tropicales, ni palmeras que se inclinaran sobre la playa. La mayoria de las islas tienen su propio olor. El de la vegetacion que se pudre, de las plantas tropicales y los olores de los habitantes y sus comidas, el olor acre del humo de los campos quemados junto con el aroma del aceite de copra y coco. Pero esta isla parecia ser la esencia de la muerte, como si hediera a maldad.

Escucho el lejano retumbar de las olas contra el arrecife que rodeaba la laguna delante de la casa. Al final de una pista de aviacion diviso un edificio bajo que debia de ser un hangar. Como le habia sucedido a su hermano, no vio ninguna senal de vida. Branwen tenia el aspecto de un cementerio abandonado.

Dirk se mantuvo bien apartado del arrecife mientras miraba con ojo avizor el agua, transparente como la de una banera. El fondo era visible: suave, arenoso, libre de corales. Controlaba frecuentemente la pantalla de la ecosonda para asegurarse de que un brusco ascenso del suelo no pusiera en riesgo la quilla. Con el timon bien sujeto, fue costeando la isla hasta que llego al extremo sur. Consulto la carta y efectuo una pequena correccion en el rumbo antes de meterse en el canal que le marcaba la ecosonda. El oleaje era un poco mas fuerte cuando cruzo la brecha de unos cien metros en el arrecife.

No se trataba de una maniobra sencilla, pues la corriente lo empujaba a babor. Penso en Ulises y sus tripulantes y se dijo que para ellos, que venian de cruzar el Atlantico, habria sido una maniobra muy simple. La ventaja que habian tenido al navegar por aguas turbulentas era que podian emplear los remos. Dirk podria haber puesto en marcha el motor, pero al igual que los pilotos, que prefieren ser ellos quienes aterricen sus aviones en lugar de dejar que lo hagan los instrumentos, queria utilizar sus conocimientos y pericia en el gobierno del balandro.

En cuanto cruzo la entrada el agua se calmo y Dirk observo como el fondo pasaba lentamente por debajo de la quilla. Le cedio el timon a Summer y arrio las velas. A continuacion puso en marcha el motor para navegar por el interior de la rada.

Era pequena, de unos ochocientos metros de largo y otros tantos de ancho. Summer se inclino sobre la borda, atenta a la presencia de cualquier anomalia en el fondo mientras Pitt iba y venia de un extremo a otro de la laguna. Intentaba hacerse una idea de las corrientes al tiempo que se imaginaba a si mismo en la cubierta de una de las naves de Ulises, como ayuda a la hora de decidir en que lugar de la rada habrian anclado los antiguos marineros, tantos siglos atras.

Acabo decidiendose por una zona que estaba protegida de los vientos por una elevacion en la isla, un monticulo arenoso que se alzaba una treintena de metros por encima de la costa. Apago el motor y apreto un interruptor en el tablero de mando para echar el ancla.

– Este parece ser un lugar tan bueno como cualquier otro para zambullirnos e inspeccionar el fondo.

– Es tan plano como el comedor de casa -opino Summer-. No veo monticulos ni perfiles. Es logico, dado que la madera de un pecio celta ha tenido que desaparecer despues de miles de anos. Si encontramos algun resto tiene que estar enterrado.

– Vamos a zambullirnos. Probare la consistencia de la arena y el sedimento. Tu ocupate de hacer una inspeccion visual.

Cuando acabaron de colocarse los equipos de buceo, Dirk comprobo que el ancla estuviese bien sujeta para evitar el riesgo de que el balandro acabara a la deriva. Claro que tampoco podia irse muy lejos en la rada. Como no necesitaban los trajes para protegerse del frio del agua o de los afilados corales, saltaron por la borda solo con los banadores. La profundidad era de unos tres metros y el agua transparente como el cristal. La visibilidad rondaba los sesenta metros y la temperatura era de unos veintisiete grados, condiciones ideales para el buceo.

Cuarenta minutos mas tarde, Dirk subio a bordo por la escalerilla y dejo la botella de aire y el cinturon de lastre en la cubierta. Habia pasado el detector de metales por la arena del fondo para descubrir la presencia de una primera capa de arcilla, pero comprobo que el fondo de piedra estaba por debajo de cinco metros de arena.

Contemplo durante unos minutos la aparicion de las burbujas que senalaban los movimientos de Summer alrededor del balandro. Su hermana no tardo mucho mas en aparecer en la superficie. Subio un par de peldanos y se detuvo para dejar con mucho cuidado sobre la cubierta un objeto cubierto con incrustaciones de coral. Luego acabo de subir y las gotas de agua que se escurrian de su cuerpo mojaron la cubierta de teca mientras se quitaba el equipo de buceo.

– ?Que has encontrado? -pregunto Dirk.

– No lo se. Pesa mucho para ser una piedra. Lo encontre a unos cien metros de la orilla, semienterrado en la arena.

Dirk echo una ojeada a la costa, que continuaba desierta. Tenia una sensacion molesta en la boca del estomago, como si los estuviesen espiando. Recogio el objeto y comenzo a limpiarlo cuidadosamente con su cuchillo. Este resulto ser un ave con las alas desplegadas.

– Tiene el aspecto de ser un aguila o un cisne -opino. Con la punta del cuchillo hizo un pequeno corte en la superficie que dejo a la vista un color plateado-. Pesa tanto porque esta hecho de plomo.

Summer lo cogio para mirar atentamente las alas y la cabeza, vuelta hacia la derecha.

– ?Crees que podria ser celta?

– El hecho de que este fundido en plomo es una buena senal. El doctor Chisholm me dijo que, ademas del estano, en Cornualles abundan las minas de plomo. ?Has marcado el lugar donde lo encontraste?

– Deje la sonda y una banderita naranja.

– ?A que distancia?

– A unos quince metros en aquella direccion. -La senalo.

– Muy bien. Antes de pasar la draga o la sonda de agua, haremos un rastreo con el detector de metales. El sonar escaner lateral no nos servira de gran cosa si los pecios estan enterrados.

– Quiza tendriamos que llamar a Rudi y pedirle que nos envie un magnetometro.

– El magnetometro solo sirve para detectar el campo magnetico del hierro o el acero -replico Dirk con una sonrisa-. Ulises realizo su viaje mucho antes de la era del hierro. El detector de metales, en cambio, nos informara de la presencia del hierro y de casi todos los demas metales, incluidos el oro y el bronce.

Summer encendio el detector Fisher Pulse 10 mientras Dirk conectaba el cable de telemetria y audio a la capsula del sensor. A continuacion paso la capsula por encima de la borda con la precaucion de dejar la longitud de cable precisa para evitar que arrastrara contra el fondo durante la navegacion a baja velocidad. Cuando acabo, levo el ancla.

– ?Preparada? -pregunto.

– Todo a punto -contesto Summer.

Dirk puso el motor en marcha y comenzo a navegar con una pauta de busqueda de idas y venidas paralelas y muy cercanas entre si, como quien siega el cesped. Despues de tan solo quince minutos, la aguja telemetrica comenzo a zigzaguear a la vez que sonaba un fuerte pitido en los auriculares de Summer.

– Nos acercamos a algo -anuncio.

Luego se escucho un pitido suave y la aguja apenas si se movio cuando pasaron por encima de la sonda metalica de Summer clavada en el fondo.

– ?Tienes una buena lectura? -pregunto Dirk.

Summer ya iba a responderle que no, cuando la aguja comenzo a oscilar velozmente para indicar la presencia de uno o varios objetos metalicos debajo de la quilla.

– Tenemos una buena masa abajo. ?Que rumbo seguimos?

– De este a oeste -dijo Dirk, que marco las coordenadas del objetivo en su aparato GPS.

– Vuelve a pasar por el mismo lugar, pero esta vez de norte a sur.

Dirk hizo lo que le habia pedido su hermana. Se alejo un centenar de metros del objetivo antes de virar en un angulo de noventa grados que situo al Dear Heart en el rumbo norte-sur. Una vez mas, los instrumentos enloquecieron. Summer tomo nota de las lecturas en una libreta y miro a Dirk, que llevaba el timon.

– El objetivo es lineal, de unos quince metros de largo y una ancha marca bipolar. Parece tener una masa minima y dispersa, como cabria esperar de una nave destrozada en un naufragio.

– Entra en los parametros de un pecio. Sera mejor que lo comprobemos. ?Cual es la profundidad?

– Unos tres metros.

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