Dirk y Summer esperaron en la entrada del vestibulo del hotel hasta que el BMW de Moreau desaparecio de la vista.

– ?Que opinas de todo esto? -pregunto Summer.

– No tengo ni la mas remota idea -contesto Dirk con voz pausada-. Pero daria mi brazo derecho por que papa y Al estuviesen aqui.

41

Esta vez el comite de recepcion no se parecia en nada al anterior cuando Pitt y Giordino bajaron del avion. Ni coche clasico, ni una hermosa senadora al volante. El avion estaba rodeado por un peloton de soldados de un cuartel cercano del ejercito. Los coches presentes eran un Lincoln Town Car negro, un Navigator turquesa de la flota de la NUMA y una furgoneta blanca sin distintivos.

Rudi Gunn permanecio junto al Navigator mientras Pitt y Giordino bajaban la escalerilla.

– Me pregunto si alguna vez volvere a ver una ducha y a cenar un solomillo -se quejo Giordino, convencido de que Sandecker habia enviado a Gunn para llevarlos al cuartel general de la NUMA.

– No podemos culpar a nadie mas que a nosotros mismos por meternos en este lio -afirmo Pitt, con cara de pena.

– Ahorraos los lloriqueos -dijo Gunn, con una gran sonrisa-. Os alegrara saber que el almirante no os quiere ver hasta manana por la tarde. A las dos habra una reunion en la Casa Blanca. Tendreis que informar a los asesores del presidente.

Los Lowenhardt bajaron del avion y se reunieron con Pitt y Giordino. Hilda se puso de puntillas para besar a Pitt en las mejillas, mientras Claus estrechaba la mano de Giordino efusivamente.

– ?Como podremos agradecerselo? -pregunto la mujer, con la voz ahogada por la emocion.

– Nunca podremos devolverles lo que han hecho por nosotros -manifesto Claus, feliz a mas no poder al contemplar a lo lejos los edificios de Washington.

Pitt apoyo un brazo sobre los hombros de Claus.

– Seran atendidos como se merecen, y me han asegurado que se encargaran de la proteccion de sus hijos. Los traeran tan pronto como sea posible.

– Le prometo que su gente recibira toda nuestra colaboracion. Compartiremos todos nuestros conocimientos respecto a la tecnologia de las celdas de combustible con sus cientificos. -Miro a su esposa-. ?No es asi, Hilda?

– Si, Claus -respondio ella con una sonrisa de felicidad-. Nuestro descubrimiento sera un regalo para todo el mundo.

Se despidieron y los Lowenhardt fueron escoltados hasta el Lincoln por un agente del FBI que los llevaria a una casa segura en la capital.

Luego Pitt, Giordino y Gunn contemplaron como dos fornidos agentes del FBI sacaban a Flidais del avion, esposada a una camilla, y la metian en la furgoneta. La mujer miro a Pitt con una expresion de odio. El le sonrio y agito una mano en senal de despedida antes de que cerraran las puertas.

– Te enviare galletitas a la celda.

Gunn se sento al volante del Navigator de la NUMA. Pitt ocupo el asiento del acompanante y Giordino se sento atras. Cruzaron la pista, y en la salida Gunn le mostro su pase al guardia. Doblo a la izquierda por una calle arbolada para dirigirse al puente mas cercano sobre el Potomac.

– Ahora quiza podamos ponernos comodos y conseguir que nos dejen en paz por algun tiempo -comento Giordino, espatarrado en el asiento trasero y con los ojos entrecerrados, sin hacer el menor caso del panorama-. Pensar que podria haber estado en casa hace cuatro dias, disfrutando de la compania de alguna bella dama… pero no, tuviste que insistir en que nos quedaramos para colarnos en el sactasanctorum de Specter.

– No recuerdo haber tenido que rogartelo -replico Pitt sin el menor asomo de arrepentimiento.

– Fue porque me pillaste en un momento de locura.

– No te enganes. Si deciden actuar de inmediato despues de escuchar nuestro informe, habremos ayudado a salvar a los Estados Unidos y Europa de un tiempo de perros.

– ?Quien se encargara de impedir que Odyssey abra los tuneles? -pregunto Giordino-. ?El gobierno nicaraguense, un equipo de las fuerzas especiales norteamericanas, o las Naciones Unidas haran otra de sus inutiles peticiones? Los diplomaticos europeos se pasaran meses reunidos mientras sus paises se convierten en cubitos. Ninguno tiene los arrestos que hacen falta para pararle los pies a Odyssey antes de que sea demasiado tarde.

Pitt sabia que Giordino no estaba errado en sus opiniones.

– Es probable que tengas razon, pero ahora el asunto esta fuera de nuestras manos. Hemos dado el alerta. No podemos hacer nada mas.

Gunn cruzo el puente para ir a Alexandria, donde estaba el edificio de apartamentos en que vivia Giordino.

– Desde luego, habeis hecho feliz al almirante -comento-. Es el hombre del dia en la Casa Blanca. Nadie ha dicho nada todavia de vuestro descubrimiento por razones obvias, pero en cuanto los consejeros de seguridad del presidente tengan preparado un plan para acabar con Specter y su diabolico intento, se montara una muy gorda. La prensa y la television se volveran locos y la NUMA sera la mas beneficiada.

– Lo que tu digas -murmuro Giordino, sin hacerle mucho caso-. ?Me llevas a casa a mi primero?

– Tu eres el que esta mas cerca -dijo Gunn-. Despues cogere la autopista de Mount Vernon y dejare a Pitt en su hangar.

Unos pocos minutos mas tarde, Giordino, que apenas si conseguia mantener los ojos abiertos, saco sus maletas del Navigator y subio la escalera de su casa, que era un almacen construido durante la guerra civil y posteriormente remodelado como un edificio de apartamentos de lujo. Levanto una mano en senal de despedida y entro en la casa.

Gunn continuo por la carretera paralela al Potomac, cruzo la entrada del aeropuerto Ronald Reagan y despues siguio por un camino de tierra hasta el viejo hangar de Pitt, que estaba a unos centenares de metros del final de las pistas. Lo habian construido a principios de 1930 para los aviones de una compania que habia desaparecido hacia anos. Pitt se las habia apanado para que lo declararan de interes historico despues de comprarlo y rehabilitarlo como local para guardar su coleccion de coches y aviones antiguos.

– ?Pasaras a recogerme para la reunion? -pregunto Pitt mientras se apeaba.

Gunn sacudio la cabeza y esbozo una sonrisa.

– No estoy en la lista de invitados. Vendra a buscarte un coche del servicio secreto.

Pitt se despidio de Gunn y marco una serie de codigos en su exotico sistema de seguridad mientras el Navigator se alejaba en medio de una nube de polvo. Abrio la puerta agrietada y con la pintura desconchada por efectos del sol y el viento.

La vision que tuvo al entrar nunca dejaba de entusiasmarlo. Era algo sacado del elegante salon de un vendedor de coches de lujo. Todas las paredes, el techo curvo y el suelo estaban pintados de un color blanco brillante, que realzaba la deslumbrante muestra de vivos colores de una flota de treinta automoviles clasicos. A un lado del Marmon V16 habia un Duesenberg 1929, un Stutz 1932, un L29 Cord 1929 y un Pierce-Arrow 1936 con un remolque de fabrica. Aparcados en una hilera habia un Ford 1936 trucado, el Meteor de Dirk y un Allard J2X 1953 rojo fuego. En el fondo del hangar habia dos aviones: un Ford trimotor de los anos treinta y un reactor Messerschmitt 262 de la Segunda Guerra Mundial. Junto a una de las paredes habia un vagon Pullman con un cartel pintado a todo lo largo que decia: MANHATTAN LIMITED. Los unicos objetos que parecian fuera de lugar eran la cabina de un velero montada en una lancha neumatica y una banera con un motor fuera de borda.

Subio la escalera de caracol hasta su apartamento en el extremo norte del hangar, con la maleta y la bolsa del equipo al hombro. El interior de su apartamento parecia una tienda de antiguedades navales. Muebles de viejos veleros, marinas y maquetas de barcos llenaban la sala de estar. El suelo estaba hecho con la madera de teca de la cubierta de un vapor que habia embarrancado en la isla de Kauai en Hawai.

Deshizo la maleta y metio toda la ropa sucia en un cesto junto a la lavadora/secadora, se quito la ropa que

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