colegio, demasiado joven para el.

– ?A que piso vas?

– Al sexto -contesto, observandolo con interes-. Odio esperar, ?y tu?

– Eso depende.

– ?De que?

– De lo que este esperando.

– Ah, asi que eres uno de esos.

Santos arqueo una ceja.

– ?A que te refieres?

– Una de esas personas que piensa que las mejores cosas de la vida merecen la espera.

– ?Y tu no lo crees asi?

– No. ?Quien quiere esperar? Cuando veo algo que quiero, lo tomo.

Santos rio. Ahora sabia que clase de chica era. Mimada y muy creida, como las chicas que habia visto en el instituto Vacherie. De todas formas, lo intrigaba.

– Una forma muy «inmediata» de vivir.

– Y te parece mal…

– No he dicho eso.

– No es necesario que lo digas. ?Como te llamas?

– Santos -contesto.

– Santos… Un nombre original.

– Para alguien original.

La joven abrio la boca para decir algo, pero las puertas del ascensor se abrieron en aquel instante.

– Este es mi piso -dijo el.

Victor salio, y se alejaba cuando la chica volvio a hablar.

– Me llamo Glory.

– Glory -repitio-. Un nombre bastante original.

– Si, bueno, eso es porque soy una chica original -sonrio-. Ya nos veremos, Santos.

Cuando las puertas se cerraron, Santos sonrio para sus adentros. Fuera quien fuese, era bastante coqueta. Seguramente llevaba de cabeza a sus padres, y seguramente se divertia con ello. Las chicas como Glory siempre buscaban lo mismo en el. Una aventura. Una manera como otra cualquiera de desafiar sus estrictas normas sociales. Lo utilizaban y el las utilizaba a su vez. Todo el mundo era feliz.

En cualquier caso, en su mundo no habia sitio para chicas como ella.

Saco el sobre que llevaba en el bolsillo y miro el numero de la habitacion. Cuando la encontro, entro sin llamar. Una secretaria se encontraba trabajando junto a la puerta, escribiendo a maquina.

– ?Puedo ayudarlo? -pregunto la mujer con frialdad.

– Vengo a ver a Hope Saint Germaine.

– ?Esta citado?

– Si. Tengo que entregarle un sobre.

– Vere si puedo darselo.

– Lo siento, pero debo entregarlo en mano. Si no esta, esperare.

– ?Como se llama? -pregunto, irritada.

– Victor Santos.

– Espere un momento.

La mujer desaparecio por una de las dos puertas que daban a la oficina y reaparecio unos minutos mas tarde.

– Puede entrar.

Santos asintio y la siguio a la habitacion en la que habia entrado. Era una sala enorme y muy bien decorada, con un balcon que daba a la avenida Saint Charles. Una mujer se encontraba de pie, de espaldas a el. Cuando la secretaria salio, la mujer se dio la vuelta.

La primera reaccion de Santos fue de abierto desagrado. No le gusto nada que lo mirara como si acabara de salir de algun agujero inmundo. Cuando avanzo hacia el, penso que aun siendo una mujer atractiva habia algo extremadamente frio en ella. Era tan altiva que casi daba en el techo.

– ?Hope Saint Germaine?- pregunto.

– En efecto. Y creo que tiene algo para mi.

Santos le dio el sobre, que la mujer recogio con asco, como si creyera que podia contaminarla.

– Tengo entendido que usted tambien tiene algo que darme a mi -dijo el, ofendido por su actitud.

Hope no le hizo ningun caso. Regreso a su escritorio y abrio el sobre para examinar su contenido. Satisfecha, lo guardo en un cajon y saco otro sobre. Despues miro a Santos, sin moverse del sitio, esperando que fuera el mismo a recogerlo, como si fuera un perro.

El joven apreto los dientes y se cruzo de brazos. No estaba dispuesto a que una bruja de la alta sociedad lo humillara.

Pasaron varios segundos, al cabo de los cuales la mujer cedio y se acerco a el.

Santos sonrio. No recordaba haber visto a nadie tan despreciable en toda su vida.

– Tomelo y marchese -dijo la mujer, alzando el sobre.

Victor mantuvo su mirada. Resultaba evidente que aquella bruja se creia mucho mas importante que el. Y probablemente lo fuera. Pero no permitiria nunca que nadie lo tratara como a un esclavo. Ni siquiera Lily.

– Tomelo -dijo de nuevo, esta vez con clara irritacion-, O marchese sin el.

Santos lo tomo, pero sin ninguna prisa.

– Muchas gracias -dijo-. Siento decepcionarla, pero tengo que marcharme.

La mujer enrojecio de ira.

Sin esperar otra respuesta, Santos se dio la vuelta y se marcho de la habitacion. No le paso desapercibida la hostil mirada de la secretaria, En cuanto se encontro en el pasillo se dirigio a los ascensores, pero prefirio bajar por la escalera. Bajo los escalones de dos en dos, ansioso por escapar de aquel aseptico lugar.

Abrio las enormes puertas de cristal del hotel y salio al exterior. El sol brillaba, Era bastante calido para ser una tarde de octubre. Respiro profundamente, dejando que la belleza del dia eliminara de algun modo el desagrado de la experiencia por la que acababa de pasar. Su encuentro con Hope Saint Germaine le habia dejado un amargo sabor de boca. Su actitud, su vision del mundo y su propia existencia era como un simbolo de todo lo que no funcionaba en el sistema. La misma actitud que habia evitado que se resolviera el asesinato de su madre.

Cruzo la calle, en direccion a la parada de autobus, sin dejar de preguntarse donde habria conocido Lily a aquella arrogante mujer. Y sobre todo, que asuntos tendria con ella.

Entrecerro los ojos, pensativo. Habia algo muy familiar en Hope Saint Germaine, algo que recordaba vagamente. Pero estaba seguro de que mas tarde o mas temprano lo recordaria.

– ?Santos!

Santos se volvio. En la esquina habia un Fiat descapotable, de color rojo. Y en su interior, la chica que habia conocido en el ascensor.

Tal vez fuera demasiado joven y mimada para el, pero de todas formas no le hacia ascos a un dulce, de modo que se dirigio hacia ella.

– Bonito coche. ?Estas segura de que sabes conducirlo?

– ?Por que no lo descubres por ti mismo? Sube.

Santos dio la vuelta al vehiculo y se sento en el asiento del copiloto.

– Muy bien. ?Pero que hay de los guardaespaldas? -pregunto, mirando hacia el lugar donde se encontraban el portero y el aparcacoches del hotel.

– Oh, se exceden protegiendome. Ya sabes como son esas cosas.

– Si, claro -se coloco el cinturon de seguridad-. Lo se muy bien. ?Adonde vamos?

– No lo se -rio-. Queria sorprenderte.

La joven arranco de golpe, ganandose unos cuantos bocinazos. Santos movio la cabeza en gesto negativo, pensando que se habia buscado un problema innecesario.

Permanecieron en silencio unos minutos, hasta que la joven decidio salir a la autopista. Debia reconocer que

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