– ?Pero que ocurriria si yo no soy su destino?
– No creo que funcione de ese modo -rio Liz a su vez. Salieron del edificio a la soleada y fria tarde. Glory parpadeo un segundo, deslumbrada por el sol. Y cuando se aclaro su vision vio a Santos. Estaba junto al arco de entrada, mirando de un lado a otro como si estuviera buscando a alguien. Entonces supo que habia ido a buscarla.
Estuvo a punto de quedarse sin respiracion.
– Es el, Liz, es Santos…
– ?Donde esta?
– Alli, ?no lo ves? A la derecha del arco de entrada. El chico de la camiseta negra y las gafas de sol.
– ?Estas segura? No puedo ver su rostro.
– Es el. Lo reconoceria en cualquier parte. Oh, Dios mio, ?que hago ahora? -pregunto, aferrada al brazo de su amiga-. Ni siquiera puedo respirar. Creo que voy a desmayarme.
– Tranquilizate. No querras que nadie te oiga, ?verdad? Si no te encuentras bien, no te acerques. Si tienes miedo…
– No es eso, es que… Si esta aqui, es posible que sienta lo mismo que yo. Como dijiste, el destino me ha dado otra oportunidad.
– En tal caso, ve con el.
– Ven a conocerlo -rio de alegria-. Quiero que lo conozcas.
– No creo que sea buena idea. Los chicos me asustan, a diferencia de ti. No se que decir, y odio sentirme tan patosa y tan fea.
– No eres fea, eres…
– Venga, ve con el. No querras que se vaya, ?verdad?
– Gracias, Liz. Eres la mejor.
Glory sonrio a su amiga y corrio a encontrarse con su destino.
Pero fue demasiado tarde. Santos se habia marchado.
Capitulo 25
Esta vez, Santos no se fijo en el hotel Saint Charles. No le impresiono su aspecto, ni la gente, ni se pregunto acerca de la relacion que mantendria Lily con la senora Saint Germaine, ni sintio curiosidad por el contenido de un sobre.
Esta vez solo podia pensar en una apasionada chica que habia despertado algo distinto en su interior con solo un beso y un reto.
Habia intentado olvidarla. Se habia repetido una y otra vez todo tipo de cosas razonables, y hasta habia intentado salir con otras chicas. Pero no podia dejar de pensar en ella. Ocupaba sus pensamientos de forma constante.
Habian pasado tres semanas desde su encuentro, y estaba muy disgustado consigo mismo. Hiciera lo que hiciese, no podia olvidarla.
El peor momento habia llegado cuatro dias despues de que la conociera. Habia conducido hasta su academia con la esperanza de verla, empujado por un impulso tal vez infantil, como un nino enamorado. Al pensar en ello sintio verguenza. Estuvo un buen rato en la puerta, buscandola con la mirada. Y las chicas que pasaban no dejaban de mirarlo abiertamente.
Pero habia conseguido recobrar la cordura antes de que apareciera, antes de que pudiera verlo.
Subio las escaleras hasta el tercer piso. Entro en el despacho de la senora Saint Germaine, le dio el sobre de Lily, recibio uno a cambio y se marcho, sin intercambiar una sola palabra con ella.
La madre de Glory le desagradaba cada vez mas. Era la mujer mas fria y detestable que habia conocido nunca. No entendia que pudiera tener una hija tan maravillosa.
Al igual que la primera vez, bajo por las escaleras. Y al llegar al vestibulo no aparto la mirada de la salida. No queria verla. Pero a pesar de todo, no pudo evitar echar un vistazo a su alrededor. Algo que consideraba ridiculo. Estaba obsesionado con una nina mimada que seguramente se habia olvidado de el.
Cuando salio a la calle respiro aliviado. Habia conseguido hacer la entrega sin encontrarse con Glory.
Sonrio al portero, aunque en realidad estaba decepcionado, y se dirigio hacia el coche. Lo habia aparcado a unas manzanas de alli, en una calle secundaria. Y cuando llego al vehiculo encontro algo sorprendente.
Glory estaba apoyada en su automovil, tomando el sol. Llevaba unos vaqueros, un jersey blanco y una chaqueta de cuero, negra.
Estaba increiblemente hermosa.
Su corazon empezo a latir mas deprisa. Estaba tan asombrado que ni siquiera pudo hablar. Tomo aire y se dirigio hacia ella. No sabia como se las habia arreglado para encontrarlo.
– Hola, Glory.
La joven sonrio, sin apartar la cara del sol.
– Hola, Santos.
– Es un lugar un tanto extrano para tomar el sol -declaro, mientras sacaba las llaves del vehiculo.
Esta vez, Glory lo miro.
– ?Tu crees?
– Mmmm. Y tambien es una extrana epoca del ano. Estamos a finales de noviembre.
– Me dirigia al hotel cuando vi que aparcabas.
– Asi que me seguiste.
– Podria decirse asi. Queria verte otra vez.
Santos jugueteo con las llaves. Aquella chica lo intrigaba y lo excitaba a la vez. Deseaba cubrirla de besos alli mismo. Nunca habia sido un hombre autodestructivo, y sospechaba que mantener una relacion con ella no seria demasiado saludable para el.
– ?Hoy no tienes clase? -pregunto, mirando su ropa.
– No, es fiesta.
– Mejor para ti. En fin, me ha alegrado verte, pero tengo que marcharme.
Glory se acerco a el y lo tomo del brazo.
– He estado pensando en ti. En nosotros.
– ?En nosotros? -pregunto con incredulidad-. No sabia que hubiera un «nosotros». Recuerdo que nos besamos un par de veces y que dimos un paseo. Pero no significa que mantengamos ninguna relacion. Lo siento, pequena.
– Podriamos mantenerla.
Glory era tan obstinada como bella. Santos se sentia halagado e incluso impresionado por su caracter. Pero no estaba dispuesto a ceder.
Aparto su mano y dijo:
– Se muy bien lo que estas haciendo, Glory Saint Germaine, y no quiero jugar.
– ?Que quieres decir?
Santos penso en su madre, en su forma de mirarlo, e imagino cual seria su reaccion si mantenia una relacion con su hija. En realidad, no le extranaba en absoluto el comportamiento de Glory.
– Estas rebelandote contra tus padres. Contra las limitaciones de tu privilegiada vida. Quieres demostrar algo, a ellos o a ti misma. Quieres vivir una aventura, y que mejor aventura que encontrar a un simple barriobajero como yo.
– Eso no es cierto.
– Mira, ya me conozco el cuento, pequena. He conocido a muchas chicas como tu. A muchas.
– Te equivocas. Entre nosotros hay algo. Lo siento, y se que tu tambien lo sientes. Ademas, no soy como las otras chicas que has conocido.
– Lo eres, carino, y lo siento.
Santos quiso apartarse, pero ella lo impidio.
– Eres tu el que esta jugando, no yo. ?Por que lo haces? ?A que viene tanto disimulo?