menos trafico y en recta abierta no podrian competir. El Peugeot era mas rapido.
– ?No puedo despistarlo!
Sarah capto la desesperacion de su voz. Estaban condenados y el no podia hacer nada.
– Ponte el cinturon -le dijo Nick-. Nos estamos quedando sin opciones.
Sarah se abrocho el cinturon y lo miro. Su perfil se habia endurecido, y tenia la vista fija en la carretera. Estaba demasiado ocupado para parecer asustado, pero sus manos lo traicionaban. Tenia los nudillos blancos.
La carretera se bifurcaba. A la izquierda, una senal senalaba hacia Canterbury. Nick la siguio. El Peugeot estuvo a punto de saltarse el desvio, pero giro en el ultimo momento y avanzo hacia ellos.
La voz de Nick atraveso la nube de miedo que se habia formado en el cerebro de ella.
– Empezaran a disparar en cualquier momento. Baja la cabeza. Yo me mantendre en la carretera todo lo que pueda. Si paramos, sal y corre todo lo que puedas. Podria estallar el deposito de gasolina.
– No te dejare.
– Si lo haras.
– No, Nick.
– ?Maldita sea! -grito el-. ?Haz lo que te digo!
El Peugeot estaba tan cerca que Sarah podia ver los dientes del conductor, que sonreia.
– ?Por que no disparan? -pregunto.
El Peugeot golpeo su guardabarros trasero. La joven se agarro con fuerza a la puerta.
– Por eso -repuso Nick-. Quieren echarnos de la carretera.
Hubo otro choque, esa vez en la parte izquierda. Nick maniobro el coche. El Peugeot se coloco a su lado. Sarah, paralizada por el terror, se encontro mirando a traves de la ventanilla el rostro del conductor. Su cabello rubio -tan palido que era practicamente albino- caia hasta casi las gafas de sol. Tenia las mejillas hundidas y la piel como cera. Le sonreia.
La joven solo percibio vagamente el obstaculo que tenian delante. Estaba hipnotizada por el rostro del hombre, por su sonrisa mortifera. Oyo el respingo de Nick y miro hacia la curva… y el coche parado en la carretera.
Nick viro a la derecha y se metio en el carril contrario. Los neumaticos chirriaron. El coche se movia de un lado a otro y los demas vehiculos intentaban evitarlo. Sarah vio campos verdes y se fijo luego en las manos de Nick, que luchaban por controlar el volante. Apenas si oyo el choque metalico y el ruido a cristales rotos que se produjo a sus espaldas.
Luego, el mundo se detuvo. Se encontraron mirando un campo de vacas sorprendidas. El corazon de Sarah empezo a latir de nuevo. Nick apreto el acelerador y giro de nuevo el M.G. hacia la autopista.
– Eso los detendra un rato -dijo.
Sarah volvio la vista. El Peugeot estaba tumbado de lado en el campo. A su lado, de pie en el barro, se hallaba el conductor rubio, el hombre de la sonrisa mortal. La furia resultaba visible en su rostro a pesar de la distancia. Despues, el Peugeot y el se perdieron de vista.
– ?Estas bien? -pregunto Nick.
– Si. Si -intento tragar el nudo seco que tenia en la garganta.
– Una cosa es evidente. No puedes irte sola.
?Sola? La mera idea la aterrorizaba. No, no queria estar sola. ?Pero hasta que punto tenia derecho a contar con el? No era un soldado, sino un diplomatico. Recurria al instinto, no al entrenamiento. Pero era lo unico que se interponia entre los asesinos y ella.
La carretera se bifurco de nuevo. Canterbury y Londres quedaban al oeste. Nick giro hacia el este, a la carretera hacia Dover.
– ?Que haces? -pregunto Sarah, con desmayo.
– No vamos a Londres.
– Pero necesitamos ayuda.
– Ya la teniamos y no nos ha servido de mucho, ?verdad?
– Londres sera mas seguro.
El hombre movio la cabeza.
– No. Alli nos estaran esperando. Lo de hoy demuestra que no podemos contar con nuestra gente. No se si son solo incompetentes o si es algo peor…
?Algo peor? ?Se referia a una traicion? Ella creia que la pesadilla habia terminado, que solo tenia que llegar a la puerta de la Embajada en Londres y echarse en los brazos protectores de la CIA. No habia considerado la posibilidad de que ellos mismos quisieran su muerte. No tenia sentido.
– La CIA no mataria a su propio agente -senalo.
– Puede que no. Pero si alguien de dentro. Alguien con otros contactos.
– ?Y si te equivocas?
– Vamos, piensalo. El agente no se quedo quieto mientras le cortaban la garganta. Lo tomaron por sorpresa. Alguien a quien conocia. Tiene que haber alguien de dentro mezclado. Alguien que quiere matarnos.
– Pero yo no se nada.
– Quiza lo sabes y no te has dado cuenta.
Sarah movio la cabeza.
– No. Esto es una locura. Una locura. Nick, soy una mujer corriente. Voy a trabajar, de compras, hago la cena… No soy una espia. No soy como Eve.
– Pues es hora de que empieces a pensar como ella. Yo tambien soy nuevo en este juego. Y me parece que estoy tan metido como tu.
– Podemos volver a casa… A Washington.
– ?Y crees que alli seria mas seguro?
No; el tenia razon. No tenian adonde huir.
– ?Y adonde iremos? -pregunto con desesperacion.
El hombre miro su reloj.
– Son las doce. Dejaremos el coche en Dover y tomaremos el ferry hasta Calais. Y alli un tren a Bruselas. Luego, tu y yo desapareceremos una temporada.
Sarah miro la carretera sin contestar. ?Cuanto tiempo era una temporada? ?Tendria que pasarse la vida como Eve, siempre huyendo, mirando siempre por encima del hombro?
Vio que Nick apretaba con fuerza el volante y comprendio que el tambien tenia miedo. Y eso era lo que mas la aterrorizaba.
– Supongo que tengo que confiar en ti -dijo.
– Eso parece.
– ?De quien mas podemos fiarnos, Nick?
El hombre la miro.
– De nadie.
Roy Potter levanto el auricular a la primera llamada. Lo que oyo a continuacion le hizo apretar el boton de grabacion. Era la voz de Nick O'Hara.
– Tengo algo que decir.
– ?O'Hara? ?Donde diablos…?
– Nos largamos, Potter. Dejad nuestro rastro.
– ?No podeis iros asi! Nos necesitais.
– Las narices.
– ?Crees que podeis seguir vivos sin nuestra ayuda?
– Si, lo creo. Y escuchame bien, Potter. Investiga a tu gente. Porque algo huele a podrido. Y si descubro que el responsable eres tu, te juro que acabare contigo.
– Espera, O'Hara…
La linea quedo muda. Potter colgo con un juramento. Miro de mala gana hacia la mesa de Jonathan Van Dam.
– Estan vivos -dijo.