– No lo se -respondio-. Habia algo en esa casa que no me gusto.
– ?Viste algo? -pregunto Seth. Roshan nego. Ian y Ben se miraron a un tiempo, sin pronunciar palabra.
– ?Se le ha ocurrido a alguien pensar que todo esto podria no ser mas que una trampa? -pregunto Roshan.
Ian y Ben intercambiaron de nuevo una mirada tacita y asintieron. Ambos estaban pensando lo mismo.
– Nos arriesgaremos -dijo Ben, vistiendo su voz con todo el convencimiento que fue capaz de fingir.
Aryami Bose encendio de nuevo el fosforo y lo aproximo al extremo de la vela blanca que yacia frente a ella. La luz parpadeante de la llama tino de contornos inciertos la oscura sala mientras sus manos temblorosas la acercaban al cirio. La vela prendio lentamente y un aura de claridad se esparcio en torno a ella. La anciana soplo sobre el fosforo y la pequena vara de madera se extinguio desprendiendo un espectro de humo azulado que ascendio lentamente hacia la penumbra. El suave roce de una corriente de aire le acaricio los cabellos de la nuca y Aryami se volvio. Una bocanada de aire, fria e impregnada de un hedor acido y penetrante, agito su manto y extinguio la llama de la vela. La oscuridad la envolvio de nuevo y la anciana escucho dos golpes secos sobre la puerta de la casa. Aryami apreto los punos y observo que los contornos del umbral filtraban una tenue claridad rojiza. La llamada se repitio, esta vez con mas fuerza. La anciana sintio como una pelicula de sudor frio afloraba a los poros de su frente.
– ?Sheere? -llamo debilmente.
El sonido de su voz se extravio en un eco mortecino en la oscuridad de la casa. No hubo respuesta y, segundos despues, los dos golpes se repitieron una vez mas.
Aryami tanteo a ciegas la repisa sobre el hogar en el que los restos moribundos de algunas brasas desprendian la unica claridad que le servia de guia. Derribo varios objetos hasta que sus dedos palparon la larga funda metalica del punal que guardaba alli. Extrajo el arma y observo el brillo dorado de la hoja serpenteante a la lumbre de las brasas. Una cuchilla de luz asomo bajo la puerta de la casa. Aryami inspiro profundamente y se dirigio lentamente hacia alli. Se detuvo frente a la puerta y escucho el sonido del viento entre las hojas de la maleza del patio en el exterior.
– ?Sheere? -susurro de nuevo, sin obtener respuesta.
Aferro con fuerza el mango del punal y, suavemente, poso su mano izquierda sobre el pomo de la puerta haciendolo girar hacia abajo. Los quejidos herrumbrosos del mecanismo de la cerradura despertaron despues de anos de letargo. La puerta se abrio lentamente y la claridad azulada del cielo nocturno dibujo un abanico de luz en el interior de la casa. No habia nadie alli afuera. La maleza se agitaba en un mar de cientos de pequenas hojas secas, emitiendo un murmullo hipnotico. Aryami se asomo lentamente a mirar a uno y otro lado de la puerta, pero el patio estaba desierto. Fue entonces cuando sus piernas toparon con algo y la anciana bajo su mirada, para descubrir un pequeno cesto a sus pies. Examino el cesto, cubierto con un velo opaco que, sin embargo, permitia observar la claridad que emanaba de su interior.
Aryami se arrodillo junto a el y aparto suavemente el velo que lo cubria.
En su interior encontro dos pequenas figuras de cera que representaban los cuerpos desnudos de dos bebes. De sus cabezas emergia la punta de un filamento de tela encendido y ambas efigies se fundian al igual que velas en un templo. Un escalofrio le recorrio el cuerpo. Aryami empujo el cesto y lo dejo caer por los escalones de piedra quebrada. Se incorporo y se dispuso a entrar de nuevo en la casa cuando advirtio que, desde el largo corredor que conducia al otro extremo de su morada, pisadas invisibles en llamas se acercaban a ella. La anciana sintio que el punal se le escapaba de entre los dedos y cerro la puerta con fuerza.
Descendio los escalones atropelladamente, sin atreverse a dar la espalda a la puerta, y tropezo con el cesto que segundos antes habia lanzado. Abatida en el suelo, Aryami contemplo boquiabierta que una lengua de llamas emergia bajo el umbral de la puerta y la madera envejecida prendia como un pergamino. La anciana se arrastro unos metros hasta la maleza y se incorporo trabajosamente, mientras observaba impotente que las llamas iban asomando por las ventanas de la casa y envolvian la estructura en un lazo letal.
Aryami corrio hacia la calle y no se detuvo a mirar atras hasta que se encontro a un centenar de metros de la que habia sido su casa. Una pira de llamas se alzaba, escupiendo al cielo brasas y cenizas candentes con furia. Lentamente, las gentes del barrio se asomaron a sus ventanas y salieron a las calles, alarmados, para contemplar la magnitud del incendio que en apenas unos segundos habia cobrado vida. Aryami escucho el estruendo de la techumbre al colapsarse y caer, pasto del fuego. Los rostros del gentio congregado se iluminaron con la fuerza de un relampago escarlata mientras se miraban atonitos unos a otros, sin comprender que habia sucedido.
Aryami Bose derramo lagrimas de amargura por el que habia sido su hogar de juventud, el hogar donde habia dado a luz a su hija y, perdiendose en la confusion de las calles de Calcuta, le dijo adios para siempre.
Determinar la localizacion exacta de la casa no resulto complicado siguiendo las instrucciones que ofrecia el criptograma que Siraj habia descifrado.
Segun tales indicaciones, convenientemente cotejadas con la observacion de campo que Roshan habia procedido a efectuar, la casa del ingeniero handra Chatterghee estaba situada en una tranquila calle que unia Jatindra Mohan Avenue y Acharya Profullya Road, aproximadamente una milla al Norte del Palacio de la Medianoche.
Tan pronto como Siraj hubo comprobado que el fruto de sus investigaciones habia sido correctamente asimilado por sus companeros, manifesto su urgente deseo de no perder un minuto mas y salir en busca de Isobel. Los intentos que todos hicieron por tranquilizarle y sugerirle que esperase a la segura vuelta de la muchacha no surtieron efecto alguno y, finalmente, cumpliendo su promesa, Roshan se ofrecio a acompanarle. Ambos partieron en la noche tras haber acordado encontrarse de nuevo en la casa del ingeniero Chandra Chatterghee en cuanto tuviesen noticias de Isobel.
– .?Que habeis podido averiguar vosotros dos? -pregunto Ian dirigiendose a Seth y Michael.
– Me gustaria poder ofrecer resultados tan espectaculares como Siraj, pero lo cierto es que nos hemos encontrado con un autentico mar de cabos por atar -respondio Seth, y procedio a explicar su visita a Mr. De Rozio, a quien habian dejado investigando en el museo bajo la promesa de volver en un par de horas para continuar ayudandole.
– Lo que hemos averiguado hasta ahora no hace mas que confirmar la historia que la abuela de Sheere, perdon, vuestra abuela, explico. Al menos en parte -explico Seth.
– Hay algunas lagunas en la historia del ingeniero que no sera facil cubrir-.dijo Michael.
– Exacto -corroboro Seth- Es mas, creo que lo mas interesante no es lo que hemos averiguado, sino lo que no hemos podido averiguar.
– Explicate -solicito Ben. -Vereis -continuo Seth frotandose las manos frente al fuego-. La historia del ingeniero Chandra empieza a estar documentada con su ingreso en el Instituto Oficial de Industria. Hay documentos que confirman que rechazo varias ofertas del gobierno britanico para trabajar al servicio del ejercito en la construccion de puentes militares y de una linea de ferrocarril que habia de unir Bombay y Delhi para uso exclusivo de la armada.
– Aryami explico la aversion que sentia hacia los britanicos -comento Ben-. Les culpaba de buena parte de los males que asolaban el pais.
– Asi es -confirmo Seth-. Pero lo curioso es que, pese a su abierta antipatia, de la que no faltan manifestaciones publicas, Chandra Chatterghee participo en un extrano proyecto del gobierno militar britanico entre los anos 1914 y 1915, un ano antes de morir en la tragedia de Jheeter’s Gate. Se trataba de un asunto oscuro que respondia a un nombre curioso: el Pajaro de Fuego.
Sheere enarco las cejas y se aproximo a Seth con gesto consternado.
– ?Que era el Pajaro de Fuego? -pregunto. -Es dificil determinarlo -respondio Seth-. Mr. De Rozio opina que tal vez podria tratarse de un experimento militar. Parte de la correspondencia oficial que aparecia en los documentos del ingeniero, venia firmada por un tal Coronel Sir Arthur Hewelyn que, segun De Rozio, ostento el dudoso honor de ser el jefe de las fuerzas responsables de reprimir las movilizaciones pacificas en demanda de independencia en el periodo de 1905 a 1915.
– ?Ostento? -intervino Ben.
– Eso es lo mas curioso -aclaro Seth-. Sir Arthur Hewelyn, carnicero oficial de Su Majestad, perecio en el incendio de Jheeter’s Gate. Que es lo que hacia alli es un misterio.
Los cinco muchachos se miraron entre ellos perdidos en un mar de confusion.