de soportar su peso. La semana seca despues de las lluvias habia dejado el suelo humedo, pero suelto.

– ?Lance! -exclamo. Booker intento controlar la caida pero cada vez resbalaba mas rapido, hasta que empezo a rodar.

Y cayo al fondo de la quebrada. Medio cubierto de ramas y polvo, se quedo inmovil.

Miranda bajo el monte arrastrandose lo mas rapido posible. Era mas facil ahora que ya no quedaba tierra suelta.

– Lance, ?te encuentras bien?

Vio que se giraba, pero cuando llego al fondo del barranco, jadeando, era evidente que estaba mal.

– ?Que ha pasado?

– Creo que me he fracturado una costilla. Podria estar rota.

Miranda sintio los latidos del corazon con tal fuerza que penso que le estallaria el pecho. Estaban en el fondo del barranco. Solos. Y el Carnicero volveria a alguna hora de esa noche.

Tenia que sacar a Booker de ahi, pero no habia manera de subir la ladera. Y quedaban unos ocho kilometros por la quebrada hasta el otro lado. Quiza lo conseguirian, si paraban de vez en cuando.

Y ?que pasaria con Ashley? ?Como podia abandonarla estando tan cerca? El Carnicero iba a volver.

– Ve a buscarla -dijo Booker, como si le leyera el pensamiento-. Yo estare bien.

– No voy a dejarte solo. Es una de mis reglas… Cuando tu companero cae, te quedas hasta que llega la ayuda.

– Estas son circunstancias especiales. -Booker se sento, haciendo una mueca de dolor-. Ire contigo hasta que encuentre un lugar donde esconderme.

Miranda lo ayudo a incorporarse, imitando sin darse cuenta su mueca de dolor.

– Te pondras bien, Lance. Pero si te cuesta respirar, no te muevas. Puede que tengas una costilla rota, y un movimiento repentino te podria perforar el pulmon.

– Ahora me duele un poco menos.

Empezaron a retroceder siguiendo el lecho rocoso del rio hasta que volvieron a encontrar las huellas de Larsen. Sin embargo, con las rocas era dificil ver de donde habia venido antes de empezar a subir la ladera.

– Mira a tu alrededor, Lance. ?Ves algo que indique por donde paso? -Las gotas de lluvia eran ahora una llovizna nebulosa. Era agradable, pero pronto empeoraria la visibilidad.

– Alla -dijo Booker, senalando hacia el otro lado del arroyo, donde esa parte de la quebrada estaba flanqueada por espesos matorrales.

En efecto, vieron un arbolillo quebrado.

Podria haber sido un oso o un puma. Pero era el unico rastro que tenian, y lo siguieron. Por las huellas de las pisadas que vieron al adentrarse en el bosque, era evidente que por ahi habia pasado un depredador bipedo.

– ?Vas bien?

– Por ahora, si.

Aun asi, avanzaban mas lentamente de lo que Miranda hubiera querido. Saco su radio y llamo a Charlie para comunicarle su situacion. Charlie llevaba diez anos trabajando en la unidad de busqueda y tenia mas experiencia que Miranda. Aunque distorsionada por la estatica, era agradable oir su voz. El equipo de Charlie estaba a diez minutos del rancho de los Parker.

Eso significaba que tardarian al menos una hora en llegar al fondo de la quebrada.

– Charlie, cambio y fuera.

– Entendido, toma…

– Espera.

La habia visto. La barraca.

– ?Miranda?

– Esta aqui. Creo que he encontrado a Ashley. Voy a comprobarlo.

– Hazlo con precaucion.

– Eso hare -dijo ella, y trago saliva-. Fuera.

La destartalada construccion de madera estaba como combada por el paso del tiempo y por los inviernos frios y humedos de Montana. El techo de zinc tenia trozos oxidados pero, a diferencia de la barraca de Rebecca, esta tenia al menos una ventana.

Miranda gritaba en silencio por todos los poros de su cuerpo.

– ?Ten cuidado! -Podria estar ahi. David Larsen, el Carnicero.

– Miranda -susurro Booker. Estaba justo detras de ella. Habia palidecido y sudaba copiosamente.

– Tienes que sentarte -dijo ella, en voz baja.

– No puedo. ?Que hacemos si esta adentro?

– Me serviras de apoyo.

Desenfundaron sus armas. A Miranda no le temblaban las manos, y eso la sorprendio, aunque tenia erizados todos los pelos de la nuca.

Sosteniendo el arma con ambas manos, se acerco con cautela a la barraca. Booker le hizo una senal para que fuera por un lado mientras el iba por el otro. Ella senalo la ventana. El asintio con un gesto de la cabeza y ella se situo por debajo, intentando controlar su respiracion. Estaba casi jadeando, sintiendo un miedo desbocado y a flor de piel.

Ahora no. Por favor, ahora no. La vida de Ashley dependia de ella. Si fallaba…

No. No podia fallar. Y no fallaria.

Lentamente, se asomo para mirar dentro del cuartucho. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad del interior, vio a una mujer desnuda atada sobre un colchon inmundo en medio del suelo. Su pelo rubio parecia negro de suciedad y sangre.

Sharon.

El dolor, la rabia y la humillacion volvieron como una ola que la sacudio y la hizo caer de rodillas. Oh, Dios mio, ?por que? ?Por que has creado a este monstruo?

Pero aquella chica no era Sharon. Era Ashley. Y Ashley la necesitaba.

Y ?si ya estaba muerta?

Miranda respiro hondo y se incorporo. Volvio a mirar por la ventana. Mientras escudrinaba la oscuridad, vio que el pecho de la mujer subia y bajaba. Estaba viva. Quizas habia un Dios, despues de todo.

Y entonces Miranda vio que Ashley no estaba sola.

Estaba a punto de disparar al hombre a traves de la ventana. Se encontraba tendido junto a Ashley, como disfrutando de la violacion recien consumada. Le dispararia, le cortaria los huevos y se los meteria hasta la garganta. Dominada por el odio y la rabia, levanto la pistola.

Se detuvo cuando vio brillar algo metalico. Intento verle la cara, pero era imposible. Estaba inmovilizado, atado con cuerdas, con las manos y los pies detras de la espalda.

Era un cuerpo familiar. Pelo oscuro, camisa beige.

?Era Nick!

Y ?estaba vivo!

Capitulo 31

Miranda se apresuro a rodear la barraca. Maldita sea, la puerta estaba cerrada con una cadena.

Empezo a dar golpes en la puerta.

– ?Nick! ?Nick, soy Miranda! Voy a dispararle al candado y a sacaros de aqui.

Le respondio una voz apagada, pero Miranda no entendio lo que decia. Ashley lanzo un grito, entre adolorido y jubiloso.

– ?Booker! ?Donde estas? -Miranda miro a ambos lados, pero no lo vio.

– Aqui. -La voz venia del otro lado de la barraca, y se notaba debil. Miranda temio que su herida fuera mas grave de lo que daba a entender.

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