nada para impedirlo.

Quinn no lo sabia con certeza, pero no le gustaban esos cabos sueltos, y el papel de Delilah Parker en la vida de su hermano era bastante oscuro.

Nick seguia inconsciente. Tenia una herida grave en la cabeza y una infeccion que deberian tratar. Quinn rogaba a Dios para que sobreviviera.

Por lo visto, JoBeth Anderson se recuperaria. Y los padres de Ashley se habian trasladado desde San Diego. A la joven le darian el alta hospitalaria en un par de dias, y ya habia decidido volver a California.

– ?Que paso con Sam Harris? -pregunto Miranda, disimulando un bostezo.

Quinn se puso tenso.

– Acabo volviendo a la oficina del sheriff y el telefonista le comunico que lo habian relevado de sus funciones. Salio de la comisaria, al parecer, bastante furioso. Manana me encargare de el.

En realidad, no sabia que haria con Harris. Habia puesto en peligro toda la investigacion y nada le gustaria mas a Quinn que aplicarle una sancion ejemplar. Aun asi, penso que deberia dejar la situacion en manos de Nick una vez que se recuperara del todo. Le escribiria un informe formal al sheriff en cuanto hubiesen atado los cabos sueltos de la investigacion.

Por ejemplo, ?donde estaba Delilah Parker? ?Estaba viva o muerta?

Miranda bostezo, y Bill le dijo a Quinn que la llevara de vuelta a su cabana.

– Cuida de ella, Peterson -dijo el viejo. Quinn no dejo de captar el doble sentido.

Bill abrazo a su hija.

– Te quiero, Randy -murmuro en su oido, con la voz enronquecida por las lagrimas.

– Yo tambien te quiero, papa.

A Miranda no le agradaba que se ocuparan demasiado de ella, y Quinn se estaba pasando de la raya. No paraba de asegurarse de que estuviera comoda en la cama, con la pierna elevada, de preparar sus analgesicos y una botella de agua en su mesita de noche, aunque ella insistia en que no se tomaria las grageas. Quinn encendio un fuego en la cocina de lena para combatir el frio que dominaba al ponerse el sol, y le ofrecio algo de comer, otra copa, agua. Le dijo que era tarde y que tenia que dormir.

A pesar de todo, eso si, era muy tierno.

– Quinn, sientate -dijo ella, dando unos golpecitos en la cama.

– No quiero hacerte dano en la pierna.

– No me haras dano. Por favor -pidio, y le tendio la mano. El la cogio.

Quinn se sento y Miranda adivino el cansancio en sus vivos ojos color chocolate. Cansancio, preocupacion y alivio.

Y amor.

En sus ojos asomaron unas lagrimas, pero no de dolor ni de tristeza.

Por primera vez desde que el Carnicero habia cambiado el curso de su vida, se sentia verdadera y maravillosamente viva.

Queria compartirlo todo con Quinn.

El se inclino y le acaricio la mejilla. Ella apoyo toda la cara en su mano, suspiro y cerro los ojos.

– Te quiero Miranda.

Ella abrio los ojos. Lo vio a el buscando su respuesta. Habia sido incapaz de decirlo antes. No porque no sintiera algo profundo por el sino porque tenia miedo. No soportaba la idea de volver a perderlo, y no sabia que haria para vencer su resentimiento y su sensacion de traicion.

Sin embargo, junto con la confusion, habia desaparecido el miedo. El pasado era precisamente eso, pasado.

– Yo tambien te quiero -dijo con voz temblorosa-. Quinn, he sido una tonta. Me senti tan herida hace anos que nunca entendi que hiciste y por que lo hiciste. No se si tenias razon, pero ya no tiene importancia. Se impusieron mi orgullo y mi testarudez. Crei que tu dudabas de mi, y eso me dolio mas que cualquier otra cosa.

– Lamento haberte hecho dano -dijo el, y unas lagrimas brillaron en sus ojos-. Pero nunca dude de ti. Espero que me creas.

– Te creo. Yo tambien te heri. Dije cosas crueles de las que me arrepiento -dijo Miranda, y guardo silencio. Le costaba tanto abrir su corazon, incluso a Quinn, en cuyo rostro resplandecia el amor que sentia por ella.

Miranda respiro hondo y pidio lo que queria, lo que necesitaba. A el.

– ?Podemos recuperar lo que teniamos?

El se inclino hacia delante y la beso ligeramente.

– Randy, no podemos volver atras. No somos los mismos. Pero… -dijo, y volvio a besarla-, podemos seguir adelante.

Una esperanza renacio en el corazon de Miranda. Pero tenia que oirlo. Con toda exactitud.

– ?Que quieres decir? ?Que deseas tu?

– Te necesito a ti. Te quiero a ti. Mi vida ha estado vacia sin ti. Jamas me he enamorado de nadie mas que de ti, y te he llevado siempre en mi corazon. Deberia haber vuelto antes, pero me perdio mi propia testarudez.- Quinn sacudio la cabeza y le recogio un mechon de pelo detras de la oreja.

– Estaba seguro de que, despues de un tiempo, llamarias -dijo-. Que quiza me gritarias pero que, al final, dirias que me querias y preguntarias cuando iria a verte.

– Y bien, creo que si algo queda claro es que somos dos personas muy testarudas.

El le apreto suavemente la mano y la sostuvo contra su pecho.

– Randy, eres increible. Has sido capaz de vencer a tus demonios mediante la pura voluntad. Cada vez que te observaba, pensaba que no encontrarias la fuerza interior, que te dejarias vencer por tus dudas. No podia estar siempre repitiendote que eras valiente y aguerrida. Tenias que demostrartelo a ti misma.

Dicho eso, la beso. Suave, calida y dulcemente.

– Y te lo has demostrado.

– Temia que nunca seria capaz de enfrentarme a ese monstruo que me habia quitado tantas cosas.

Se llevo las manos a los pechos. Unas lagrimas asomaron en sus ojos. Siempre estaria marcada, siempre llevaria en su cuerpo las huellas de un asesino.

– Carino, yo no veo las cicatrices. Te veo a ti. Se que estan ahi, igual que tu, pero es algo exterior. Las cicatrices interiores han sanado. Y hare todo lo que este en mi poder para que nunca vuelvan a abrirse.

Unas lagrimas rodaron por sus mejillas y el se las seco. La beso, apretando los labios contra su boca. Ella se inclino hacia adelante, queriendo algo mas que una leve caricia. Lo deseaba a el, entero y para siempre.

El se retiro, como si temiera hacerle dano.

– No -dijo ella, y volvio a tirar de el.

Los labios estaban separados solo por unos centimetros, y Quinn tenia sus ojos clavados en ella, las miradas entrelazadas en un abrazo invisible. Ella aguanto la respiracion.

– Casate conmigo, Miranda. Te amo. Y esta vez no te dejare marchar.

Ella asintio, con el corazon latiendole a cien.

– Oh, si. Si consigues aguantarme. -Intento reir pero fue casi un sollozo -. A veces soy un poco… bueno, bastante obsesiva con ciertas cosas. -Intentaba que su comentario fuera ligero, pero era verdad. Cuando le importaba algo, se concentraba en ello. Intensamente.

– Solo con las cosas que importan -dijo Quinn-. Y nosotros importamos.

– Si, nosotros importamos

Capitulo 36

Quinn se reunio con la agente especial Colleen Thorne y su companero de trabajo, Toby Wilkes, temprano por la manana, en la cabana de pesca de Richard Parker, cerca de Big Sky. La pequena casa en forma de A tenia un

Вы читаете La Caza
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату