– ?Quieres que continuemos, princesa? ?O prefieres regresar a la zona «guapa» de la ciudad?
– ?Por que haces todo esto?
– Para que comprendas.
Subieron al coche y Santos la llevo a otra zona del barrio. Con el corazon en un puno, torcio en Ursuline Street. Otro lugar y otra calle que habia evitado durante mucho tiempo.
Sin quererlo empezo a sudar. Lo asalto tal horror que durante un instante no pudo respirar.
– ?Santos? ?Te encuentras bien? -pregunto ella.
Santos no respondio. No podia.
Al final llegaron al edificio que buscaba. Aparco el vehiculo en una calle estrecha y salieron al exterior. Santos miro la fachada y recordo lo sucedido aquella noche. Recordo la multitud, la ambulancia, los coches patrulla, las luces rojas y azules.
Cerro los ojos y pudo sentir la humedad del aire, el panico, el olor a sudor y a su propio miedo, combinados en una especie de pesadilla surrealista. Por desgracia, no habia sido una pesadilla.
Miro a Glory, aunque en realidad no la veia. Estaba reviviendo los sucesos de aquella tragica noche. Con tal intensidad que vio a los enfermeros bajando la camilla con el cuerpo de su madre.
– Dios mio -dijo ella-. ?Viviais aqui?
– Si. Viviamos aqui.
Caminaron hacia la entrada. Santos apenas podia respirar.
– Aqui fue donde murio, asesinada. La mato un loco, o eso dijo la policia. Fueron dieciseis punaladas. Aqui fue donde la vi aquella noche, cuando llegue por la noche y vi… su rostro.
Recordaba muy bien el cuerpo de su madre. Estaba muy palida, y cubierta de sangre. Santos tuvo que hacer un esfuerzo para no empezar a llorar.
– Era tan bonita, y su muerte fue tan horrible… No merecia morir de aquella manera. No es justo -la miro, emocionado-. Voy a encontrar al canalla que lo hizo. Voy a encontrarlo y hare que pague por sus crimenes.
Glory tomo su mano y la llevo a su boca, para besarla. Las lagrimas de la joven humedecieron sus dedos.
En aquel momento escucharon un claxon y una exclamacion malsonante. Santos habia aparcado el coche en mitad de la estrecha calle y estaba bloqueando el camino. Pero hizo caso omiso de las protestas.
– ?Ves lo mucho que tenemos en comun, princesa? -ironizo-. ?Lo comprendes ahora?
Sin embargo, Glory no reacciono como esperaba. En lugar de mirarlo con horror o lastima, lo abrazo con fuerza.
– Lo siento -declaro con suavidad, entre lagrimas-. Lo siento tanto…
Santos permanecio firme como una roca durante unos segundos. Queria alejarse de ella, negar lo que sentia. Pero al cabo cerro los brazos a su alrededor y hundio la cara en su cabello.
– La queria mucho -dijo.
– Lo se.
Asi permanecieron un buen rato, abrazados, entre el sonido de las bocinas.
Capitulo 26
El paseo por el barrio frances cambio completamente la relacion entre los dos jovenes. Habian dejado de ser unos desconocidos. Ahora los unian fragiles pero poderosos lazos.
Glory lo acepto con facilidad, pero Santos no. No dejaba de repetirse que lo que sentia era irracional y peligroso, que no tenia nada en comun con ella. Pero era algo real, y mucho mas hermoso que ninguna otra cosa que hubiera conocido.
Al principio se contentaban con verse dos o tres veces a la semana, y nunca mas de una o dos horas. Se veian en el colegio, en la biblioteca o en el mercado e iban a comer juntos, contentandose con unos simples besos y abrazos.
Cuanto mas tiempo pasaban juntos, cuanto mas se tocaban, mas dificil resultaba la separacion. Y Glory empezo a arriesgarse. Sabia que mas tarde o mas temprano su madre lo sabria, y tambien sabia que si llegaba a descubrirlo encontraria una forma de separarlos.
Pero la idea de no estar con el las veinticuatro horas del dia le parecia inconcebible. Era como si no pudiera vivir sin el.
De manera que llamo a Liz para que le sirviera de coartada durante sus citas con Santos.
Tal y como habia hecho aquella noche.
Santos la habia recogido en el cine donde se suponia que iba a estar con su amiga, para llevarla despues a la remota zona de Lafreniere Park. Una vez alli, apagaron las luces y Santos la cubrio de besos. El deseo era reciproco.
Glory empezo a acariciarlo, le saco la camisa de los pantalones y ascendio hacia su pecho. Tocar su piel era como tocar el cielo.
– Te he echado tanto de menos -susurro ella.
– Yo tambien a ti.
Se besaron un buen rato, borrachos de deseo. Glory empezo a desabrochar su camisa y el hizo lo propio.
– Eres tan bonita -murmuro Santos.
Acaricio sus senos, solo cubiertos por el sosten de algodon, y se abrazaron. Nunca llegaban mas lejos. Pero aquel dia Glory estaba decidida a hacerlo.
– No sabes lo que dices.
– Claro que lo se -dijo ella, mientras se quitaba el sujetador. Durante un instante Santos no pudo hacer nada salvo mirarla.
– Glory, carino, no creo que sea buena idea.
– Por supuesto que lo es -susurro, llevando las manos de Santos a sus senos-. Tocame, Santos.
Santos lo hizo y ella se arqueo entre sus brazos, estremecida. Cuando sintio el calor de su boca dejo escapar un gemido.
No habia imaginado que el contacto de su piel pudiera ser tan perfecto y maravilloso. Por fin comprendia el poder que Hope tenia sobre su padre, el poder que Eva habia tenido sobre Adan, el poder de algo que podia ser maravilloso o terrible. Con Santos resultaba liberador, como ir montada en las alas de un angel.
Santos era su destino. Si habia tenido alguna duda, en algun momento, ahora estaba completamente segura.
Se tumbo sobre el y sintio su sexo, exquisitamente duro.
En el interior del coche hacia frio, pero Santos estaba sudando.
– No te detengas -dijo ella-. No quiero que te detengas.
– Tenemos que hacerlo.
– ?Por que? Te amo. No volveremos a vernos hasta dentro de tres largas semanas. Y te deseo tanto…
El recuerdo de las fiestas y cenas a las que debia asistir, obligada por su familia, la irrito durante un instante.
– Yo tambien.
– Entonces, no te detengas. Por favor.
– Estas jugando con fuego -declaro, lleno de deseo.
– Y me gusta.
– Glory, sera mejor que…
– ?Que? ?Que ibas a decir?
Glory sonrio y se las arreglo para empezar a acariciar su pubis.
Santos se movio tan deprisa que no se dio cuenta. De repente se vio sentada en su regazo, con las piernas a cada lado de su cintura. Le quito la falda y la dejo desnuda, sin mas prenda que sus braguitas blancas.
– Mi princesa -murmuro-. ?Que haria yo sin ti?
Glory gimio al sentir el contacto de su mano entre las piernas, y Santos la aparto.