detective.
– De acuerdo, Liz, lo pensare.
Liz le dio un beso, se dio la vuelta y se marcho.
Santos la miro mientras se alejaba. Pero no pensaba en ella, sino en Glory, en lo que se sentia al estar enamorado.
Fruncio el ceno y regreso a la habitacion de Lily. Glory estaba en la ventana, mirando hacia la calle. No podia ver su rostro, pero su inquietud y su palidez eran evidentes.
– ?Cuanto tiempo ha estado despierta?
– Solo unos minutos. Pregunto por ti. Le dije que regresarias enseguida.
– Gracias.
– Santos, siento mucho lo ocurrido. No queria interferir.
– Lo se. Olvidalo.
Glory se aclaro la garganta.
– Entonces, ?sales con Liz?
Santos la observo con curiosidad. Se pregunto si sentiria lo mismo que el. El triangulo que formaban habia cambiado sustancialmente con los anos.
– Si.
– Tiene muy buen aspecto. Ha crecido bastante.
– Como todos.
– No queria herirla -confeso, con ojos llenos de lagrimas-. No quise herir.., a nadie.
Santos se encontro paralizado entre el rencor y el dolor que le producia su tristeza. Pero penso que era una simple estratagema. En Glory Saint Germaine no habia nada dulce, ni vulnerable.
– Seguro que no. Pero eso no cambia el hecho de que hiciste mucho dano a ciertas personas.
– ?Como a ti?
– Si, como a mi -respondio, mientras avanzaba hacia ella, furioso-. ?Es lo que querias oir? ?Querias oir que me hiciste dano, que me rompiste el corazon? ?Te sientes mejor ahora, Glory?
– No -acerto a contestar-. Me siento muy mal.
– Me alegro.
Santos quiso alejarse de ella, pero Glory lo tomo del brazo.
– Yo tambien perdi muchas cosas. Pague un precio que ni siquiera puedes imaginar.
Santos aparto su mano.
– Todos estos anos no te han servido para nada. Aun eres la misma nina rica y mimada que solo piensa en si misma. Pobrecilla, has sufrido tanto…
– Eres un cerdo.
– No es la primera vez que me lo dicen.
Santos camino hacia la puerta y se detuvo un instante para mirarla.
– ?Sabes una cosa, Glory? Puedo imaginar perfectamente el precio que pagaste. Porque yo tambien lo pague. Y por tu culpa.
Capitulo 49
Una vez mas los pajaros despertaron con sus cantos a Lily. Y una vez mas, la llamaron. Lily abrio los ojos y sonrio. Su querida Glory se habia quedado dormida en la silla que habia junto a la cama. La luz de la lamparita iluminaba su encantador rostro. Las dos semanas pasadas en su compania habian sido las mejores de su vida. Deseaba que su hija llegara a perdonarla, pero entendia sus motivos.
Miro a su nieta y se dio cuenta de que no temia la muerte. Su vida habia sido mas completa que las vidas de muchas personas. Gracias a Santos, y al final gracias tambien a Glory, habia conocido el amor.
Era lo suficientemente vieja como para comprender que todo lo demas carecia de importancia.
Esta vez el dolor fue mucho mas intenso. Pero no tardo en desaparecer. Se marcho inesperadamente, dejandola con una extrana sensacion, liviana y juvenil. Rio con alegria. Recordo haber reido y haberse sentido de aquel modo en algun momento, aunque no recordaba cuando ni donde.
Pero el canto de los pajaros no cesaba. Cada vez era mas alto, mas alto aun que el sonido de sus propios pensamientos. Lily comprendio entonces que estaba a punto de morir.
Ya no sentia arrepentimiento, ni miedo, ni dolor, ni tristeza. Solo amor. La envolvia una paz que ni siquiera habria creido posible.
Pero no podia marcharse todavia.
Alargo un brazo para tocar la mano de Glory, que sonrio sin despertarse.
La noche terminaba y el dia empezaba de nuevo. La luz de la manana empezaba a entrar por la ventana de la habitacion del hospital, y los pajaros cantaban con insistencia.
Pero debia despedirse de Santos.
Sono que lo veia y que lo abrazaba, aunque no supo como. Siempre le habian disgustado las despedidas. Los adioses siempre implicaban dejar algo detras o ser rechazado de algun modo. Pero esta vez fue una despedida dulce, mas dulce que ninguna otra. Una despedida llena de promesas.
En su sueno le dijo que no llorara, que no estuviera triste. Despues sonrio, se aparto de Santos y camino hacia una luz. Esta vez, cuando la llamaron los pajaros, se dejo llevar.
Capitulo 50
Al funeral solo asistieron Santos, Glory, Liz, Jackson y unos cuantos vecinos de Lily. Glory rogo a su madre que asistiera, pero Hope se habia negado. Acepto su decision, no sin gran dolor porque le habria gustado que su madre fuera capaz de vencer sus miedos.
Desgraciadamente no era capaz. Pensaba que debia perdonar a su madre por algo, y no lo hacia. Resultaba evidente que habia cosas en Hope que no llegaba a comprender. Una especie de carencia injustificable.
Glory no derramo ni una sola lagrima. Entre otras cosas porque ya las habia derramado todas. Se sentia tan derrotada que temia no tener fuerzas para seguir viviendo.
Debilmente, se llevo una mano a la frente. Los dias y las horas transcurridas desde la muerte de su abuela habian resultado un verdadero infierno. Tanto Santos como ella se dedicaron a arreglarlo todo, aunque en realidad fue el quien lo hizo. No en vano habia vivido con ella muchos anos. Habia gozado de una oportunidad que Glory no habia tenido.
Esta vez sus ojos se llenaron de lagrimas. Hizo un esfuerzo por mantener la calma. Habia perdido a Lily, a una mujer que habia llegado a ser muy importante para ella en el corto periodo de tiempo en que estuvieron juntas. Su marcha habia dejado un terrible vacio en su interior.
No podia soportar el sentimiento de perdida, ni librarse de los recuerdos. Recordo la muerte de su padre, su funeral, las palabras del parroco. En muchos aspectos sentia lo mismo que entonces: soledad y abandono. Tal vez porque Lily, al igual que Philip, la habia amado sin reservas.
Suspiro y miro a Santos. El tambien habia asistido a la ceremonia sin derramar una lagrima, aunque sabia muy bien como se sentia, aunque lo comprendia. Los dos habian querido a Lily.
Santos invito a todo el mundo a la casa tras la ceremonia. Liz se encargo de la comida y de la bebida, y Glory sabia que Santos le estaba muy agradecido por aquel detalle. Su antigua amiga habia permanecido a su lado todo el tiempo, agarrada de su brazo. No la miro ni una sola vez, pero noto que estaba al tanto de cada uno de sus movimientos. Podia notar su desagrado, su desconfianza.
Cada vez que la observaba la asaltaba un terrible sentimiento de culpa.
Uno a uno los invitados se fueron marchando. Liz debia regresar al restaurante; Jackson, al trabajo; y los vecinos a sus casas, porque ya era muy tarde.
Glory empezo a recoger los platos y las copas. Lo llevo todo a la cocina para lavarlo.