Una vez Bankim le hubo dejado a solas en su despacho, no sin cierto reparo, Carter se sirvio una pequena copa de brandy y ofrecio otro tanto a su visitante. Aryami declino la invitacion y espero a que Carter tomase asiento en su butaca de espaldas a la ventana bajo la cual los muchachos celebraban su fiesta ajenos al silencio glacial que flotaba en aquella habitacion. Carter humedecio los labios en el licor y dirigio una mirada inquisitiva a la anciana. El tiempo no habia mermado un apice la autoridad de sus rasgos y todavia podia advertirse en sus ojos el fuego interno que recordaba en la que habia sido esposa de su mejor amigo, en una epoca que ahora se revelaba demasiado lejana. Ambos se miraron largamente en silencio.

– La escucho -dijo finalmente Carter.

– Hace dieciseis anos me vi obligada a confiarle la vida de un muchacho, Mr. Carter -empezo Aryami en voz baja pero firme-. Fue una de las decisiones mas dificiles de mi vida y me consta que durante estos anos no defraudo usted la confianza que deposite en sus manos. En este tiempo nunca quise interferir en la vida del muchacho, consciente de que no estaria mejor en ningun lugar que aqui, bajo su proteccion. Nunca tuve la oportu-nidad de agradecerle lo que hizo por el muchacho.

– Me limite a cumplir con mi obligacion -repuso Carter-. Pero no creo que sea ese el tema del que ha venido a hablarme hoy, de madrugada.

– Me gustaria poder decir que lo es, pero no es asi -dijo Aryami-. He venido aqui porque la vida del muchacho esta en peligro.

– Ben.

– Ese es el nombre que usted le dio. Cuanto sabe y cuanto es se lo debe a usted, Mr. Carter -dijo Aryami-. Pero hay algo de lo que ni usted ni yo podremos protegerle durante mas tiempo: el pasado.

Las agujas del reloj de Thomas Carter se unieron en la vertical de la medianoche. Carter apuro el brandy que se habia servido y dirigio una mirada desde la ventana hacia el patio. Ben hablaba con una muchacha a la que no conocia.

– Como le he dicho antes, la escucho -reitero Carter.

Aryami se incorporo y, cruzando sus manos, inicio su relato…

«Durante dieciseis anos he recorrido este pais en busca de refugios pasajeros y escondites. Hace dos semanas, cuando me detuve durante apenas un mes en el domicilio de unos familiares a restablecerme de una enfermedad, recibi una carta en mi residencia provisional en Delhi. Nadie sabia ni podia saber que mi nieta y yo estabamos alli. Cuando la abri, comprobe que contenia una hoja de papel en blanco, sin una sola letra sobre ella. Pense que se trataba de un error o tal vez de una broma, hasta que examine el sobre, llevaba el matasellos de la oficina postal de Calcuta. La tinta del sello estaba borrosa y resultaba dificil apreciar parte de lo que figuraba en el, pero fui capaz de descifrar la fecha. Era el 25 de mayo de 1916.

Guarde la carta que segun todo indicaba habia tardado dieciseis anos en cruzar la India hasta la puerta de aquella casa en un lugar al que solo yo tengo acceso, y no volvi a examinarla hasta aquella misma noche. Mi vista cansada no me habia jugado una mala pasada: la fecha era la misma que habia creido entrever en aquel sello desdibujado, pero algo habia cambiado. La cuartilla que horas antes estaba en blanco contenia una frase, escrita en tinta roja y fresca, tanto que la caligrafia se esparcia sobre el papel poroso al simple roce de los dedos. “Ya no son ninos, anciana. He vuelto a por lo que es mio. Apartate de mi camino.” Esas eran las palabras que lei en aquella carta antes de lanzarla al fuego.

Supe entonces quien habia enviado la carta y supe tambien que habia llegado el momento de desenterrar viejos recuerdos que habia aprendido a ignorar durante estos ultimos anos. No se si alguna vez le hable de mi hija Kylian, Mr. Carter. No soy ahora mas que una anciana que espera el fin de sus dias, pero hubo un tiempo en que yo tambien fui una madre, la madre de la mas maravillosa de las criaturas que han pisado esta ciudad.

Recuerdo aquellos dias como los mas felices de mi vida. Kylian habia contraido matrimonio con uno de los hombres mas brillantes que habia dado este pais y fue a vivir con el a la casa que el mismo habia construido en el norte de la ciudad, una casa como nunca se habia conocido. El esposo de mi hija, Lahawaj Chandra Chatterghee, era ingenie-ro y escritor. El fue uno de los primeros en disenar la red telegrafica de este pais, Mr. Car-ter, uno de los primeros en disenar el sistema de electrificacion que escribira el futuro de nuestras ciudades, uno de los primeros en construir una red de ferrocarril en Calcuta… Uno de los primeros en todo aquello que se proponia.

Pero la felicidad de ambos no duro mucho. Chandra Chatterghee perdio la vida en el terrible incendio que destruyo la antigua estacion de Jheeter’s Gate, al otro lado del Hooghly. Usted habra visto ese edificio alguna vez. Hoy en dia esta abandonado, pero en su tiempo fue una de las mas gloriosas construcciones que se alzaban en Calcuta. Una estructura de hierro revolucionaria, surcada por tuneles, multiples niveles y sistemas de conduccion de aire y de conexion hidraulica a los railes que ingenieros de todo el mundo venian a visitar y a admirar con asombro. Todo ello, creacion del ingeniero Chandra Cha-tterghee.

La noche de la inauguracion oficial Jheeter's Gate ardio inexplicablemente y un tren que transportaba a mas de trescientos ninos abandonados rumbo a Bombay prendio en llamas y quedo enterrado en las tinieblas de los tuneles que se hundian en la tierra. Ninguno salio con vida de aquel tren, que sigue varado en las sombras de algun punto del laberinto de galerias subterraneas de la orilla oeste de Calcuta.

La noche que el ingeniero murio en aquel tren sera recordada por las gentes de esta ciudad como una de las mayores tragedias que ha vivido Calcuta. Muchos lo consideraron un simbolo de que las sombras se cernian para siempre sobre esta ciudad. No faltaron los rumores de que el incendio habia sido provocado por un grupo de financieros britanicos a los que la nueva linea de ferrocarril podia perjudicar al demostrar que el transporte mari- timo de mercancias, uno de los grandes negocios de Calcuta desde los tiempos de Lord Clive y la compania colonial estaba en visperas de su caducidad. El tren era el futuro. Los rifles eran el camino sobre el cual algun dia este pais y esta ciudad podrian emprender el rumbo hacia un manana libre de la invasion britanica. La noche que ardio Jheeter's Gate, aquellos suenos se convirtieron en pesadillas.

Dias despues de la desaparicion del ingeniero Chandra, mi hija Kylian, que esperaba dar a luz su primer hijo, fue objeto de las amenazas de un extrano personaje salido de las tinieblas de Calcuta, un asesino que habia jurado matar a la esposa y a la descendencia del hombre a quien acusaba de todas sus desgracias. Ese hombre, ese criminal, fue el causante del incendio donde Chandra perdio la vida. Un joven oficial del ejercito britanico, un antiguo pretendiente de mi hija, el teniente Michael Peake, se propuso detener a aquel loco, pero la tarea demostro ser mucho mas compleja de lo que el habia creido.

La noche en que mi hija iba a dar a luz a su hijo, unos hombres entraron en la casa y se la llevaron de alli. Asesinos a sueldo. Gentes sin nombre ni conciencia que, por unas monedas, son faciles de encontrar en las calles de esta ciudad. Durante una semana, el teniente, al borde de la desesperacion, recorrio todos los rincones de la ciudad en busca de mi hija. Tras aquella dramatica semana, Peake tuvo una terrible intuicion, que resulto ser cierta. El asesino habia llevado a mi hija hasta las entranas de las ruinas de la estacion de Jheeter’s Gate. Alli, entre la inmundicia y los restos de la tragedia, mi hija habia dado a luz al muchacho al que usted ha convertido en un hombre, Mr. Carter.

A el, Ben, y a su hermana, a quien yo he tratado de convertir en una mujer y a la que, al igual que usted, di un nombre, el nombre que su madre siempre sono para ella: Sheere.

El teniente Peake, poniendo en peligro su vida, consiguio arrebatar a los dos ninos de las manos del asesino. Pero aquel criminal, ciego de rabia, juro perseguir su rastro y aca-bar con su vida tan pronto como alcanzaran la edad adulta para vengarse de su padre fallecido, el ingeniero Chandra Chatterghee. Tal era su unico proposito: destruir cualquier vestigio de la obra y la vida de su enemigo, a cualquier precio.

Kylian murio con la promesa de que su alma no descansaria hasta saber que sus hijos estaban a salvo. El teniente Peake, el hombre que la habia amado en silencio tanto como su propio esposo, dio su vida por hacer que la promesa que sello sus labios pudiera hacerse realidad. El 25 de mayo de 1916 el teniente Peake consiguio cruzar el Hooghly y entregar-me a los ninos. Su destino, al dia de hoy, me es todavia desconocido.

Decidi que el unico modo de salvar la vida de los ninos era separarlos y ocultar su identidad y su paradero. El resto de la historia de Ben, usted la conoce mejor que yo. En cuanto a Sheere, la tome a mi cuidado y emprendi un largo viaje por todo el pais y crie a la nina en la memoria del gran hombre que fue su padre y de la gran mujer que le dio la vida, mi hija. Nunca le explique mas de lo que crei necesario. En mi ingenuidad llegue a pensar que la distancia en el espacio y en el tiempo borraria la huella del pasado, pero nada puede cambiar nuestros pasos perdidos. Cuando recibi aquella carta, supe que mi huida habia tocado fin y que era el momento de volver a Calcuta para advertirle de lo que estaba sucediendo. No fui sincera con usted aquella noche en la carta que le escribi, Mr. Carter, pero obre de corazon, creyendo en conciencia que aquello era lo que debia hacer.

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