Ahora no podia cambiar las cosas, y se detestaba a si mismo porque estaba a punto de hacer mucho dano a una mujer que queria y que se preocupaba por el.
Liz se merecia algo mejor. Se lo merecia todo.
Como el mismo.
En aquel instante sono el telefono. Agradecido por la subita interrupcion, se levanto y contesto. Era Jackson.
– Ven inmediatamente, Tenemos otro cadaver.
– ?El asesino de blancanieves?
– El mismo que viste y calza.
– El muy canalla sigue aqui. Estaba seguro de que se habria marchado de la ciudad.
– Espera, amigo, esta vez es mucho mejor. Tenemos un testigo.
Santos batio todas las marcas de velocidad de camino a la comisaria. Entro como una exhalacion en la brigada de homicidios, alerta, despierto. Iba a capturar a aquel canalla. Lo presentia. Y al parecer, tambien sus companeros. Se respiraba un ambiente distinto, tenso, identico al que se respiraba siempre cuando se descubria algo en un caso importante. Sobre todo, tratandose de un caso como aquel.
Varios companeros lo miraron. No necesito palabras para comprenderlos. Querian que atrapara a aquel canalla, a aquel malnacido.
Cuando llego a la mesa de Jackson fue directamente al grano.
– ?Donde esta el testigo?
– En la sala de interrogatorios..
Mientras se dirigian a la sala, Jackson le dio todo tipo de detalles.
– Es una prostituta, que se hace llamar Tina. Aparecio en la escena del crimen. Dijo que conocia a la victima y que la habia visto con su cita anoche, hacia las dos de la madrugada. Pudo verlo.
– ?Alguna otra cosa?
– Oh, si. Cuando regresaba a casa paso por delante del lugar donde encontramos el cuerpo. Y vio a un tipo de espaldas, que parecia estar arrastrando algo.
– O a alguien.
– Bingo. Nos dio una descripcion general. Era de media altura, peso medio y piel blanca.
– ?Y no penso en denunciarlo anoche?
– Oh, venga, ya sabes como son estas cosas.
– ?Estamos seguros de que se trata del asesino de Blancanieves?
– Sin duda.
Jackson le dio una carpeta con toda la informacion. Santos la abrio sin detenerse. No habia nada distinto a los otros asesinatos.
Entraron en la habitacion. La mujer se encontraba de pie, mordiendose las unas con nerviosismo. Era blanca y aparentaba unos cuarenta anos, aunque probablemente fuera mas joven. La calle endurecia a las personas. Santos habia visto a chicas de dieciseis anos que aparentaban treinta.
Y parecia muy asustada.
– ?Tiene un cigarrillo? -pregunto la mujer, intentando ocultar su miedo-. Necesito fumar.
Santos miro a Jackson.
– Ve a buscar un paquete. Y trae un par de refrescos.
Jackson asintio y se marcho. No le molestaba hacer ese tipo de cosas en aquellas situaciones. Santos era magnifico con los interrogatorios, sobre todo cuando se trataba de prostitutas. Se llevaba bien con ellas porque no las juzgaba negativamente a priori, como otros agentes. Santos comprendia muy bien que odiaran a los policias.
– Hola -sonrio, haciendo un gesto hacia las sillas-. Sientate, por favor.
La mujer no se movio.
– Soy el detective Santos. Y mi companero, el que se acaba de marchar, el detective Jackson.
– ?Detective Santos?
– En efecto. Victor Santos.
– Vete al infierno.
Santos arqueo las cejas, algo sorprendido. Aquella mujer parecia tener algo personal contra el.
– ?Hemos empezado con mal pie? ?O es que he hecho algo que te ofenda?
– Claro que lo has hecho. Estar aqui. Quiero que te marches.
– Me marchare, pero antes debes contestar a unas preguntas.
– Ya he contestado todo tipo de preguntas. No vi nada.
– ?Ah, no? Aqui dice que viste que tu amiga Billie estaba con alguien a eso de las dos de la manana. Y tambien dice que viste al mismo tipo dos horas mas tarde.
– No es cierto.
Jackson regreso con el tabaco y los refrescos. Dejo los cigarrillos sobre la mesa. La mujer miro el paquete y se acerco para recogerlo. Le temblaban las manos, pero al final consiguio encender uno.
Santos decidio dejarla tranquila unos segundos antes de continuar.
– ?Y que razon tendria para mentir el agente que te tomo declaracion, Tina?
– ?Como puedo saberlo? Solo soy una prostituta -dijo-. Ademas, todos los policias mienten.
Resultaba evidente que la chica no solamente odiaba a los policias, sino que tambien lo odiaba a el. Santos miro a Jackson. Su companero tambien lo notaba.
– ?Tomas drogas, Tina?
– Estoy limpia. No puedes encerrarme aqui. No vi nada.
– Estas mintiendo. Por alguna razon. Tal vez tengas miedo.
– Demuestralo -apago el cigarrillo en el cenicero-. ?Puedo marcharme ya?
– Queremos ayudarte -declaro Santos, observandola-. Una chica ha muerto. Una amiga tuya. Y tu puedes ayudarnos a atrapar al canalla que la mato.
– Ya he dicho que no se nada. Por otra parte se algo de leyes. Lo suficiente como para saber que no puedes encerrarme.
– ?Es que no lo entiendes? Tu puedes ser la siguiente. Si ese tipo te vio no se detendra hasta eliminarte. Con nosotros estaras a salvo.
– ?Vais a protegerme? -pregunto-. Que gracioso. Solo soy una prostituta. Quereis que hable, pero luego me dejareis en la calle, tirada. No os importa nada lo que pueda sucederme.
– Eso no es cierto. No quiero que muera otra chica. No quiero que mueras.
– Me arriesgare.
– Mira, Tina, hablemos un rato sobre cualquier cosa. Conozcamonos un poco mejor. Y luego, si hay algo que desees…
– No me recuerdas, ?verdad? -pregunto la mujer-. Ni siquiera me recuerdas. De todas formas no esperaba otra cosa. Me olvidaste en el preciso momento en que te marchaste.
– ?Nos conocemos? -pregunto extranado-. Lo siento, pero no te recuerdo. He conocido a muchas chicas y…
Tina rio con tristeza.
– Entonces no era prostituta. Ni tu eras policia.
Santos la observo con atencion, pero no observo nada familiar en su rostro.
– ?Por que no me refrescas la memoria?
– Me llamo Tina. Piensalo. ?No te dice nada mi nombre?
La mujer recogio su bolso, se lo puso al hombro y camino hacia la puerta, donde se detuvo.
Santos se quedo en silencio. Pero acto seguido lo recordo. Recordo a cierta chica a la que habia conocido en el colegio abandonado de Esplanade. No podia creer que aquella mujer fuera la misma nina que habia conocido, la misma criatura vulnerable y sola. Recordo sus lagrimas, sus besos, el terror que sentia al encontrarse desamparada, en la calle. Y recordo tambien la promesa rota. La promesa de que volveria al dia siguiente.
Sin embargo las circunstancias habian impedido que fuera fiel a su palabra. Veinte minutos mas tarde se derrumbo su mundo y no fue capaz de pensar en nada salvo en lo que habia perdido.
Miro a Tina, embargado por una profunda tristeza. El habia sido mucho mas afortunado que ella.