tengo ninguna razon para mentirte.

– ?Y por que razon deberia creerlo? Contestame. Es una historia falsa y ridicula.

– Porque es cierto. Si me lo permites, lo demostrare.

– ?Cuanto tardaras?

– Mas tiempo del que tienes. Para demostrarte la veracidad de mi historia tendremos que dar un paseo algo mas largo. Pero piensalo un momento. Si es cierto, como digo, ?como te sentiras al pensar que has permitido que tu abuela muriera sola?

Glory tardo en reaccionar. Al final, suspiro y dijo:

– Eso significaria que todo lo que se sobre mi madre es falso.

– Lo se. Pero la verdad es mejor que la mentira, aunque duela.

– ?Has dicho que puedes probarlo?

– Si.

– Muy bien, Santos. Entonces, demuestralo.

Santos la llevo a la casa de River Road. Durante el camino Glory no hablo demasiado. Estaba perdida en sus propios pensamientos. El detective imaginaba lo que estaria pasando y sabia que todo aquello le doleria.

Pero estaba decidido a hacer cualquier cosa por Lily. Necesitaba a su nieta.

Al llegar a la propiedad detuvo el vehiculo frente a las enormes puertas de hierro forjado.

– ?Estas preparada?

– ?Te importa mucho?

– No.

– Entonces, vamos.

Santos arranco de nuevo y condujo lentamente para que Glory, y el mismo, pudiera contemplar la belleza del lugar. Santos amaba aquel sitio. Le parecia el lugar mas hermoso del mundo.

– Es precioso -dijo Glory, como leyendo sus pensamientos.

– Era la casa de Lily. Su casa y su burdel. Y tambien fue la casa y el burdel de su madre y de su abuela.

– La casa de las Pierron -murmuro Glory-. He leido cosas al respecto.

– La mayor parte de los habitantes de Luisiana la conocen. Las Pierron eran tan conocidas como este lugar. En fin, ya hemos llegado.

Santos no dijo nada mas hasta que entraron en la mansion. Sus pasos resonaban en la silenciosa casa. Habian dejado alli la mayor parte de los muebles, cubiertos con sabanas blancas, no solo porque no tuvieran espacio en la nueva casa, sino porque Lily deseaba huir de aquello.

– Vengo tantas veces como puedo, para comprobar el estado de la casa. Un edificio tan antiguo necesita reparaciones de vez en cuando. Lily no puede permitirse el lujo de contratar a nadie para que lo haga, de manera que me encargo yo mismo.

Santos le enseno la mansion. Ocasionalmente, Glory se detenia para levantar alguna sabana y admirar los muebles que ocultaban. Su rostro demostraba sorpresa, miedo y dudas.

Poco despues, Glory se detuvo frente al retrato que habia sobre una chimenea. De pequena, se parecia lejanamente a sus antepasadas. Ya mujer, era identica a ellas. Parecia un retrato de si misma.

– Dios mio, es igual a…

– Lo se. Estas ante la abuela de Lily, Camelia Pierron. La primera madame de las Pierron. Camelia tuvo una hija, Rose, y Rose tuvo a su vez a Lily.

– Todas tienen nombres de flores.

– Menos tu madre. Lily quiso romper la cadena en todos los aspectos. Se odiaba a si misma por lo que era y la llamo Hope, que en ingles significa «esperanza». Pero la realidad resulto mucho mas ironica y cruel.

– Ya veo que procedo de una larga e ilustre familia de «chicas».

Santos sonrio.

– Podria decirse que si. Pero todas eran muy inteligentes. Y terriblemente hermosas.

– Pero estaban atrapadas -susurro ella, casi para sus adentros-. ?No tuvieron ningun hijo?

– No. Solo hijas. Una para cada una de las Pierron.

– Todo esto podria ser una simple coincidencia. Muchas personas de Luisiana tienen rasgos latinos. Todos los que descienden de los franceses, y de los espanoles, que estuvieron antes que ellos. Yo misma tuve una companera en el colegio que se parecia mucho a mi, al menos a ojos de los anglosajones.

– Ven conmigo.

Santos le enseno las fotos para convencerla. Una a una fue mostrandoselas, y una a una las observo Glory, con manos temblorosas.

– ?Lo ves? Eres su viva imagen. Mira, aqui hay una de tu madre.

Esta vez, Glory no dijo nada. Sus ojos se cubrieron de lagrimas cuando comprendio la verdad.

– ?Hay algo mas? -pregunto un minuto mas tarde.

– Sigueme.

Santos la llevo al atico, a un arcon que habia descubierto anos atras sin que Lily lo supiera. Estaba lleno de cartas que habia enviado a Hope, cartas que la madre de Glory habia devuelto despues de leerlas. Eran las epistolas de una mujer desesperada, de una madre con el corazon roto. Santos recordo que cuando las leyo no pudo evitar llorar. Aunque entonces ya tenia dieciocho anos y se consideraba un tipo duro.

Glory se sento en el suelo y tomo una, pero no la abrio. Parecia tener miedo de leerla. Miedo de lo que pudiera descubrir.

Santos lo comprendia. A pesar de todo, Glory no era tan cruel ni despiadada como su madre. No habria hecho nunca una cosa parecida.

– Te dejare sola un rato. Si me necesitas estare abajo.

– Gracias -murmuro, sin levantar la mirada.

Quince minutos mas tarde regreso al atico. Glory habia leido ya un buen punado de cartas, y permanecia en el sitio con las manos cruzadas sobre el regazo.

Pero estaba llorando.

– ?Glory?

– ?Como pudo hacer una cosa asi? -pregunto entre sollozos-. ?Como pudo leerlas sin sentir nada? ?Como es posible que tenga tan pocas entranas, que sea tan fria y tan cruel?

– No lo se.

– ?Desde cuando lo sabes?

– Desde la noche en que murio tu padre. Lily me lo dijo.

Glory asintio, temblorosa.

– Segun parece no conozco a mi madre. Todos estos anos crei que mis abuelos habian muerto. Me mintio. Tenia una abuela y me mintio.

– Una abuela que te necesita -dijo Santos, mientras acariciaba su cara-. Siempre te ha querido, como ha querido a tu madre, aunque no comprenda por que. La llame esta manana, pero se nego a verla. Incluso llegue a rogarselo, Glory. Me trague mi orgullo y suplique a tu madre que la viera.

– ?Esta muy enferma?

– Ha sufrido un ataque al corazon. Es grave. El medico no le ha dado demasiadas esperanzas. Te necesita, Glory. ?Vendras conmigo? ?Le concederas al menos su ultimo deseo?

Glory tomo su mano y lo miro durante varios segundos, emocionada. Acto seguido, asintio.

– Llevame con mi abuela.

Capitulo 46

Glory miro a la anciana mujer, palida bajo las sabanas del hospital. Parecia tan fragil, conectada a aquellas maquinas, que parecia que no habria resistido una simple rafaga de viento.

Aquella mujer, aquella desconocida, era su abuela. La emocion la embargo. Habia estado a punto de perderla sin tener, siquiera, la oportunidad de conocerla.

Tomo una silla y se sento junto a la cama. Despues agarro su mano. La piel de Lily era tan blanca y tan

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