balcon que la rodeaba y una vista del lago mas abajo.
Aunque habia dejado de llover en algun momento durante la noche, el aire estaba pesado y humedo y, a ras de suelo, flotaba una niebla grisacea.
Dos agentes habian pasado la noche custodiando la cabana, apostados afuera, y otros dos habian llegado un poco antes que Quinn. Se hicieron las presentaciones y sono el movil de Quinn. Era el agente Zachary, notificando que iba a relevar a los polis apostados al exterior de la cabana de Miranda. Colgo y Colleen lo miro frunciendo el ceno.
– ?Tienes a un poli vigilando la hosteria? ?Por que?
– En realidad, tengo a mas de un poli. Tengo un coche afuera, un agente en la hosteria y otro afuera de la cabana de Miranda.
– Me dijiste que Larsen habia muerto.
Quinn se removio, intranquilo. Colleen era una agente que creia en los hechos y la logica, y era endemoniadamente buena. Al contrario, la inquietud de el tenia que ver con los sentimientos.
– Es Delilah Parker. Puede que sea inofensiva, pero… -No acabo la frase. ?Como podia explicar esa sensacion extrana de que Delilah Parker siempre habia sabido que tramaba su hermano?- Fue su coartada por la violacion en Oregon. Hasta que averigue por que, pienso tratarla como si fuera una amenaza.
– Es probable que, en este caso, se justifique la cautela. ?Preparado? -pregunto, asintiendo con la cabeza hacia la puerta.
Quinn rompio la cerradura de la puerta mientras Wilkes echaba un vistazo al terreno.
– ?Como esta Miranda? -pregunto Colleen.
– Es una mujer sumamente resistente.
– ?Os habeis reconciliado?
El sonrio.
– La unica pregunta es cuanto tardaremos en llegar al altar.
– Me alegro -dijo Colleen, sonriendo.
En la cabana se percibia algo oscuro, frio y vacio. La puerta principal daba a una sala grande, con el salon a la izquierda, la cocina y el comedor a la derecha. La puerta de la cocina daba al balcon trasero, y otras dos puertas daban al cuarto de bano y a una alacena llena de latas de comida y aparejos de pesca.
La planta baja era un espacio vacio y funcional. Solidos sillones de pino con cojines oscuros. Una mesa redonda y grande con seis sillas y, en un rincon, una estufa que calentaria facilmente aquel pequeno espacio.
No encontraron objetos personales en la planta baja, nada que indicara que alguien habitaba el lugar, excepto una solitaria taza en el fregadero. Quinn tomo nota y la guardo como prueba.
Una escalera de caracol llevaba a un
A primera vista, la habitacion parecia deshabitada. La cama estaba hecha, y en la comoda no habia objetos personales. No habia ropa en el suelo y el cesto del rincon estaba vacio.
Desde una ventana se veia un pequeno prado y la ladera de un monte de pinos. Podria haber sido un sitio romantico como refugio de una pareja de amantes.
Bajo la ventana habia una mesa. Sencilla, con un solo cajon largo y estrecho. Una silla de madera estaba arrimada a ella para escribir.
Con manos enguantadas, Quinn abrio el cajon. Teniendo en cuenta que la casa estaba vacia, no esperaba encontrar nada.
En el interior habia boligrafos, papel suelto, clips y otros chismes. Entre todos aquellos objetos habia una caja, de aquellas que sirven para guardar sobres y hojas.
Quinn sintio que algo en el pecho se le tensaba y se puso instintivamente en alerta. Saco la caja con cuidado y la dejo sobre la mesa.
– ?Que es eso? -pregunto Colleen, mirando por encima del hombro de Quinn.
En lugar de contestar, el levanto la tapa.
Era una especie de diario. El forro de piel estaba desgastado y brunido de tanto manoseo. Lo saco con cuidado de la caja.
Sobre la mesa cayeron varias tarjetas de visita. No, no eran tarjetas de visita…
Eran carnes de conducir.
Con el corazon en la mano, recogio una, la giro y vio la foto del carne de conducir de Penny Thompson.
Sintio que tragaba bilis mientras conto los veintidos carnes de conducir. Veintidos victimas en quince anos. Sharon Lewis. Elaine Croft. Rebecca Douglas. Le temblo la mano cuando llego al carne de una joven Miranda Moore.
Abrio el diario.
Con un sentimiento de horror parecido al vertigo, Quinn paso las paginas.
?Dee? ?Delilah?
Quinn paso por encima del secuestro de Miranda y Sharon y la cronica de las violaciones. No podia leerlo en ese momento. Deberia haberlo puesto todo en manos de Colleen. Estaba demasiado involucrado personalmente.
Pero no lo hizo. Larsen habia muerto.
Quinn sintio que se le erizaban los pelos de la nuca al leer unas paginas mas alla.
La letra se deterioraba a lo largo de la pagina porque el boli se hincaba en el papel hasta rasgarlo en dos trozos. Quinn no sabia si Larsen odiaba a Delilah o a Miranda, o a las dos. Volvio la pagina y encontro una nueva entrada, fechada una semana mas tarde. Podia ser una ironia del destino, pero era la misma semana que Miranda habia viajado a Quantico. La letra volvia a ser pulida y ordenada.
Quinn cerro el libro de un golpe y se lo paso a Colleen antes de que hiciera una estupidez, como, por ejemplo, romperlo en pedazos.
– Lanzad una orden de busca y captura de Delilah Parker. Se la debe considerar peligrosa.
Todo era culpa de Miranda Moore.
Delilah lloraba por Davy. Su hermano pequeno estaba muerto. Ella lloro al oir las noticias mientras se escondia en la casa de vacaciones de la familia Vought. Sabia que no vendrian de California hasta que sus hijos hubieran acabado el colegio el mes siguiente.
Se podria quedar hasta el viernes, cuando viniera el cuidador a abrir la casa y limpiarla, aunque tambien