– ?Por que?
– Por lo indefensa que te vi en la Comisaria.
– Puede que sea mas fuerte de lo que crees.
– ?Estas segura?
– No soy una nina, Nick. Siempre he cuidado de mi misma.
– No estoy diciendo que seas incompetente. Eres una mujer muy inteligente. Una investigadora muy apreciada.
– ?Como lo sabes?
– He leido tu historial.
– Ah, si. La ficha misteriosa. ?Y que mas sabes?
El hombre se echo hacia atras en la silla.
– Veamos. Sarah Gillian Fontaine, estudio en la Universidad de Chicago. Ha participado en media docena de proyectos de investigacion de microbiologia. Es evidente que eres inteligente -hizo una pausa-. Y tambien que necesitas mi ayuda -termino, con suavidad.
Guardaron silencio mientras el camarero cobraba la factura. Cuando volvieron a quedarse solos, Nick dijo con seriedad:
– Se que puedes cuidarte sola en circunstancias normales. Pero estas no lo son.
La joven no podia discutir ese punto.
– De acuerdo -suspiro-. Confieso que tengo miedo y estoy cansada de tener que estar atenta en todo momento. Pero no me subestimes. Hare lo que sea por seguir con vida.
– Me alegro. Porque antes de que acabe esto puede que te hayas convertido en una docena de mujeres distintas. Recuerda que ya no eres Sarah Fontaine. No puedes serlo en publico, asi que dejala atras.
– ?Como?
– Inventate a alguien. Hasta el ultimo detalle. Conviertete en esa persona. Empieza por describirte. ?Quien eres?
Sara penso un momento.
– Soy la mujer de un pescador que lucha por llegar a fin de mes.
– Sigue.
– Mi vida no es facil. Me canso mucho. Y tengo seis ninos que no paran de llorar.
– Bien. Sigue.
– Mi marido… no para mucho por casa.
– Lo bastante para darte seis hijos -senalo el con una sonrisa.
– Tenemos una casa pequena. Todos nos gritamos unos a otros.
– ?Somos felices?
– No se. ?Lo somos?
El hombre inclino la cabeza pensativo.
– Si, somos felices. Quiero a mis cinco hijas y a mi hijo. Tambien a mi mujer. Pero me emborracho mucho y no soy muy amable.
– ?Me pegas?
– Cuando te lo mereces. Pero luego estoy muy, muy arrepentido -anadio con suavidad.
Se miraron a los ojos como lo hacen dos desconocidos que comprenden por primer vez que se conocen bien. Los ojos de el se suavizaron y Sarah se pregunto como seria hacer el amor con el. Aunque Geoffrey habia sido un amante gentil, habia algo frio y desapasionado en el. Intuia que Nick seria muy distinto. La tomaria como un hombre hambriento.
Asio el vaso de vino con mano temblorosa.
– ?Cuanto tiempo llevamos casados? -pregunto.
– Catorce anos. Yo tenia veinticuatro. Tu… solo dieciocho.
– Y seguro que a mi madre no le gusto.
– Ni a la mia. Pero nos dio igual -paso un dedo por el dorso de la mano de ella-. Estabamos locamente enamorados.
Algo en el tono de su voz hizo que ella guardara silencio. El juego parecia haber cambiado. Dejo de percibir la habitacion llena de extranos, las risas y el humo. Solo existia el rostro de Nick y sus ojos, que brillaban como plata.
– Si -repitio el con voz apenas audible-. Estabamos locamente enamorados.
El sonido del vaso al chocar contra la mesa la devolvio a la realidad. Un rio de vino corria por el mantel. El ruido de la taberna la envolvio de repente.
Nick estaba ya en pie con una servilleta en la mano. Limpio el vino y la miro con curiosidad.
– ?Sarah? ?Que te pasa?
La joven se levanto y salio corriendo de la taberna. El aire frio de la noche azoto su rostro. En mitad del callejon oyo los pasos de Nick tras ella. No se detuvo hasta que el la alcanzo y la volvio hacia si. Estaban de pie en medio de una plaza y los edificios relucia como el oro a la luz de las farolas.
– Sarah, escuchame.
– Es un juego, Nick -dijo ella, luchando por soltarse-. Solo un juego tonto.
– No. Ya no es un juego. Para mi no.
La abrazo con tal brusquedad que ella no tuvo tiempo de debatirse ni sorprenderse. Le parecio que caia a traves de la oscuridad y aterrizaba en su pecho. No tuvo tiempo de recuperarse ni tampoco de respirar.
Nick sabia a vino, y ella se movia como una borracha. Intento comprender lo que sentia, pero aquel momento carecia de logica. Separo los labios, se abrazo al cuello de el y sintio la humedad de su pelo.
– Sarah. Sarah -gimio el, apartandose a mirarla-. No es un juego. Es lo mas real que he sentido nunca.
– Tengo miedo de cometer otro error, Nick.
– Yo no soy Geoffrey. Que diablos, no soy mas que un tipo corriente, casi cuarenton y no muy rico. Seguramente tampoco muy listo. No tengo nada que ocultar. Solo estoy solo y te deseo. Lo bastante para meterme en este lio…
La atrajo hacia si con un suspiro. La joven enterro el rostro en su chaqueta, sin importarle que oliera mal. Solo le importaba que la llevaba Nick, que era su hombro el que le servia de apoyo y sus brazos los que la sujetaban con fuerza.
La llovizna dio paso a la lluvia y Nick y Sarah corrieron juntos de la mano. Cuando llegaron a su habitacion, estaban empapados. Nick la observo en silencio quitarse la peluca y soltarse el pelo. La luz creaba sombras extranas en su rostro. Del pelo de el caian gotas de agua por sus mejillas.
Se acerco a ella con ojos ardientes. Le toco el rostro y Sarah se estremecio. La beso. Sabia a vino y a lluvia. Llevo las manos al cuello del vestido y empezo a abrir botones. Sin dejar de besarla, introdujo los dedos bajo la tela del vestido y tomo un pecho en su mano. Se estremecian los dos, pero bajo la ropa empapada de lluvia, ardia un fuego descontrolado.
Nick se quito la chaqueta. Su camisa mojada parecia hielo contra los pechos desnudos de ella. Se dejaron caer sobre el colchon y crujieron los muelles. El hombre se quito la camisa y la tiro al suelo. Sarah recordo lo que habia pensando antes, que el no la poseeria con gentileza, sino como un hombre hambriento.
?Pero queria ella que lo hiciera?
– Estas temblando -susurro el-. ?Por que?
– Tengo miedo.
– ?De que? ?De mi?
– No lo se. De mi misma, creo… Tengo miedo de sentirme culpable.
– ?Por hacer el amor?
La joven cerro los ojos con fuerza.
– ?Oh, Dios mio! ?Que estoy haciendo? Mi esposo esta vivo, Nick…
Las manos de el se apartaron de su pecho y se posaron en su rostro, obligandola a mirarlo. La observo, intentando penetrar en su mente a traves de los ojos. Su mirada apartaba todas sus defensas. Sarah no se habia sentido nunca tan desnuda.
– ?Que marido? ?Simon Dance? ?Geoffrey? ?Un fantasma que nunca existio?
– Un fantasma no. Un hombre.