la posterior reaccion de Miranda, magnificada, habian tejido una enorme red de sentimientos complejos que el no sabria desenmaranar.
Quinn estaba muy orgulloso de todo lo que Miranda habia logrado en diez anos, tanto profesional como personalmente. Sin embargo, la figura del Carnicero seguia persiguiendola, y ella no dejaba que nadie cruzara ese umbral para ayudarle.
Se paso una mano por el pelo mientras paseaba por la amplia habitacion.
Habia que joderse. Vaya mujer. ?Acaso no acababa de decirle que nunca dejaria de amarla? Y ella se habia ido como si nada.
?Acaso no le creia? El nunca le habia mentido aunque, considerando lo vivido en el pasado, quizas ella dudaba de su sinceridad. ?Como podia convencerla?
Quizas habia cometido un gran error diez anos antes, cuando le habia dejado todo el espacio que pedia. La habia respetado demasiado. Deberia haberla visitado en persona, explicarle sus razones con claridad y decirle cuanto la amaba. Todas las veces que fuera necesario, hasta que ella le hubiera creido. Cuando no devolvio las llamadas por telefono, penso que su mejor alternativa era escribirle aquella carta.
Se equivoco. La unica manera de tratar con Miranda era cara a cara.
– ?Hola? Quinn, ?eres tu? -La voz en el telefono lo sobresalto. El sacudio la cabeza para despejarsela.
– Lo siento, Liv, estaba sonando despierto.
– ?Despierto? Son las once de la noche.
– ?Te he despertado?
– No, ?te puedo ayudar en algo?
Olivia era siempre una mujer seria, segun dictaban las reglas. El admiraba su inquebrantable devocion hacia su trabajo como tecnico de laboratorio. No se le escapaba ningun detalle de la investigacion forense.
– ?Has encontrado algo?
– Solo llevo un dia aqui. Las pruebas de laboratorio tardan su tiempo. -Lo dijo como si el debiera saberlo, y asi era. Pero, joder, el queria toda la informacion
– Lo siento -farfullo Quinn.
– Vale.
– ?Es un sarcasmo? -pregunto el, con tono jocoso.
– Estoy cansada. Aqui en Virginia es la una de la madrugada.
– Se me ha olvidado. Te dejo.
– Hay una cosa.
Quinn dejo de pasearse.
– ?Que?
– Hay una muestra de tierra que parece… no se, diferente.
– ?Tierra? ?De donde?
– Espera un momento. -Quinn oyo un ruido de fondo, como si Olivia revisara unos papeles -. Aqui lo tengo. Tenemos diez muestras de tierra tomadas de la barraca donde estuvo secuestrada Rebecca, cada una de un lugar diferente y de la zona inmediatamente circundante. Dos de las muestras del interior son diferentes de la muestra de tierra tomada fuera.
– ?Diferente? ?En que sentido?
– Se ve a primera vista. En primer lugar, es roja. No recuerdo haber leido que la tierra de Montana fuera roja. Y el hecho de que no coincidiera con la tierra del exterior me disparo la alarma. Pero esta no es mi especialidad. He mandado una muestra a Quantico para que la analicen.
– ?Roja? ?Como rojo de sangre? ?De camion de bomberos?
– No, mas bien como rojo ladrillo.
– ?Ladrillo?
– Pero mas ligera que la tierra.
– Me he perdido, Liv.
Ella se echo a reir y Quinn sonrio. Olivia no solia reir, pero cuando reia, su calidez alcanzaba a todo el que la escuchaba.
– Del color del ladrillo, pero con una textura mas parecida a la arcilla que a la tierra. La arcilla es muy fina, pero cuando se moja las particulas se unen.
– ?Como en la alfareria? -pregunto el frunciendo el ceno, intentando imaginar lo que le explicaba Olivia.
– Es el mismo principio, pero este es un tipo de arcilla muy diferente.
– ?Cuando lo sabras? ?Puedes senalar con precision de donde pudo venir? -Estaba a punto de hacer otras diez preguntas cuando Olivia lo interrumpio.
– Lo he mandado lo mas rapido posible, Quinn, pero la muestra esta en manos de Federal Express y mi gente no puede hacer nada hasta que la reciban.
– Lo siento. Pero da la impresion de que es la mejor pista que tenemos.
– Lo se. He estado leyendo todos los expedientes que me dejaste -dijo, y guardo silencio un momento-. ?Como esta Miranda?
– Esta bien.
– ?Y?
– Ya conoces a Miranda. Esta trabajando demasiado, no come lo suficiente. Pero es muy buena en su trabajo. Solo quisiera que no sufriera tanto. -Se dejo caer en la cama y se quedo con la mirada clavada en los pies, pero viendo solo como los ojos azul oscuro de Miranda se llenaban de todo el dolor del mundo.
– ?Quinn?
– Si.
– Todavia la amas.
– Lo se.
– ?Se lo has dicho?
– Si.
– ?Y?
– Le da igual. Le hice dano, Liv. No queria, pero me vi obligado a hacerlo.
– ?Se lo puedes explicar a Miranda?
– Lo he intentado -dijo Quinn. Daba la impresion de estar a la defensiva.
– Si, recuerdo que lo intentaste entonces, cuando todo estaba en carne viva y era un asunto muy emocional. Y ahora, ?que?
– Nada ha cambiado, Liv. He intentado hablar con ella dos veces, pero me rehuye. No quiere escucharme.
– Obligala a escucharte.
– Maldita sea, lo he intentado.
– Intentalo de nuevo.
A pesar de que Nick habia trazado una meticulosa cuadricula en su mapa, casi se paso del desvio que llevaba a la cabana del juez Parker.
Las ramas colgantes de unos arboles gruesos rozaron el techo de su todoterreno cuando subio por la empinada cuesta. Las luces de sus faros iluminaban justo el trozo de delante, pero el estrecho camino de grava estaba flanqueado por gruesos arbustos y enredaderas que rascaban ambos lados del coche al pasar.
Una hora antes, Nick habia estado sentado a la mesa de su cocina comiendo un plato de comida preparada mientras revisaba los mapas y los documentos de propiedad que habia copiado del Registro. Tenia que situar los lindes de esa cabana en concreto en el mapa. De pronto lo vio claro. Aquella propiedad estaba situada en el centro de un circulo de unos veinticinco kilometros y destacaba como si fuera el blanco central. La cabana era la unica construccion accesible a pie a partir de las escenas de todos los crimenes que habian descubierto. Si bien parte del terreno era peligroso y se podia tardar horas, un excursionista con experiencia podia conseguirlo.
Por su forma fisica, el Carnicero podia permitirselo.
Nick pisaba terreno peligroso. La cabana era propiedad del juez Richard Parker.
Aunque su intuicion fuera acertada y la cabana fuera un punto de descanso para el Carnicero, eso no significaba que el Juez Parker estuviera enterado. Aquel hombre era dueno de una propiedad de cuatro mil