llegar hasta la chica por un desvio.

Lo primero era lo primero. Seguiria a Miranda Moore. El placer de cortarle el cuello seria sublime. Quiso matarla justo despues de que ella escapara, pero La Puta le dijo que no. Como si se alegrara de que una de sus presas hubiera escapado. Se habia mofado de el, lo habia provocado, y el sonaba con cogerla por el cuello con las dos manos, romperselo como quien le rompe el pescuezo a un pollo. Crac. Dejarla a la orilla del camino y que los pumas dieran cuenta de ella, mientras los bichos se paseaban por su boca. Se lo tenia bien merecido.

Pero, claro, no hizo nada. En ese momento, no. Siempre habia creido que sin ella el no seria nada. Sin ella, el habria muerto hace anos. Ella lo habia salvado mas veces de las que podia contar. Y el le estaba agradecido. El la amaba.

Ahora la odiaba. Y aquel odio aniquilaba cualquier sentimiento de amor que hubiera albergado por ella.

Se quedo mirando por la cuesta, hacia el barranco mas abajo, pensando en el momento de la ejecucion. Primero, Miranda Moore y los polis. Despues, su chica.

Y luego, su puta hermana.

Desde mas abajo en la quebrada llego el ruido de dos disparos. Su chica. Le estaban robando la chica.

?La muy puta lo pagaria caro!

Bajo la ladera de la montana a grandes zancadas. La caza habia comenzado.

– No podemos esperar a Quinn -le dijo Miranda a Booker.

Habian ido directamente al campo del sur con su jeep. Cuando Miranda no vio a Quinn, siguieron hasta la casa.

Nadie abrio.

Intento nuevamente ponerse en contacto con Quinn, y volvio a salir el buzon de voz. Maldito sea, ?acaso no tenia llamada en espera?

Miranda respiro hondo. En la montana la cobertura de la telefonia movil era un desastre. Ella tenia llamada en espera y la mitad de las llamadas iban directamente al buzon de voz porque las torres de repeticion recibian senales confusas. Tampoco ayudaba en nada el hecho de que el tiempo estuviera empeorando. La manana clara y luminosa se habia convertido en una palidez grisacea que cubria toda la faz de la montana. Esperaban una tormenta fuerte, pero el mal tiempo no debia empezar hasta la noche. Miranda confiaba que asi fuera.

Quinn no tardaria en llegar. Ella sabia que vendria. Pero ?era una buena idea esperar? Entre el tiempo que empeoraba y el hecho de ignorar el paradero de David Larsen, estaba en juego la suerte de Ashley.

Miranda intuia que estaba cerca. Tenia que intentarlo. Si Ashley moria ese dia en la parte de la quebrada llamada Barranco de la Roca, sin que ella echara una mirada, nunca se lo perdonaria.

Ademas, Lance Booker estaba con ella. Era un buen poli y, ademas, un hombre fuerte. Eran dos contra uno. Y Larsen no sabia que la policia le venia pisando los talones. El elemento sorpresa era una ventaja anadida.

– Ashley esta alla abajo. Lo se -dijo Miranda-. Pero si el siente la presion de la policia, podria matarla y huir. Ahora mismo.

Tenemos que llegar a ella antes de que eso suceda. No podemos esperar a Quinn ni a mi unidad. -Miranda habia llamado para que todos los efectivos suspendieran la busqueda en su zona y acudieran a ese punto, no sin antes advertirles que debian tener cuidado.

– Tienes razon -concedio Booker.

Ella respiro lentamente. No estaba segura de lo que habria hecho si Booker no hubiera querido acompanarla en su descenso del Barranco de la Roca. Pero querian seguirle los pasos a Larsen, tenian que hacerlo mientras aun tuvieran luz de dia.

Saco su mapa topografico y lo plego hasta tener el Barranco de la Roca y el area circundante a la vista. Se lo metio en el bolsillo y miro por la pendiente del monte. Vio las hojas revueltas y la tierra por donde Larsen habia subido y saludado a Ryan.

– Aqui -le senalo a Booker; el corazon le latia con tanta fuerza que temia que el agente oyera su miedo.

?Era capaz de hacerlo? ?Sabiendo que podia encontrarse cara a cara con su agresor?

?Como no iba a ser capaz? Si esperaba aunque no fueran mas que diez minutos, Larsen podria llegar antes donde estaba Ashley y asesinarla.

Y ?si Ashley ya habia muerto? Pero no, Miranda intuia que seguia viva. Era demasiado temprano para salir a cazarla. Larsen era un engreido. Le gustaba tenerlas el tiempo suficiente para quebrarlas. Para debilitarlas, de manera que no tuvieran ni una posibilidad de sobrevivir a la caza.

A Miranda no la habia quebrado. No la habia matado. Ella habia escapado, y ahora iba a robarle su presa. Ashley.

Llamo a Charlie, el jefe de su unidad.

– Booker y yo vamos a rescatar a Ashley.

Siguio las huellas de Larsen. Este habia subido en zigzag para no correr el riesgo de caer. Algunas partes eran peligrosas. Si comenzaba a resbalar, no podria parar hasta chocar contra un arbol.

El Barranco de la Roca era una quebrada estrecha de unas ochocientas hectareas que cortaba la montana con un arroyo estacional. Las formaciones rocosas eran un fenomeno geologico increible. Miranda lo habia visto en sus visitas con la clase del profesor Austin. El descenso era peligroso, aunque ellos esa vez escogieron una zona mas facil para bajar, en la cara este mas distante de la quebrada. Pero para llegar alli, tendrian que dar un rodeo de casi una hora en coche.

Bajar por ese lado era la manera mas rapida de llegar al fondo de la quebrada.

Llevaban unos quince minutos bajando la ladera sin ayuda de cuerdas. Ni ella ni Booker cruzaron palabra porque no podian. Miranda ya habia llegado a la conclusion de que, en su estado actual, a Ashley le seria imposible escalar esa ladera. Eso las obligaria a salir por el camino mas largo, lo cual significaba varios kilometros por el lecho del rio durante muchas horas.

Quiza corriendo.

Ahora veia el fondo de la quebrada.

– Booker -dijo, y senalo hacia abajo -. Tenemos que encontrar otra manera de bajar.

– El ha pasado por aqui -dijo Booker.

– Pero el venia subiendo. Podia usar su impulso para subir, asiendose de los arboles. Son casi cien metros hasta abajo. Y los ultimos quince metros son todo roca. Es demasiado peligroso. -A lo largo de los anos Miranda habia visto a varios miembros de su equipo lesionarse intentando subir y bajar superficies planas.

A Booker no se le veia muy contento.

– Puede que tengamos que alejarnos mucho para encontrar un lugar mejor.

– Parece mas facil por alla. Luego volveremos hacia atras al llegar abajo. Pero tenemos que darnos prisa. No sabemos cuando va a volver.

Miranda se giro y comenzo a caminar en paralelo a la quebrada. La tierra mojada debajo de la gruesa capa de pinaza hacia dificil avanzar. Mas abajo, el aire estaba mas frio, y no ayudaba en nada que ahora se hubiera nublado. Casi como si esperara esa senal, una gota gorda de lluvia le cayo en la cara.

– Vigila -le dijo a Booker-. La pinaza se vuelve resbaladiza con la lluvia.

– Miranda, he vivido aqui toda mi vida. Conozco la montana.

– Perdon -farfullo ella.

Booker la miro sonriendo.

– Bajemos por aqui -dijo, senalando una pared que no parecia mucho mas facil que el trozo que acababan de dejar atras. Mucha pinaza, unos pocos arboles caidos, rocas que sobresalian aqui y alla. Y una bajada abrupta.

– ?Estas seguro? -pregunto ella, mirando hacia donde se dirigian. No se veia ningun lugar mejor.

– Totalmente. ?Ves como al final la pendiente es mas suave? Solo hay quince o veinte metros dificiles.

– De acuerdo -. Miranda no estaba tan segura, pero entonces le cayo otra gota en la cara. Se les estaba acabando el tiempo.

Booker bajo primero. Ella ponia el pie donde el pisaba, con el cuerpo casi pegado contra la pared para no perder el equilibrio.

De pronto, Booker empezo a resbalar al ceder el terreno bajo sus pies. Capas y capas de tierra suelta incapaz

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