– Yo no…

– Te vi -lo interrumpio-. Te vi en el colegio. En mi colegio. Si no hay nada entre nosotros, ?que estabas haciendo alli?

Santos entrecerro los ojos, furioso con ella y consigo. Se habia buscado un buen problema, y por si fuera poco la deseaba a pesar de todo.

– Puede que estuviera esperando a otra chica como tu.

Durante un momento tuvo la impresion de que Glory se habia creido la respuesta. Pero no fue asi.

– No es cierto. Estabas esperandome. Y saliste corriendo.

– ?Que yo sali corriendo? -pregunto, arqueando las cejas-. Tu estas sonando. Comprendi que habia cometido un error al ir y me marche.

– No fue un error -apreto los dedos sobre su brazo-. Creo que lo nuestro podria ser muy bonito.

– ?Tu crees? -rio sin humor-. Eres demasiado joven, y yo tengo demasiada experiencia. No ha cambiado nada desde el otro dia.

Sin embargo, Santos tuvo que aceptar que no parecia tan joven, al menos cuando la miraba a los ojos. Cuando lo hacia, veia a alguien que habia conocido el sufrimiento. Se veia a si mismo, por extrano que fuera.

Tan extrano como que se sintiera tan bien en su presencia.

Se aparto de la joven inquieto por sus pensamientos y por el hecho de que, en cierto modo, estaba realmente asustado. Por mucho que lo negara imaginaba e incluso deseaba una relacion con ella. Y si permitia que tal cosa sucediera, tambien permitiria que le hicieran dano.

– ?Quieres que te diga la verdad, Glory? No creo que saliera bien. Lo de la edad solo es un problema anadido -gruno, frustrado-. No soy tu tipo.

– Mi tipo -repitio ella-. Te refieres a que no eres un nino rico y mimado.

– En efecto. Rico y mimado. No sabes nada de la vida. No sabes lo que significa el sufrimiento. Siempre has vivido entre algodones y no te preocupa jugar con los sentimientos de los demas porque no te importa nada salvo tu misma.

– ?Como lo sabes? -pregunto, herida-. ?Como sabes lo que yo siento, o lo que pienso? No sabes nada sobre mi.

– Mirate en un espejo. Vas a ese colegio para ricos. Estoy seguro de que el dinero que te dan tus padres es mas de lo que gana cualquier persona decente en todo un ano. Y apuesto que vives en Garden District, en una mansion que estara incluida en el patrimonio historico de Nueva Orleans. Seguro que tu familia tiene dos o tres criados y un Rolls Royce. Y tu madre nadara entre joyas y abrigos de pieles.

Esta vez, Glory no supo que decir. Tenia razon. Se dio la vuelta, pero Santos la obligo a mirarlo.

– Para ti es algo normal. El otro dia dijiste, con total naturalidad, que algun dia el hotel Saint Charles seria tuyo. Y no tienes ni idea de lo que eso significa. No eres consciente de tu suerte. En definitiva, princesa, tu y yo no tenemos nada en comun.

Glory estaba a punto de llorar, pero no lo hizo. Santos casi deseo que lo hiciera, porque en cierta forma habria significado que encajaba en la descripcion que habia hecho de ella.

– Es cierto -declaro ella, al fin-. Pero no deberias juzgar a la gente por lo que tiene o por lo que no tiene. No puedo estar mas lejos de la persona que describes. No me importa la riqueza, no me importa nada de lo que mi familia posee. No significa nada para mi. No tienen nada que ver conmigo.

Santos tomo su mano, aun mas irritado que antes. Sabia que tenia razon, pero Glory se estaba ganando un lugar en su corazon y de un modo racional deseaba estar equivocado. Si conseguia que comprendiera, lo dejaria en paz.

Tenia que comprenderlo.

Abrio la puerta del coche y dijo:

– Tengo que ensenarte algo. Sube.

– ?Que quieres ensenarme?

– Lo sabras enseguida.

– No ire contigo a menos que digas adonde.

– Ya veo que no eres tan confiada como dices. ?Es que quieres volver corriendo con tu madre? ?Lo ves? Deberias tener cuidado conmigo. Corre, huye a tu casita. Vete antes de hagas algo realmente estupido.

Sin mas palabras, Santos subio al vehiculo y arranco con la intencion de marcharse. Pero Glory abrio la puerta, subio y dijo:

– Muy bien, ensenamelo.

Victor no dijo nada hasta pasado un buen rato, cuando estaban llegando al barrio frances.

– Pase los primeros siete anos de mi vida en una caravana que apestaba a sudor y a alcohol. Mi padre era un borracho que pegaba a mi madre, y a mi. Siempre deseaba que bebiera aun mas, porque de esa forma estaba tan ebrio que casi no tenia fuerza. No podia hacer nada salvo romperme la nariz y ponerme morado un ojo. Era todo un hombre.

Santos se detuvo un instante antes de continuar.

– No tenia amigos porque solo era un chico de la calle. Y la gente de Texas no es muy amable con los hispanos, sobre todo si tienen ascendente indio. Mi padre era un perfecto blanco, anglosajon y protestante lleno de prejuicios raciales que no dejaba de insultarnos a mi madre y a mi. Mi propio padre, ?no te parece divertido?

– No, desde luego que no.

– Alguien nos hizo un favor matandolo -se encogio de hombros-. Estoy seguro de que el individuo que le rebano el cuello no era consciente de lo aliviados que estarian sus seres queridos.

El vehiculo avanzaba por Canal Street. Acto seguido, se dirigio hacia el barrio frances y empezo a callejear para acercarse lo mas posible a Bourbon Street. En cuanto vio un sitio libre, aparco.

Santos abrio la puerta y Glory lo siguio. Habia elegido de forma premeditada la parte mas peligrosa y pobre del barrio, la zona mas alejada de Garden District, en todos los aspectos.

– Bonito sitio, ?verdad? -la tomo de la mano.

Empezaron a andar. Santos caminaba con tanta rapidez que Glory tenia serios problemas para seguirlo.

– Nuestra saga familiar continua aqui, en el corazon del barrio frances. Cuando mataron a mi padre nos vinimos a vivir a esta zona. Mi madre tenia un primo que vivia cerca, un primo que no dejaba de repetir lo facil que era encontrar trabajo en la ciudad. Pero su primo desaparecio en cuanto llegamos, y la realidad resulto algo distinta -declaro, en el preciso momento en que llegaban a Bourbon Street-. Aqui estamos. La calle que nunca duerme. La calle donde se encuentra el Club 69.

Se detuvieron delante del local. El portero se dedicaba a empujar de vez en cuando la puerta, que se abria y cerraba dejando ver a los dos jovenes, y a cualquiera que pasara por la calle, el espectaculo que se desarrollaba en el interior. Una mujer bailaba, casi desnuda, para un auditorio de hombres borrachos.

Santos habia evitado aquella zona, intentando olvidar. Pero el olvido era algo que le estaba negado.

– Aqui trabajaba mi madre. Eso era lo que hacia para alimentarnos a los dos.

– No sigas, Santos. Por favor, no es necesario. Yo…

– Claro que es necesario -espeto.

La obligo a mirar hacia la puerta. El portero la devoro con la mirada, y Santos noto el estremecimiento de la joven.

– ?Puedes imaginarlo, Glory? Ni siquiera son las dos de la tarde y ya esta lleno de gente. Pero mi madre trabajaba por las noches, porque las propinas eran mejores.

Santos apoyo la cabeza en el oscuro cabello de su acompanante. Respiro profundamente y noto el dulce aroma del champu que usaba Glory, un aroma bien distinto al de las calles de la zona.

– ?Puedes olerlo, Glory? Asi olia mi madre cuando regresaba del trabajo. Olia a hombres sucios. Recuerdo que amaba los domingos porque entonces olia a flores.

Glory gimio, en parte por asco y en parte por lastima. Santos lo noto y se irrito aun mas. Imagino lo que habria pensado de su madre de haberla conocido.

– Vamos.

La obligo a darse la vuelta y la llevo, de nuevo, hacia el coche.

– Sueltame -protesto ella-. Me haces dano.

Santos la solto.

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