que haber ningun problema si la guiamos para que estalle en la base de la ladera del volcan.

Por primera vez, aparecio una sonrisa en el rostro del general Stack.

– Creo que el senor Pitt ha dado en el clavo. La simplicidad del plan lo hace logico. Propongo que investiguemos las posibilidades.

– ?Que pasaria con los trabajadores en el interior de los tuneles? -pregunto Seymour-. No tendrian posibilidades de escapar con vida.

– No lo creo -replico Giordino-. Los habran evacuado a todos por lo menos veinticuatro horas antes de abrir los tuneles.

– No podemos perder ni un minuto -les advirtio Pitt-. Escuche la conversacion de dos mujeres en las oficinas centrales de Odyssey. Dijeron que abririan los tuneles dentro de ocho dias. Ya han pasado tres. Solo disponemos de cinco.

Heckt miro a Seymour por encima de sus gafas de lectura.

– Te toca a ti, Max, poner las cosas en marcha. Necesitamos la aprobacion del presidente para proceder.

– La conseguire en menos de una hora -respondio Seymour, muy seguro de si mismo-. Ahora tendre que convencer a Hampton, el secretario de Estado, para que inicie las negociaciones con las autoridades nicaraguenses con miras a conseguir el permiso de entrada al pais de la fuerza de rescate. -Miro a Stack-. En cuanto a usted, general, confio en que organice y dirija la evacuacion. -Despues le toco el turno a Jack Martin-. Jack, usted se encargara de asustar al gobierno de Nicaragua hasta hacerles creer que la catastrofe es absolutamente verosimil e inminente.

– En eso puedo echarle una mano -ofrecio Sandecker-. Soy amigo personal de dos de los mejores cientificos oceanicos del pais.

Por ultimo, Seymour miro a Pitt y Giordino.

– Caballeros, tenemos una enorme deuda de gratitud con ustedes. Solo desearia saber como retribuirles.

– Hay algo que puede hacer -contesto Pitt, que cambio una mirada de complicidad con Giordino-. Hay un agente del servicio secreto que se llama Otis McGonigle. A mi companero y a mi nos gustaria que lo ascendieran.

Seymour se encogio de hombros.

– No creo que sea dificil de hacer. ?Algun motivo en particular para su eleccion?

– Tenemos una gran afinidad -dijo Giordino-. Es un credito para el servicio.

– Quiero pedir otro favor -anadio Pitt, y miro a Heckt-. Me gustaria leer el expediente que tienen de Specter y su organizacion.

– Mandare a uno de mis correos que se lo lleve al cuartel general de la NUMA. ?Cree que puede haber algo que nos ayude en la presente situacion?

– No lo se -admitio Pitt sinceramente-. Pero desde luego lo leere a fondo.

– Mis analistas ya lo han hecho, sin encontrar nada especial.

– Quiza, solo quiza -insistio Pitt-, puede que encuentre algo que se pasara por alto.

43

Vestido con un pantalon corto blanco, camisa blanca y calcetines largos, Moreau estaba puntualmente a las nueve de la manana cuando Dirk y Summer salieron del vestibulo del hotel con las bolsas del equipo de buceo. El conserje cargo las bolsas en el maletero y todos subieron al BMW 525 bajo una suave lluvia que caia de la unica nube a la vista en el cielo azul. La brisa era suave y apenas si movia las largas hojas de las palmeras.

El muelle donde Moreau habia pedido que amarraran la embarcacion alquilada estaba a poco mas de tres kilometros y tardaron muy poco en llegar hasta el agua por un pintoresco camino de tierra. Moreau entro el coche en el angosto espigon de piedra que se adentraba en el agua, cuyo color cambiaba de un amarillo verdoso junto a la orilla hasta un azul oscuro a medida que aumentaba la profundidad. Aparco donde estaba la embarcacion, apoyada contra el muelle como un patito contra su madre. Los protectores, con aspecto de plumas, golpeaban alternativamente contra la piedra y el casco de fibra de vidrio, mientras la nave cabeceaba en las suaves olas que llegaban de la laguna. El nombre escrito con letras doradas en el espejo de proa era: DEAR HEART.

Era un velero muy bonito, un balandro con la mayor y el foque hasta lo alto del mastil. Media ocho metros de eslora, tres de manga, y un calado de poco mas de metro veinte, y contaba con un pequeno motor diesel auxiliar de diez caballos. En la cabina, equipada con bano, ducha y una pequena cocina, podian dormir comodamente dos tripulantes. Tal como les habia dicho Moreau, el detector de metales Fisher y el perfilador de fondos Klein estaban en la banera, preparados y listos para funcionar. Dirk dejo caer una escalerilla hasta la cubierta y cogio las bolsas que le tiro Moreau, antes de llevarlas a la cabina.

– Buen viaje -le deseo Moreau a Summer-. Llevare el movil conmigo, encendido a todas horas. Por favor, llamenme si surge cualquier problema.

– Lo haremos -prometio Summer.

Bajo la escalerilla agilmente y se reunio con su hermano, que estaba poniendo en marcha el motor auxiliar. A una senal de Dirk, Moreau solto las amarras y permanecio en el muelle con una expresion preocupada mientras el motor impulsaba al balandro a traves de la laguna hasta el mar.

Despues de dejar atras la ultima boya, Dirk izo la mayor y el foque, con Summer al timon. La tela roja brillaba contra el cielo azul. Las velas aletearon durante unos momentos hasta que cogieron el viento y el balandro comenzo a hendir las olas a buena velocidad. Dirk miro a lo largo de la cubierta. Todo se veia limpio y brillante. El Dear Heart parecia tener menos de un ano: las piezas de laton y cromo resplandecian con el sol, y la cubierta estaba fregada a fondo.

Era una embarcacion muy marinera, que se deslizaba por el agua y cabalgaba la marejada como corre un gato por un jardin. Las gotas de un chubasco pasajero salpicaron el agua azul y adornaron con espuma las crestas de las olas. Lo dejaron atras y volvieron a encontrarse con el mar suave y el aire seco. Por delante del baupres el mar se extendia como una inmensa alfombra.

– ?A que distancia esta Branwen? -pregunto Summer, que escorzaba con mano experta al Dear Heart para ganar otro nudo mientras el agua rozaba la borda de sotavento.

– A unos cuarenta kilometros -respondio Dirk-. Pon rumbo al sur. No hace falta nada mas. La isla tiene una torre en el extremo oriental.

El joven se quito la camisa y oriento la vela. Summer se habia quitado el vestido y ahora llevaba un biquini verde estampado. Sus manos sujetaban el timon con firmeza y pilotaba el velero por las crestas y los senos de las olas con maestria, un ojo atento a las islas que asomaban en el horizonte y el otro en la brujula.

Su larga cabellera roja se agitaba con el viento y tenia todo el aspecto de un marinero que sale a disfrutar de un dia de navegacion desde la playa de Newport a la isla Catalina. Al cabo de una hora, cogio los prismaticos con una sola mano para mirar hacia el horizonte.

– Creo que veo la torre -anuncio, al tiempo que la senalaba.

Dirk miro en la direccion que le indicaba. No alcanzaba a ver la torre, pero una mancha sobre la linea del horizonte no tardo en convertirse en la silueta de una isla.

– Aquella tiene que ser Branwen. Navega en linea recta. La rada esta en la costa sur.

Un cardumen de peces voladores salto repentinamente del agua delante mismo de la proa y se disperso en todas las direcciones con un reflejo multicolor. Unos cuantos saltaron junto a la embarcacion, como si esperaran que les arrojaran comida. Luego fueron reemplazados por cinco delfines, que se dedicaron a jugar alrededor del balandro como unos payasos que esperan el aplauso del publico.

La isla ya estaba a poco menos de cinco kilometros y se veia claramente. Divisaron sin problemas la torre y una casa de tres pisos en la playa mas cercana. Dirk cogio los prismaticos para mirar la casa. No vio a nadie; las ventanas estaban cerradas. Habia un embarcadero que salia de una playa de arena, pero no habia ningun casco amarrado.

Cambiaron lugares. Dirk se hizo cargo del timon y Summer fue a proa, donde se sujeto al aparejo para mirar el entorno. Carecia de los atributos habituales en las islas: no habia una vegetacion exuberante con flores

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