En cambio, Santos era un adicto al trabajo, un solitario. No tenia mas familia que Lily. Era un apasionado de su profesion, y no resultaba extrano que se obsesionara con algun caso. Perfectamente capaz de trabajar veinticuatro horas al dia, su celo le habia causado mas de un problema con sus superiores. Decian que era peligroso, irresponsable y demasiado obstinado. En el fondo los molestaba que fuera uno de los agentes mas condecorados del departamento.

Pero a pesar de sus diferencias, Jackson y Santos formaban un gran equipo. Llevaban juntos seis anos, y se habian salvado la vida el uno al otro mas veces de las que podian recordar. Jackson y Lily eran las unicas personas en las que Santos confiaba.

Pero detestaba su gusto culinario.

– ?Estas seguro de que esta vez te tocaba a ti elegir el restaurante? -pregunto Santos.

– Si -sonrio su amigo-. La ultima vez fuiste tu. Ya estaba harto de tanta grasa.

– Mas que un tipo duro pareces un nino bonito.

Jackson rio y se cruzo de brazos.

– Puede ser, pero este nino bonito tiene intencion de vivir muchos anos.

La camarera llego, tomo nota y se alejo. Santos se dirigio despues a su companero.

– ?Tuviste suerte esta manana?

– Un par de prostitutas identificaron el cadaver. Se llamaba Kathi. Llevaba demasiado tiempo en la calle. No tenia chulo, ni era drogadicta.

– Este tipo esta empezando a irritarme -fruncio el ceno-. Estoy seguro de que hemos pasado algo por alto.

– Hasta ahora tenemos cuatro victimas. Todas mujeres. Todas jovenes, morenas y caucasicas. Todas, del barrio frances. Asesinadas del mismo modo, sin variacion alguna. Siempre aparece una manzana mordida por dos extremos. Y en todos los casos se demuestra que uno de los mordiscos lo realizo la victima, de manera que suponemos que el otro lo hizo el asesino.

– Ya, ya lo se, y luego esta lo de las cruces en las palmas -continuo Santos-. Pero tiene que haber algo mas. Algo en lo que no nos hemos fijado.

La camarera aparecio con dos tes helados. Sonrio a Santos, que le devolvio la sonrisa aunque sin prestar demasiada atencion. Su pensamiento estaba muy lejos, en el pasado, a mucha distancia de la atractiva rubia. Estaba recordando otro asesinato, recordando a un chico de quince anos que lo habia perdido todo.

– Lo encontraremos -dijo Jackson-. Uno de estos dias cometera un error y lo detendremos.

– ?Y cuantas chicas tienen que morir mientras tanto?

En la television que habia sobre la barra aparecio en aquel instante un avance informativo. El locutor anuncio que el asesino de Blancanieves habia actuado de nuevo, y acto seguido informaron sobre la conferencia de prensa del alcalde, que critico al departamento de policia y prometio limpiar la ciudad.

Santos lo miro, disgustado.

– Maldito cretino.

– Es increible -dijo Jackson-. En esta ciudad mueren quinientas personas asesinadas al ano, a pesar de lo cual no nos asignan los medios necesarios para combatir la delincuencia. No tenemos presupuesto, ni plantilla. Y sin embargo quieren que encontremos a ese tipo. Todo esto apesta.

– Lo que mas me molesta es que, hasta ahora, no habian prestado ninguna atencion al caso. No tenia prioridad -observo, tomando un poco de te-. Y ahora todo el mundo se indigna porque afecta al turismo.

Santos lo dijo con profunda amargura, porque a diferencia de otras personas se preocupaba realmente por las pobres victimas. Lo sentia por ellas y por sus familias. Sabia lo que significaba perder a alguien querido sin que a nadie pareciera importarle.

Jackson permanecio en silencio unos segundos, antes de hablar.

– Esas chicas no tienen nada que ver con tu madre, Santos. El asesino no es el mismo tipo.

– ?Como lo sabes?

– Actua de modo distinto. Las ahoga, no las acuchilla. Hace el amor con ellas cuando ya han muerto, no antes. Ademas, han pasado veinte anos.

– Diecisiete. Pero olvidas la manzana. Tambien encontraron una junto a la cama de mi madre.

– Una simple coincidencia. Tendria hambre.

– Tal vez, pero… Tengo un presentimiento, Jackson. ?Te acuerdas del presentimiento que tuve en el caso Ledet? Fue poco antes de que cazaramos a aquel canalla.

Jackson asintio mientras empezaba a comer su ensalada.

– Lo recuerdo.

Santos probo su lasana de verduras. No estaba mala.

– Pues es algo parecido. Y te aseguro que se trata de un presentimiento muy fuerte.

– Tus ansias por capturarlo te confunden.

– Puede ser… No, no es asi.

– Santos…

– Escuchame. Los dos sabemos que un asesino en serie no suele actuar tantas veces seguidas en tan poco tiempo. Mata poco a poco y a medida que lo hace mejora su estilo. Tambien sabemos que suelen tener la costumbre de viajar por el pais, matando y cambiando de domicilio. A veces lo hacen durante anos.

– Pero diecisiete anos me parecen demasiados.

– Henry Lee Lucas actuo durante trece anos. John Wayne Gacy, durante diez. Hay montones de precedentes.

– Creo que no estas siendo objetivo.

– ?Eso crees?

– Si.

– Pierdete.

– Y tu tambien.

Los dos hombres se miraron y rompieron a reir.

Durante el resto de la cena charlaron sobre los casos, sobre la familia de Jackson y sobre la salud de Lily. Santos no volvio a sacar el tema del asesino de Blancanieves, aunque no dejo de pensar en ello.

Cuando terminaron de comer, se levantaron. Jackson hizo un gesto hacia el pasillo y dijo:

– Voy al servicio.

– Te espero en la salida.

Santos caminaba hacia la puerta cuando oyo que alguien lo llamaba.

Se dio la vuelta. Tras el se encontraba una mujer medianamente atractiva, delgada y de pelo castano, claro. Trabajaba en el restaurante. Recordo haberla visto al entrar, pero no la habia reconocido.

– ?Santos? ?Eres tu?

– Si, soy yo -le devolvio la sonrisa-. Siento mucho no reconocerte…

– Soy Liz. Liz Sweeney.

Santos tardo un segundo en recordar. Y cuando lo hizo movio la cabeza como si no pudiera creer lo que veian sus ojos.

– ?Liz Sweeney? ?Cuanto has crecido! -rio.

– Tu tambien. Me alegro de verte.

Santos sonrio de nuevo y estrecho su mano. De inmediato le gusto la mujer en la que se habia convertido.

– ?Que tal estas?

– Bien. Trabajo aqui. Es mi restaurante.

– ?De verdad? Es impresionante. Me alegro por ti -dijo, sin soltar su mano.

Liz se aclaro la garganta.

– Ver a hombres en el local ha resultado toda una experiencia. Me temo que mi clientela suele estar reducida al ambito de las mujeres. Espero que te haya gustado la comida.

– Oh, si, desde luego.

Jackson aparecio en aquel momento e intervino en la conversacion.

– Tendrias que incluir carne en el menu para este tipo -dijo, extendiendo una mano para estrecharsela-. Soy Andrew Jackson, un viejo amigo de Victor.

Вы читаете Fruta Prohibida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату