esta arreglado. Creo que alguien ha presionado al inspector y que la orden ha debido llegar de muy arriba. Y estan esperando tu proximo movimiento.
La fatiga dibujaba sombras en su rostro. Sarah sintio el impulso de acariciarselo, pero se limito a rozar su mano con timidez. Nick parecio sobresaltarse ante la caricia y ella se ruborizo. Trato de apartar la mano, pero el se la retuvo. El calor de su piel parecio subir por el brazo de ella hasta invadir todos los poros de su cuerpo.
– Tu crees que Geoffrey esta vivo, ?verdad? -murmuro.
El hombre asintio.
– Creo que esta vivo.
Sarah miro sus manos unidas sobre la mesa.
– Yo nunca crei que estuviera muerto -susurro.
– Y ahora que sabes mas cosas, ?que sientes por el?
– No se. Ya no se nada -lo miro con intensidad-. Yo creia en el. Quiza era una ingenua, pero todos tenemos suenos que queremos que se hagan realidad. Y si tienes treinta y dos anos, no eres muy guapa y estas sola, cuando un hombre te dice que te quiere, deseas creerlo.
– Te equivocas -dijo el con gentileza-. Eres muy guapa.
Sabia que lo decia por mostrarse amable. ?Que pensaria en realidad de ella? ?Que solo una mujer fea podia ser tan credula? Aparto la mano y tomo la taza de te. Seguro que pensaba que Geoffrey habia elegido bien el blanco.
– Fue un matrimonio de mentiras -dijo-. Y tengo la sensacion de haberlo sonado todo. Como si no hubiera estado nunca casada.
Nick asintio.
– Yo a veces he sentido lo mismo.
– ?Estuviste casado?
– No mucho. Tres anos. Llevo cuatro divorciado.
– Lo siento.
Guardaron silencio un momento.
– Sean los que sean tus sentimientos por Geoffrey, sabes que es un gran riesgo seguir en Londres. Si alguien lo persigue, te vigilaran a ti. Es evidente que te siguen. Ya los has llevado hasta Eve.
La mujer levanto la vista.
– ?Eve?
– Eso me temo. Era una profesional. Una ex agente del Mossad. Sabia desaparecer y lo hacia bien. Pero la curiosidad, o los celos, la hicieron descuidarse. Accedio a reunirse contigo y no es casualidad que la mataran entonces.
– ?Yo he causado su muerte? -susurro Sarah.
– En cierto modo, si. Debieron seguirte hasta el pub en el que te reuniste con ella.
– ?Oh, Dios mio! -movio la cabeza con aire miserable-. Casi la odiaba, Nick. Cuando pensaba en Geoffrey y ella… no podia evitarlo. Pero no quiero ser responsable de su muerte.
– La profesional era ella, Sarah, no tu. No puedes echarte las culpas.
La joven empezo a temblar.
– Venganza -dijo con suavidad-. Por eso la mataron.
– Yo no estoy tan seguro.
– ?Que otra cosa podria ser?
– La venganza es uno de los motivos de la tortura, si. Pero supongamos que habia razones mas practicas…
Sarah lo entendio enseguida.
– ?Sacarle informacion?
– Puede que crean que Geoffrey sigue vivo y esperaran que ella los llevara hasta el. Lo que no sabemos es si Eve les conto algo.
Sarah recordo el amor evidente que Eve parecia sentir por Geoffrey y sus ojos verdes y duros. Seguramente sabia donde buscarlo, pero tambien era una mujer de gran resistencia. Jamas habria traicionado a Geoffrey. Habia muerto con su secreto.
?Seria ella tan valiente? Penso en la navaja, en el dolor que podia infligir una hoja en la carne, y se estremecio. Era imposible juzgar el valor propio. El coraje solo aparecia cuando lo necesitabas, cuando te veias obligada a enfrentarte a tus terrores mas oscuros.
Sarah confio en que nunca tuviera que poner a prueba el suyo.
Siete
– Quiero respuestas, Dan. Empezando por quien ordeno la puesta en libertad de Sarah Fontaine y por que.
Dan Lieberman, jefe de asuntos consulares, miraba a Nick con el rostro pasivo de un funcionario que llevaba mucho tiempo en el Departamento de Estado. Los anos de no dejar traslucir nada habian dejado su impronta. Desde que lo conociera cuatro anos atras, Nick no habia visto jamas ninguna emocion en su rostro. Su trabajo lo habia convertido en un gran jugador de poker.
– ?Que pasa con su caso? -siguio Nick-. A mi me parece que se lidia con el de un modo muy peculiar.
– Ha habido irregularidades -admitio Lieberman.
– Si. Empezando con la aparicion del hijo de perra de Potter en la Comisaria.
Lieberman sonrio debilmente.
– ?Que es lo que hay entre el y tu?
– Sokolov. No me digas que lo has olvidado.
– Ah, si, el caso Sokolov. Ahora me acuerdo.
– Tu no lo conociste, ?verdad?
– No.
– Dicen que lo encontraron sus hijos el dia de Ano Nuevo. Tenia dos hijos de unos diez anos. Bajaron al sotano a buscar a su padre y lo encontraron con una bala en la cabeza. Un buen regalo de Ano Nuevo, ?eh?
– Esas cosas ocurren. No deberias arruinar tu carrera por eso.
– Si Potter me hubiera hecho caso, esos ninos habrian estado a salvo en Montana. Y ahora seguramente se esten congelando en Siberia, molestados por la KGB.
– Era un traidor. Se arriesgo y perdio. Pero todo eso ya es historia. No has venido a quejarte de Potter, ?verdad?
– No. Vengo por Sarah Fontaine. Quiero saber que hace el en su caso.
Lieberman movio la cabeza.
– Nick, no deberia estar hablando contigo. Asi que, antes de que te diga nada, dime tu por que te interesa este caso.
– Llamemoslo un ultraje moral. Sarah esta ahora sentada en mi habitacion del hotel preguntandose si es viuda o no. Yo creo que su marido esta vivo. Pero todo el mundo nos dice que ha muerto. Que deberia darle el pesame y olvidarme de todo.
– ?Y por que no haces lo que te dicen?
– No me gusta que me mientan. Y no me gusta que me ordenen que cuente mentiras. Si hay un motivo para mantenerla en la oscuridad, quiero oirlo. Si es valido, me retirare. Pero ella esta sufriendo y creo que tiene derecho a saber la verdad.
Lieberman suspiro.
– De nuevo luchando con molinos de viento, ?eh? ?Sabes como te llamabamos aqui? Don Quijote. ?Por que no te ahorras una ulcera y te vas a casa?
– O se que no me ayudaras.