– ?Y tu llamas matrimonio a lo que tenias?
La joven nego con la cabeza.
– No. No soy estupida.
– Entonces olvidalo -la beso en la frente-. Tus recuerdos no son reales. Sigue con tu vida.
– Pero hay una parte de mi que todavia se pregunta… -suspiro-. He aprendido algo de mi que no me gusta. Amaba una ilusion. El no era mas que un sueno. Pero yo queria que fuera real. Lo hice real porque lo necesitaba -movio la cabeza con tristeza-. La necesidad nos destroza. Nos hace ciegos a todo lo demas. Y yo ahora te necesito.
– ?Y tan malo es eso?
– Ya no estoy segura de mis motivos. ?Me estoy enamorando de ti? ?O solo me estoy convenciendo de ello por lo mucho que te necesito?
Nick comenzo a abrocharle el vestido despacio, de mala gana.
– La respuesta a eso no la tendras hasta que estes a salvo y seas libre de alejarte de mi. Entonces lo sabras.
Sarah le toco los labios.
– No es que no te desee. Es solo que…
Nick veia su lucha en sus ojos, aquellas ventanas abiertas que no ocultaban secretos. La deseaba, pero el momento y las circunstancias no eran los adecuados. Ella seguia en estado de shock.
– Estas decepcionado -musito ella con suavidad.
– Lo confieso -sonrio el.
– Pero es que…
– No, no. No tienes nada que explicar. Tumbate a mi lado y dejame abrazarte.
La joven escondio el rostro en la desnudez calida del hombro de el.
– Nick, mi angel guardian.
El hombre solto una carcajada.
– ?Y yo que queria manchar mi aureola de santo!
Yacieron juntos en silencio.
– ?Que vamos a hacer? -susurro ella, al fin.
– Estoy trabajando en ello.
– No podemos huir siempre.
– No. Aunque el dinero nos durara siempre, y no sera asi, tendriamos eternamente esta nube sobre nuestras cabezas. Nunca serias libre del todo -la miro con intensidad-. Tienes que cerrar esa parte de tu vida. Y para ello tienes que encontrarlo.
– Pero no se por donde empezar.
– No -repuso Nick-. Hoy he llamado a Roy Potter.
Sarah lo miro.
– ?Tu a el?
– Desde una cabina. Mira, ya sabe que estoy en Bruselas. Posiblemente este vigilando las cuentas bancarias. Ya saben que hemos sacado dinero esta tarde.
– ?Por que lo has llamado? Pensaba que no te fiabas de el.
– Y asi es. ?Pero y si me equivoco y es de fiar? Entonces empezara a investigar a su gente, si no lo ha hecho ya.
– Nos estara buscando.
– Bruselas es una ciudad grande. Y siempre podemos ir a otro sitio -su mirada de volvio insistente-. Sarah, tu estuviste casada con Geoffrey. Piensa. ?Adonde iria?
– He pensado mucho en eso. Pero no lo se.
– ?Pudo haberte dejado un mensaje en algun lugar donde no has mirado?
– Solo tengo mi bolso.
– Pues empieza por ahi.
Sarah tomo el bolso de la mesilla y vacio el contenido en la cama. Solo estaba lo que siempre solia llevar alli, mas las facturas sin abrir que habia sacado del buzon de Eve.
Nick tomo la cartera y la miro con aire interrogante.
– Adelante -dijo ella-. No tengo secretos para ti.
El hombre saco las tarjetas de credito y las fotografias. Miro la foto de Geoffrey unos segundos antes de dejarla sobre la cama. Habia tambien fotos de sobrinos.
– Casi llevas un album completo -observo.
– No puedo sacarlas de ahi. ?Tu no llevas fotos encima?
– Solo la de mi carnet de conducir.
Siguio repasando los trozos de papel que ella habia metido en varios apartados… numeros de telefono, tarjetas, notas… Y Sarah se puso las gafas y empezo a abrir el correo de Eve.
Habia tres facturas. Tras observar la de la compania electrica, paso a la de la tarjeta de credito. Eve solo la habia usado dos veces el mes anterior. En ambas ocasiones para pagar articulos de belleza comprados en Harrod's.
Abrio la tercera factura. Era del telefono. Miro rapidamente la lista de llamadas y estaba a punto de dejarla a un lado cuando vio la palabra «Berlin» en el extremo de la pagina. Era una llamada a larga distancia hecha dos semanas atras.
Apreto el brazo de Nick.
– Mira esto. La ultima de la lista.
Nick abrio mucho los ojos.
– ?Esa llamada se hizo el dia del fuego!
– Me dijo que habia intentado llamarlo, ?recuerdas? Tenia que saber donde se hospedaba en Berlin.
– Pero que descuido dejar un rastro asi.
– Puede que no fuera el numero de el, sino el de un intermediario. Un contacto. Ella no sabia lo que habia sido de el ni donde estaba. Debia estar como loca y por eso llamo a Berlin. Me pregunto de quien sera el numero.
– Podemos llamar. Pero todavia no.
– ?Por que?
– Una llamada de larga distancia espantaria al supuesto contacto. Lo llamaremos desde Berlin -empezo a meter de nuevo las cosas en su bolso-. Manana tomaremos un tren hasta Dusseldorf y de alli iremos a Berlin. Yo comprare todos los billetes. Creo que es mejor que subamos por separado y nos encontremos en el tren.
– ?Y que hacemos cuando lleguemos a Berlin?
– Llamamos a ese numero y vemos lo que pasa. Yo tengo un viejo amigo en el consulado en Berlin. Wes Corrigan. Quiza nos ayude.
– ?Podemos confiar en el?
– Creo que si. Estuvimos juntos en Honduras.
– Tu dijiste que no podiamos fiarnos de nadie.
Nick asintio con seriedad.
– No tenemos opcion. Es un riesgo que hay que correr. Voy a apostar por una vieja amistad.
Vio la preocupacion que expresaban los ojos de ella y la estrecho contra si.
– Es una sensacion horrible la de sentirse atrapada sin futuro -susurro ella.
– Me tienes a mi -murmuro el.
Sarah le toco el rostro y sonrio.
– Si. ?Por que tengo tanta suerte?
– Por los molinos de viento, supongo.
– No comprendo.
– Lieberman solia llamarme Don Quijote.
– ?Y yo soy otro de tus molinos?
– No -le beso el cabello-. Eres mas que eso.
La joven lo beso en los labios.