porque lo encontro acorralado por dos policias que parecian haber elegido una estrategia algo mas contundente para convencerlo. Estaba a punto de derrumbarse.
– ?Puedo ayudarlos, agentes? -pregunto, con una sonrisa-. Soy Glory Saint Germaine, la duena del hotel. Me temo que su pretension de interrogar a los clientes llamando puerta por puerta no sera posible. Tendran que encontrar otro modo.
Los agentes se miraron entre si.
– Tenemos ordenes, senora.
– Bueno, he hablado con mi abogado y dice que no tienen derecho a hacer tal cosa sin mi permiso -sonrio con dulzura exagerada-. ?Quien esta a cargo de todo el operativo?
– El detective Santos -respondio el mas joven.
Glory se estremecio.
– ?Y donde puedo encontrarlo?
– En el aparcamiento, con la medico forense. Me temo que tendra que esperarlo aqui.
– Es mi hotel, agente. Ire donde me plazca.
Glory no espero mas. Se dio la vuelta y se dirigio hacia uno de los ascensores.
Una vez en el aparcamiento, observo que habian acordonado todo el piso. Se respiraba cierta tranquilidad en el lugar, en comparacion con el ambiente del vestibulo. Al fondo pudo distinguir a un grupo de personas que observaban algo que se encontraba en el suelo.
Pero pronto descubrio que no se trataba de algo, sino de alguien. Glory se estremecio de nuevo al pensar en la pobre victima.
– ?No puede estar aqui! -exclamo uno de los policias.
– Quiero ver al detective Santos.
Se dirigio hacia el agente.
– Lo siento, senorita -dijo el hombre, tomandola del brazo sin demasiada delicadeza-. El detective Santos esta ocupado. Tendra que esperar en el hotel.
Glory se aparto de el.
– Me llamo Glory Saint Germaine. Este es mi hotel, y exijo ver al detective Santos ahora mismo.
– Muy bien, como quiera.
El agente camino hacia el grupo de policias. Un segundo mas tarde, uno de los hombres se dirigio hacia ella. Pero no era un hombre cualquiera. Era Santos.
El corazon de Santos empezo a latir mas deprisa. Intento recordar que era la duena del hotel, que estaba alli para proteger sus intereses y que debia olvidar sus sentimientos personales.
Santos se detuvo ante ella. Glory escudrino sus oscuros ojos. Era la primera vez que los veia en diez anos, y durante una fraccion de segundo sintio que tenia, otra vez, dieciseis anos.
– Vaya, ya veo que te has acostumbrado a dar ordenes a diestro y siniestro. ?Que puedo hacer por ti? Sea lo que sea, tengo prisa.
Glory prefirio ir directamente al grano.
– No quiero que molestes ni a mis empleados ni a los clientes. Si necesitas algo pidemelo o habla con el abogado del hotel. Nos encargaremos de facilitaros el trabajo.
– ?De verdad? ?Estas dispuesta a ponerte a mi servicio?- pregunto, observandola con insolencia.
– No me presiones. Si te atreves a dirigirte a un empleado o a un cliente sin consultarlo antes conmigo, hare que te quiten la placa. ?Comprendido?
– ?La placa? ?De verdad? -pregunto, divertido-. ?Que harias? ?Hablar con el alcalde?
Glory se cruzo de brazos, ruborizada.
– De hecho, nos conocemos bastante bien. Y el gobernador es un viejo amigo de la familia.
– Vaya, vaya. Muy bien, puedes lograr que me echen del cuerpo. Pero hasta entonces hare lo que sea necesario para realizar mi trabajo. Quiero una lista con los nombres de los empleados y de los clientes del hotel, para interrogarlos. Por cierto, si no cooperas conmigo te acusare por el cargo de obstruccion a la justicia. ?Comprendido?
– Intentalo.
– No me tientes -entrecerro los ojos.
Santos se dio la vuelta e hizo ademan de alejarse. Pero lo penso mejor y la miro de nuevo.
– Glory, te has convertido en la mujer que queria tu madre. Debe estar muy orgullosa de ti.
Sus palabras fueron como un punetazo en el estomago para Glory. Tuvo que hacer un esfuerzo para mantener la compostura. Y cuando estaba a punto de abrir la boca para defenderse, Santos se alejo sin darle ninguna opcion.
Capitulo 41
A las nueve de la manana Glory ya habia hablado con todos los periodistas de los antiguos Estados Confederados, O al menos tenia esa impresion. Por si fuera poco se habia visto obligada a charlar con dos operadores turisticos para que no anularan las reservas en el hotel Saint Charles. Habia convencido al primero y logrado que el segundo prometiera reconsiderar su decision. Por desgracia no habia tenido mas remedio que ofrecer descuentos adicionales; descuentos que las castigadas arcas del hotel no podian permitirse.
Respiro profundamente. Estaba cansada, pero aliviada porque lo peor habia pasado. Pero no se hacia ilusiones. El hotel tenia serios problemas, y se habia limitado a poner parches a una situacion catastrofica.
Se sento en la butaca de su despacho, frente al escritorio que habia sido de su padre; apoyo la cabeza sobre la mesa y cerro los ojos. Tendria que tomar decisiones drasticas e inmediatas con respecto al negocio familiar. Decisiones que no habrian gustado a su padre y que sin duda alguna despertarian la animosidad de su madre.
No obstante, debia hacer algo. Si no actuaba con celeridad para conseguir que se recuperaran la ocupacion y los beneficios del hotel no tendria mas remedio que reducir los servicios y ajustar la plantilla. En poco tiempo empeoraria el estado del establecimiento y el efecto domino haria el resto.
No podia permitirlo.
Gimio, frustrada, y se levanto. Se acerco a la ventana y contemplo la avenida. Los coches de la policia ya se habian marchado, al igual que las furgonetas de los medios de comunicacion y los curiosos. Todo estaba como siempre.
Como siempre. Toco la superficie del frio cristal. Sin embargo, aquel no era un dia cualquiera. Era un dia muy distinto a los demas. Se sentia de otro modo por culpa de Santos.
Verlo la habia inquietado mas que ninguna otra cosa en mucho tiempo. Habian pasado diez anos desde la ultima vez y sabia que debia estar preparada. No en vano era una adulta, una profesional que debia cuidar de un establecimiento con ciento veinticinco habitaciones. Pero el evidente desprecio de su mirada habia derribado el muro protector que habia levantado a su alrededor; habia destrozado todas sus defensas y la habia herido. En su opinion, se habia convertido en la hija sonada por su madre.
Se miro las manos y observo que temblaban. Rapidamente apreto los punos y se dijo que tenia razon, aunque solo fuera en parte.
De todas formas, prefirio esconderse tras sus defensas. Le irrito que se hubiera dirigido a ella con tal ironia, a una mujer tan importante en la comunidad, a una famosa mujer de negocios. No sabia muy bien que habia de malo en ello. Ya no dejaba que las emociones la dominaran. Cuando salia con un hombre, elegia a un individuo apropiado a su estatus. Nada de aventureros, nada de pasiones, nada de rebeldia.
Una y otra vez se repitio que no se habia equivocado, que era una persona adulta y responsable, a diferencia de Santos, que se pasaba el dia jugando a superpolicia callejero. Habia oido que era un obstinado cuya actitud le habia ganado la enemistad de sus superiores.
No podia negar que Santos se habia mantenido fiel a sus suenos, algo que ella no podia decir, pero lo achaco a un comportamiento infantil. Aunque fuera uno de los agentes mas condecorados del departamento de policia.
Estaba mejor sin el.