Ian maldijo su suerte mentalmente. -Lo sabia… -murmuro abatido. -?Espera! -exclamo Ben. Ian miro a su amigo y vio que senalaba de nuevo hacia la maqueta. El tren habia reemprendido el movimiento y rehacia su camino en direccion inversa.
– Esta volviendo a la estacion -observo Sheere. Ben se acerco lentamente hasta el extremo de la maqueta y se detuvo junto al tramo de via que el tren empezaba a enfilar.
?Que te propones? -pregunto Ian. Su amigo no respondio y extendio su brazo progresivamente hacia la via, mientras la locomotora se aproximaba por momentos. Cuando el tren cruzo frente a el, asio la locomotora y la alzo en el aire, desenganchandola de los vagones. El resto del convoy fue perdiendo velocidad paulatinamente hasta detenerse en la via. Ben se acerco a la luz de la linterna y examino la pequena locomotora. Sus diminutas ruedas giraban cada vez mas lentamente.
– Alguien tiene un sentido del humor bastante extrano -comento Ben.
– ?Por que? -inquirio Sheere.
– Hay tres figuras de plomo dentro de la locomotora -dijo Ben-, y se parecen a nosotros mas alla de posibles coincidencias.
Sheere se aproximo a Ben y tomo la pequena locomotora entre sus manos. Las dan-zantes lineas de luz dibujaron un arco iris sobre su rostro y sus labios formaron una sonrisa serena y resignada.
– Sabe que estamos aqui -dijo la muchacha-. No tiene sentido que sigamos ocultandonos.
– ?Quien lo sabe? -pregunto Ian.
– Jawahal -respondio Ben en su lugar-. Esta esperando. Lo que no se es a que.
Siraj y Roshan se detuvieron frente a la silueta espectral del puente de metal que se perdia en la niebla que cubria el rio Hooghly y se dejaron caer contra un muro, agotados despues de recorrer la ciudad en vano tras el rastro de Isobel. Las cuspides de las torres de Jheeter’s Gate asomaban entre la niebla dibujando la cresta de un dragon dormido en una nube de su propio aliento.
– Falta muy poco para el amanecer -dijo Roshan-. Deberiamos volver. Tal vez Isobel este esperandonos desde hace horas.
– No lo creo -objeto Siraj.
La carrera nocturna se dejaba sentir en la voz del muchacho, pero por primera vez en anos, Roshan no le habia escuchado quejarse ni una sola vez de su asma.
– Hemos buscado en todas partes -replico Roshan-. No podemos hacer mas. Al menos vayamos a buscar mas ayuda.
– Nos queda un sitio por visitar…
Roshan contemplo la siniestra estructura de Jheeter’s Gate entre la niebla y suspiro.
– Isobel no se meteria ahi ni loca -dijo-. Y yo tampoco.
– Ire solo entonces -respondio Siraj, incorporandose de nuevo.
Roshan le escucho jadear y cerro los ojos, abatido.
– Sientate -le ordeno, adivinando los pasos de Siraj alejandose hacia el puente.
Cuando abrio los ojos, la escualida silueta de Siraj se sumergia en la niebla.
– Maldita sea -murmuro para si, y se levanto para seguir a su amigo.
Siraj se detuvo al final del puente y contemplo el portico de Jheeter’s Gate que se alzaba frente a el. Roshan se acerco hasta su companero y ambos examinaron el lugar. Una corriente de aire frio emergia de los tuneles de la estacion y el hedor a madera quemada y suciedad se hacia cada vez mas perceptible. Los dos muchachos trataron de dilucidar algo en el pozo de negrura que se abria tras el umbral de la gran boveda de la estacion. El eco lejano de una llovizna repiqueteaba sobre los carteles caidos.
– Esto parece la boca del infierno -dijo Roshan-. Larguemonos ahora que pode-mos.
– Es todo mental -dijo Siraj-. Piensa que no es mas que una estacion abandonada. No hay nadie aqui dentro. Solo nosotros.
– Si no hay nadie, ?por que tenemos que entrar en ella? -protesto Roshan.
– No tienes por que entrar si no quieres -repuso Siraj sin ningun asomo de repro-che.
– Ya -atajo Roshan-. ?Y tu entraras solo, no? Olvidalo. Andando.
Los dos miembros de la Chowbar Society se adentraron en la estacion siguiendo el rastro de los railes que cruzaban el puente y dibujaban la ruta del anden central. La oscuridad en el interior de la boveda era mucho mas densa que en el exterior y apenas podian distinguirse los contornos de los objetos entre manchas de claridad grisacea y acuosa.
Roshan y Siraj caminaron lentamente, separados apenas por un metro de distancia, mientras el eco de sus pasos formaba una letania recurrente entre el susurro de las corrientes de aire, que parecian rugir en algun lugar del interior de los tuneles con la voz de un mar lejano y enfurecido.
– Es mejor que subamos al anden -apunto Roshan.
– Hace anos que no pasan trenes por aqui. ?Que mas da?
– A mi me importa, ?de acuerdo? -replico Roshan, que no podia apartar de su mente la imagen de un tren penetrando en la via desde la boca del tunel y arrollandolos bajo sus ruedas.
Siraj murmuro algo ininteligible pero revestido de un tono de aceptacion y se disponia a trepar hasta el anden cuando algo emergio desde los tuneles, flotando en el aire y dirigiendose hacia los dos muchachos.
– ?Que es eso? -murmuro Roshan alarmado.
– Parece un trozo de papel, acerto a decir Siraj-. El viento arrastra la basura, eso es todo.
La lamina blanca rodo sobre el suelo hasta sus pies y se detuvo junto a Roshan. El muchacho se arrodillo y la tomo en sus manos. Siraj vio como se descomponia el rostro de su amigo.
– ?Que pasa ahora? -pregunto, sintiendo que el temor de su amigo empezaba a resultar contagioso.
Roshan le tendio la lamina en silencio y Siraj la reconocio al instante. Era el dibujo que Michael habia realizado de ellos frente a aquel estanque y del que Isobel se habia apropiado. Siraj le devolvio el dibujo a su companero y, por primera vez desde que habian empezado la busqueda, contemplo la posibilidad de que Isobel estuviera en verdadero peligro.
– ?Isobel? -grito Siraj hacia los tuneles. El eco de su voz se perdio en las entranas de aquel lugar y le helo la sangre. Siraj trato de concentrarse en no perder el control de su respiracion, que cada vez le resultaba mas dificultosa. Dejo que el reflejo de su voz se desvaneciese y, templando sus nervios, llamo de nuevo.
– ?Isobel? Un fuerte impacto metalico resono desde algun lugar de la estacion. Roshan reacciono de un salto, miro a su alrededor. El viento de los tuneles les azoto el rostro y los dos muchachos retrocedieron unos pasos.
– Hay algo ahi dentro -murmuro Siraj senalando hacia el tunel con una serenidad que su companero no acababa de comprender.
Roshan concentro la mirada en la boca negra del tunel y, entonces, el tambien pudo verlo. Las luces lejanas de un tren se aproximaban. Sintio los railes vibrar bajo sus pies y miro a Siraj, aterrado. Siraj sonreia extranamente.
– Yo no voy a poder correr tan aprisa como tu, Roshan -dijo pausadamente-. Los dos lo sabemos. No me esperes y ve a buscar ayuda.
– ?De que demonios estas hablando? -exclamo Roshan, perfectamente consciente de lo que su amigo insinuaba.
Las luces del tren penetraron en la boveda de la estacion como un rayo en la tormenta.
– Corre -ordeno Siraj-. Ahora. Roshan se perdio en los ojos de su amigo y sintio el estruendo de la locomotora cada vez mas proximo. Siraj asintio. Roshan reunio todas sus fuerzas y echo a correr desesperadamente hacia el extremo del anden, en busca de un lugar en el que saltar fuera de la trayectoria del tren. Corrio tan deprisa como pudo, sin detenerse a mirar atras, con la certeza de que se encontraria con la cuna de aluminio de la locomotora a tan solo un palmo de su rostro osaba hacerlo. Los quince metros que le separaban del fin del anden, se convirtieron en ciento cincuenta y, presa de panico, creo ver como la via se alargaba ante sus ojos en una fuga vertiginosa. Cuando se lanzo al suelo y rodo sobre los escombros, sintio el rugido del tren atronando a escasos centimetros del lugar donde habia caido. Escucho el aullido ensordecedor de los ninos y percibio en su piel la mordedura de las llamas durante diez terribles segundos en los que imagino que la estructura de la estacion se desplomaria sobre el.
Subitamente se hizo el silencio. Roshan se incorporo y abrio los ojos por primera vez desde que habia