Oyo cerrarse una puerta abajo y despues ruidos de pasos que subian la escalera. Una llave entro en la cerradura y alguien abrio la puerta. Sarah se quedo petrificada. En el umbral habia un desconocido.

Nada en el resultaba familiar. Llevaba una gorra negra de pescador caida sobre los ojos, una colilla de cigarrillo colgada de la boca. Olia a pescado y vino. Pero cuando levanto la vista, Sarah solto una carcajada de alivio.

– ?Nick!

El hombre fruncio el ceno.

– ?Quien mas iba a ser?

– Es que esa ropa…

Nick miro la chaqueta negra con disgusto.

– ?No es asquerosa? Huele que apesta -apago el cigarrillo y le tendio un paquete envuelto en papel marron.

– Tu nueva identidad, senora. Te garantizo que nadie te reconocera.

– Me da miedo mirar -abrio el paquete y saco una peluca negra corta, un paquete de horquillas y un vestido de lana especialmente feo-. Creo que les quedaba mejor a las ovejas -comento.

– Eh, no protestes. Alegrate de que no te haya traido una minifalda y medias de seda. Lo he pensado, creeme.

La mujer miro la peluca con aire dudoso.

– ?Negra?

– Estaba rebajada.

– Nunca he llevado peluca. ?Como se pone? ?Por este lado?

Nick se echo a reir.

– No, es al reves. Dejame a mi.

Sarah se la quito.

– Esto no saldra bien.

– Claro que si. Eh, siento haberme reido, pero tienes que ponertela bien -tomo las horquillas de la cama-. Vamos, date la vuelta. Primero tienes que esconder tu pelo.

Sarah se volvio y le dejo recogerle el pelo. Cuando sus manos la tocaron, algo calido y alegre parecio recorrer su cuerpo; no queria que acabara nunca aquella sensacion. ?Era tan reconfortante y sensual que un hombre le tocara el pelo, sobre todo un hombre con manos tan suaves como las de Nick!

La tension que abandonaba los hombros de Sarah se concentraba en el cuerpo de Nick. Mientras luchaba con las horquillas, miraba la piel suave del cuello de la joven. Los mechones de pelo parecian fuego liquido en su mano. El calor subia como una corriente por sus dedos arriba y se instalaba en su vientre. Una fantasia se apodero de el: Sarah de pie en su dormitorio, con los pechos desnudos y el cabello suelto sobre los hombros.

Se forzo a centrarse en lo que hacia y empezo a clavar horquillas en el pelo.

– No sabia que fumabas -musito ella, somnolienta.

– Ya no. Lo deje hace anos. Hoy es solo interpretacion.

– Geoffrey fumaba. No pude conseguir que lo dejara. Era lo unico por lo que nos peleabamos.

Nick trago saliva cuando un mechon de pelo se solto y cayo sobre su brazo.

– Au. Esa horquilla hace dano.

– Perdona -le puso la peluca y la volvio hacia el. La expresion de su rostro, una mezcla de duda y resignacion, le hizo sonreir.

– Parezco tonta, ?verdad? -suspiro ella.

– No. Estas distinta, pero de eso se trata.

La mujer asintio.

– Parezco tonta.

– Vamos, pruebate el vestido.

– ?Que es esto? -pregunto ella-. ?Talla unica?

– Se que es grande, pero no podia pasarlo por alto. Estaba…

– No me lo digas. En rebajas, ?verdad? -se rio ella-. Bueno, si somos pareja, tenemos que ir a juego -miro la ropa estropeada de el-. ?De que vas? ?De vagabundo?

– Por el olor de esta chaqueta, yo diria que soy un pescador borracho. Y tu tienes que ser mi esposa. Solo una esposa soportaria a un tipo como yo.

– Vale. Soy tu esposa. Y tengo hambre. ?Podemos ir a comer?

Nick se acerco a la ventana y miro hacia la calle.

– Creo que ya esta bastante oscuro. ?Por que no te cambias?

Sarah empezo a desnudarse. El hombre siguio mirando la calle y luchando por ignorar los ruidos que oia a sus espaldas: el murmullo de la blusa, el susurro de la falda al pasar por las caderas…

Y de repente penso que estaba en una situacion ridicula.

Durante cuatro anos, habia conseguido mantenerse independiente y libre. Y cerrado su corazon a las mujeres. Y de repente, llegaba Sarah Fontaine y se colaba por la puerta de atras. Precisamente Sarah, que seguia enamorada de Geoffrey. Sarah, que en dos semanas y media habia conseguido que lo echaran de su trabajo e intentaran matarlo. Un comienzo espectacular.

Estaba deseando ver lo que vendria despues.

Nueve

Se sentaron en una taberna llena de risas y humo y compartieron una botella de vino tinto. Un vino fuerte e indisciplinado, «vino de campesino», lo definio Sarah cuando iba por el tercer vaso y la habitacion se habia vuelto mas calida y brillante. En la mesa de al lado, unos viejos tomaban cerveza, contaban historias y reian. Un gato paso entre las sillas y se puso a beber de un plato con leche que habia cerca de la barra. Sarah observaba todos los detalles, escuchaba todos los sonidos. Era un placer estar fuera de su escondite y volver al mundo aunque fuera por una noche.

A traves del humo de los cigarrillos vio que Nick le sonreia. Tenia los hombros hundidos y una barba de un dia. Era dificil creer que se trataba del mismo hombre que habia conocido en una oficina del Gobierno dos semanas atras. Pero ella tampoco era la misma mujer. El miedo y las circunstancias los habian cambiado a ambos.

– Has hecho justicia a la comida -Nick senalo su plato vacio-. ?Te sientes mejor?

– Mucho mejor. Estaba muerta de hambre.

– ?Cafe?

– Dentro de un rato. Antes quiero acabar el vino.

El hombre movio la cabeza.

– Quiza deberias dejarlo. No podemos permitirnos el menor descuido.

– No me he emborrachado nunca -protesto ella, con irritacion.

– Es un mal momento para empezar.

La joven tomo un trago del vaso.

– ?Lo de dar ordenes es una de tus costumbres?

– ?Que quieres decir?

– Desde que nos conocemos lo has controlado todo.

– En absoluto. Lo de ir a Londres fue idea tuya, ?recuerdas?

– Aun no me has dicho por que me seguiste. Estabas enfadado, ?verdad?

– Si.

– ?Viniste por eso? ?Para retorcerme el cuello?

– Lo pense -se llevo el vaso de vino a los labios y la miro por encima del borde-. Pero cambie de idea.

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