anos atras.
– Llamame para decirmelo.
– Lo hare.
Santos la beso de nuevo y se marcho.
Liz lo observo. Tenia la impresion de que lo habia perdido. Pero intento convencerse de que no era cierto y regreso al trabajo.
Capitulo 43
Santos y Jackson estaban sentados el uno frente al otro en el escritorio de madera, cubierto de documentos, tazas de cafe y archivos de toda clase. A su alrededor se alzaba el caos habitual de la brigada de homicidios. Llevaban tanto tiempo trabajando juntos que ya no lo notaban.
Santos limpio el centro del escritorio y saco las fotografias de las seis victimas del asesino de Blancanieves. Acto seguido, dio la instantanea de la ultima victima a su companero.
– Ya han hecho la autopsia.
Jackson observo la imagen.
– ?Y que hemos sacado en claro?
Santos le dio dos fotografias mas en las que se apreciaban rasgunos y hematomas.
– En primer lugar, que se resistio. Debio darse cuenta de lo que iba a suceder.
– ?Y la manzana?
– Las dos ultimas chicas no la mordieron voluntariamente. El asesino hizo los mordiscos despues de que murieran.
– Encantador.
– Estoy seguro de que a nuestro hombre tampoco le habra gustado. Como no le habra gustado que la ultima victima se resistiera. Quiere chicas perfectas, angelicales y solteras. Chicas sin compromiso. Pero elige prostitutas.
– Porque cree que asi las limpia de un supuesto pecado.
– En efecto. Porque cree que las purifica.
– Asi que tenemos a un maniaco religioso -observo Jackson.
– Si, lo que no impide que sea necrofilo. No lo comprendo. No encaja.
– Puede que se crea Dios. Las marca con la senal de la cruz.
– Y la manzana no es otra cosa que la fruta prohibida del paraiso terrenal -anadio Santos.
– Exacto.
Santos se levanto, frustrado e inquieto. Necesitaba hacer algo o se volveria loco.
– Tiene cierta logica -dijo-. Aunque sea la logica de un demente. El muy cerdo esta convencido de que matandolas las limpia de pecado y les hace un favor. Y hasta se permite el macabro juego de la metafora biblica. Pero hay algo extrano en todo ello. ?Donde estan los posibles restos de semen? ?Donde esta la prueba biologica de su necrofilia?
– Insinuas que las penetra con algun objeto? -pregunto Jackson.
– Puede ser -entrecerro los ojos-. Hasta cabria la posibilidad de que nuestro hombre fuera… una mujer.
Jackson lo miro sorprendido durante unos segundos.
– No puede ser. No, no puede ser.
– Es una posibilidad.
– Si, pero ahora mismo cualquier cosa es una posibilidad.
Jackson tenia razon. No tenian nada, salvo cadaveres. Seis, para ser exactos.
Santos se paso una mano por el pelo.
– Las chicas estan muy asustadas. Saben como actua. Y si empieza a tener problemas para conseguir victimas se marchara a otra parte.
– Y no lo atraparemos.
– Tenemos que apretarlo. Esta aqui mismo, bajo nuestras narices. Estoy seguro de que se trata de alguien que visita regularmente el barrio frances, o que vive en el. Alguien a quien las chicas conocen. Alguien en quien confian. De lo contrario habriamos descubierto mas pruebas de resistencia fisica en las anteriores victimas.
– Vamos a echar otro vistazo a los crucifijos.
Santos abrio uno de los cajones del escritorio y saco una cajita que estaba llena de crucifijos. Todos del tipo utilizado por el asesino para grabar a fuego la senal. Todos, comprados en el barrio frances.
En una ciudad tan religiosa y reaccionaria como Nueva Orleans no era extrano que la fe y el concepto de pecado ocuparan un ambito tan importante en la vida de las personas. Todo el mundo tenia crucifijos. Se vendian como recuerdo para los turistas, y no resultaba demasiado dificil encontrarlos impresos incluso en las tazas de los bares.
Santos eligio uno y dijo:
– Lo encontre el otro dia en la esquina de Royal y Saint Peter. Este otro es de una tienda del Cabildo, y aquel de una tienda de vudu de la calle Bourbon. Pero no hay testigos, ni pistas.
– ?Y que hay de aquel chico de la catedral? No estoy seguro de que su coartada me convenciera.
– Se comprobo.
– Si, pero no le crei de todas formas. Tuvo la oportunidad de hacerlo, y frecuentaba prostitutas. Ademas, se pasa la vida en el barrio frances.
– Se hundio enseguida cuando lo interrogamos. Nuestro asesino, o nuestra asesina, es una persona mucho mas fria. Ese chico habria hecho cualquier cosa por librarse de nosotros, hasta confesarse culpable. Te digo que no es el.
– No lo se. Aun creo que debimos… Oh, vaya. No mires ahora, companero. Se acercan problemas. Y creo que llevan grabados tu nombre.
Santos miro hacia atras. Glory se dirigia hacia el, con evidentes signos de irritacion. Sin quererlo, noto como la miraban todos los hombres de la comisaria y no le extrano. Era muy atractiva, aunque escondiera un corazon de hielo. Parecia un diamante entre baratijas, un perro con pedigri entre docenas de perros callejeros.
Santos sonrio divertido. Obviamente, queria su cabeza.
– ?Como te has atrevido! -exclamo al llegar al escritorio-. ?Como has sido capaz de interrogar a mis empleados de ese modo?
– Buenos dias -dijo Santos-. ?A que debo el placer de tu visita?
– Basta de tonterias. Te prohibi que interrogaras a mis empleados sin consultarmelo antes. ?Quien te dio la autoridad para desafiarme?
– ?Desafiarte?
– Creo que sera mejor que me aparte -intervino Jackson-. No me gustaria verme en mitad de un fuego cruzado. La metralla puede llegar a ser muy peligrosa.
Santos lo miro, furioso, antes de volver a concentrarse en Glory.
– En primer lugar, no tienes ningun derecho a darme instrucciones de ninguna clase -declaro el detective-. Como funcionario publico que soy hare lo necesario para llegar al fondo de este caso. Y en segundo lugar hablamos con Pete durante su tiempo libre, no durante las horas de trabajo. De modo que largate de aqui.
– Que no puedas encontrar al asesino no te autoriza a presionar a un pobre chico inocente. En lugar de molestar a adolescentes te sugiero que salgas a la calle a encontrar a ese maniaco.
En la enorme sala se hizo el silencio. Santos estaba demasiado furioso como para describir lo que sentia. Se levanto y camino hacia ella. Se detuvo tan cerca que Glory tuvo que alzar la cabeza para mirarlo.
– ?Y como sabes que Pete no es el asesino? ?Que pasaria si tienes a un criminal en plantilla?
– Eso es ridiculo. Es un hombre encantador. Un empleado modelo.
– Claro, y supongo que los clientes confian en el.
– Desde luego.
– Sobre todo las mujeres. Confian en el, y les gusta. ?No es verdad?
Glory palidecio. Era cierto, pero insistio en defenderlo.