna de miel? ?Donde has conseguido el anillo?
– Me parecio que hacernos pasar por recien casados era una buena tapadera. El diamante es un trozo de vidrio. Me costo ocho dolares.
– Espero que nadie quiera mirarlo de cerca, o creeran que soy el mas miserable de los maridos.
Fueron hasta la sala de equipajes, donde tuvieron que esperar veinte minutos a que aparecieran sus maletas. Las cargaron en un carrito, pasaron por la aduana y salieron al vestibulo de la terminal. Un grupo de unas treinta personas esperaban a parientes y amigos. Un hombre bajo con traje blanco y la tez morena oscura de los criollos sostenia un pequeno cartel donde se leia: PITT.
– Somos nosotros -dijo Dirk-. Ella es Summer y yo Dirk Pitt.
– Charles Moreau. -El hombre le tendio la mano. Sus ojos eran de color negro azabache y su nariz parecia lo bastante afilada para librar un duelo. Le llegaba al hombro a Summer, y su cuerpo era delgado y flexible como una cana de bambu-. El avion ha llegado con solo diez minutos de retraso. Habran querido establecer una marca. -Luego se inclino, cogio la mano de Summer y rozo con los labios sus nudillos en un gesto lleno de galanteria-. El almirante Sandecker dijo que erais una pareja muy apuesta.
– Supongo que tambien menciono que somos hermanos.
– Lo hizo. ?Hay algun problema?
Dirk miro a Summer, que sonrio con burlona inocencia.
– Solo queria dejarlo claro.
Summer y Moreau salieron del edificio escoltados por Dirk, que empujaba el carrito con las maletas. Una atractiva mujer de cabellos negros con el tipico vestido lugareno -una falda plisada de tela de Madras a rayas naranjas y amarillas, con un tocado haciendo juego, una blusa de encaje blanca y un chai sobre un hombro- choco contra Dirk. Como buen conocedor de los trucos de los carteristas, el joven se palpo inmediatamente el bolsillo donde llevaba el billetero. Se tranquilizo al comprobar que no habia desaparecido.
La mujer se aparto un paso mientras se masajeaba el hombro.
– Lo siento mucho. Ha sido culpa mia.
– ?Se ha hecho dano? -pregunto Dirk amablemente.
– Ahora se lo que es chocar contra una pared. -La mujer lo miro a los ojos y sonrio-. Soy Simone Raizet. Quiza nos volvamos a ver en la ciudad.
– Quiza -respondio Pitt, sin darle su nombre.
– Tiene usted un hombre muy guapo y encantador -le comento Simone a Summer.
– Puede serlo cuando quiere -manifesto Summer, con un leve tono de sarcasmo.
La mujer se despidio con un gesto y entro en la terminal.
– ?Alguien sabe a que ha venido eso? -pregunto Pitt, divertido.
– Yo diria que es una fresca -murmuro Summer.
– Es muy extrano -opino Moreau-. Ha dado toda la impresion de que vive aqui. Yo he nacido en esta isla, y nunca la habia visto antes.
Summer fruncio el entrecejo.
– Yo creo que el choque fue intencionado.
– Estoy de acuerdo -dijo Dirk-. Pretendia alguna cosa. No se que, pero el encuentro no ha sido casual.
Cruzaron la calle y fueron hasta el aparcamiento, donde estaba el BMW 525 de Moreau. El hombre abrio el maletero. Dirk cargo el equipaje y luego subieron al coche. Moreau salio del aparcamiento y tomo la carretera que llevaba a Pointe-a-Pitre.
– Les he reservado una pequena
– Es un tesoro historico, no valioso -lo corrigio Summer.
– El almirante tiene razon -dijo Dirk-. Si se corre la voz de que la NUMA esta buscando un tesoro, apareceran centenares de buscadores.
– El problema principal es que los expulsarian de las islas -senalo Moreau-. Nuestro gobierno tiene leyes muy estrictas en cuanto a la proteccion del patrimonio historico.