Se levanto y camino hacia la puerta. Acto seguido, se dio la vuelta y regreso al escritorio. Al menos tenia el hotel, el unico motivo del que podia enorgullecerse.
Pero estaba a punto de perderlo.
Se paso las manos por el pelo, temblando. Se sentia culpable de la situacion en la que se encontraba. No podia responsabilizar a su esposa, ni a ninguna otra persona. Habia olvidado las ensenanzas de su padre, que siempre le aconsejaba invertir con cautela y no implicar, por ningun motivo, la fortuna familiar.
Nueva Orleans habia sufrido un fuerte crecimiento economico en la epoca en que decidio renovar el hotel, y el prometido aumento de turistas, unido al aumento del precio del petroleo, parecian augurar buenos tiempos.
Todo el mundo habia ganado mucho dinero. Muchisimo dinero. Philip, como muchos otros hombres de negocios, se dedicaba a viajar en limusina. Era la epoca de los excesos. Una epoca en la que no habia considerado un riesgo gastar medio millon de dolares en la renovacion del hotel. En aquel momento le parecio una necesidad ante la creciente competencia hotelera, y se habia confiado al pensar que podria contar los gastos con el crecimiento de la ocupacion.
Por desgracia, no tenia dinero para pagar los prestamos. El precio del petroleo se habia derrumbado, y el mercado con por si fuera poco, el cacareado crecimiento economico de Nueva Orleans habia demostrado ser otra mentira, otro sueno especulativo de los grandes intereses financieros. Todos los dias quebraba alguna empresa y los turistas ya no viajaban la ciudad. La ocupacion del hotel habia caido al treinta por ciento, y los bancos ya no le concedian mas tiempo para pagar los creditos. Exigian un dinero del que no disponia.
– ?Philip?
Hope se encontraba en el umbral del despacho. Llevaba bata de seda, morada. Se habia soltado el pelo, que le caia sobre los hombros como un halo. Estaba muy atractiva.
– Llevas horas encerrado…
– ?De verdad?
– Si -respondio, mientras caminaba hacia el-. ?Que sucede?
– Tenemos problemas. Financieros.
Hope palidecio.
– ?Que quieres decir?
– Los bancos exigen que pague los creditos, y no tengo dinero.
– ?Cuanto debemos? -pregunto, horrorizada.
– Quinientos mil dolares.
– No es mucho dinero. Estoy segura de que lo conseguiremos. Alguien puede prestarnoslo, no se…
– No lo conseguiremos.
– ?No? Tiene que haber algo que podamos vender. Acciones, o bonos, o algo asi.
– Solo tenemos la casa, tus joyas, las obras de arte y varias propiedades en la ciudad. Inverti mucho dinero en inmobiliarias, pero ha resultado un fracaso.
– Vendelas. Vende las propiedades, Philip, antes de que sea demasiado tarde.
– ?Crees que no he pensado en ello? No valen lo que pague por ellas. Una multinacional me ha ofrecido hacerse cargo de las deudas a cambio de quedarse con la mitad del hotel.
– Oh, Dios mio… Seremos el hazmerreir de toda la ciudad…
– De todas formas, no acepte la proposicion.
– ?La rechazaste? ?Y que vamos a hacer?
– El hotel es todo para mi, Hope. No podemos perderlo -la miro fijamente-. Ni siquiera en parte.
Philip camino hacia ella y se detuvo a escasos centimetros antes de continuar hablando.
– Tenemos tus joyas, las obras de arte y el Rolls Royce. Tenemos la mansion y la casa de verano.
– ?Que intentas decirme?
– Que debemos vender todo lo que podamos.
– Dios mio. ?Como podre mirar a la cara a mis amigas? ?Que les dire?
– ?Me importa un bledo lo que piensen tus amigas! -exclamo, irritado con su actitud.
– No me hables en ese tono, Philip. Yo no soy la culpable de este desastre.
– No, claro que no, tu no eres culpable de nada -espeto con ironia.
– Dijiste que cuidarias de mi. ?Como te atreves a pedirme que venda la casa y mis joyas? ?Donde viviremos? ?Y que hay de Glory? ?Que hay de su futuro?
Sus injustas palabras lo hirieron tanto que se aparto de ella y permanecio en silencio un buen rato antes de contestar.
– Te he cuidado toda la vida. En cuanto a Glory, siempre he cuidado de su bienestar y seguire haciendolo.
– ?Como? ?Vendiendo la casa?
– No tenia intencion de venderla, sino de alquilarla o algo asi. De todas formas no acabariamos debajo de un puente, te lo aseguro.
– ?Y cuanto tiempo estariamos fuera? ?Dos semanas? ?Dos anos? ?Diez?
– Ya basta, Hope.
– ?Como has podido permitir que sucediera algo asi? Eres un hombre estupido. ?Como has podido ser tan idiota?
Philip agarro las manos de su esposa y entrecerro los ojos.
– ?Has olvidado ya tus votos nupciales? ?No decian algo como que tenias que apoyarme en los buenos tiempos y en los malos? Sera mejor que corras a confesarte. Tu alma corre el peligro de arder en el infierno.
– Sigue, no te detengas. Sigue blasfemando. De todas formas rezare por ti.
– Venderemos la casa de verano y alquilaremos la mansion la hipotecaremos. Tambien nos libraremos del Rolls, y si es necesario, de las obras de arte y de tus joyas. No tenemos otra opcion.
– ?Y que hay de la oferta de la multinacional? ?No podria…?
– No. Buenas noches, Hope.
– ?Philip? -pregunto en un murmullo-. Mirame.
Philip reconocio de inmediato aquel tono de voz. Solo lo llamaba de aquel modo cuando deseaba algo. La miro, incapaz de detenerse.
Hope dejo caer la bata al suelo. El camison transparente llevaba debajo no dejaba demasiado a la imaginacion. Podia contemplar, perfectamente, sus oscuros pezones, sus caderas, su cintura y su pubis.
– Ven aqui…
Philip obedecio. Hope acaricio sus hombros con suavidad y su esposo se excito de inmediato. La atrajo hacia si con fuerza. Hope gimio, como siempre hacia; era un sonido que lo perseguia en sus suenos, y en sus pesadillas.
– Tenemos otra opcion -declaro su esposa con sensualidad calculada, sin dejar de besarlo-. Acepta la oferta de la multinacional. Aun tendrias el control del cincuenta por ciento. No seria tan malo… ?Que puedo hacer para convencerte?
Philip sabia que lo estaba manipulando de la forma mas burda, pero necesitaba poseerla alli mismo, sobre el escritorio.
Hope le bajo la cremallera de los pantalones e introdujo su mano. Philip se estremecio. Sabia que si accedia a sus deseos podria tenerla durante una temporada, hasta que decidiera que ya no estaba en deuda con el, y la odiaba tanto como la deseaba.
Pero el mayor de los odios lo reservaba para el mismo.
– Podriamos decir que estabas cansado del trabajo. Que no tienes ningun hijo que pudiera hacerse cargo de hotel y que decidiste delegar parte de la responsabilidad -continuo ella-. Seria una solucion perfecta, ?no lo comprendes? Podriamos estar asi.., todo el tiempo.
– Si -murmuro el, desesperado.
– Dilo otra vez, carino. Di lo que quiero oir y seremos felices.
Philip noto su tono triunfante. Abrio los ojos y la miro. Entonces vio con claridad su alma, y la imagen no pudo ser mas aterradora. En Hope no habia ni un atisbo de bondad, ni de decencia.
– Philip, carino, ?que sucede?
Philip le dio la espalda. Se sentia enfermo por su propia debilidad, por lo que habia estado a punto de hacer.