acabo por guardar silencio.
– Cavalcanti replico publicamente al primer soneto de
– Preste atencion a la naturalidad con que transforma el italiano coloquial en instrumento poetico, lo que el llamo
Ni el mas testarudo de los florentinos hubiera podido resistirse a los versos de Dante repercutiendo en los frescos de aquellos muros en el melodioso toscano del doctor Fell. Primero con aplausos, luego con lacrimosos vitores, los congregados proclamaron al erudito dueno y senor del Palazzo Capponi, mientras Sogliato echaba chispas. Pazzi no hubiera sabido decir si la victoria complacia al doctor, pues Fell habia vuelto a darles la espalda. Pero Sogliato no habia dicho su ultima palabra.
– Si nuestro querido colega es tan versado en Dante, que hable de Dante. Pero ante el Studiolo -Sogliato musito el nombre como si se tratara de la Inquisicion-. Que hable ante ellos
El Studiolo, asi llamado por el pequeno y decorado estudio del Palazzo Vecchio donde celebraba sus reuniones, era un reducido y feroz grupo de eruditos que habia arruinado buen numero de reputaciones academicas. Prepararse para aparecer ante ellos se consideraba una tarea herculea, y disertar en su presencia, un riesgo que pocos estaban dispuestos a arrostrar. Un tio de Sogliato secundo la mocion, un cunado propuso que se votara y su hermana se apresto a registrar el resultado en las actas. Fue aprobada. En principio, el puesto quedaba adjudicado al doctor Fell, que, no obstante, deberia obtener el visto bueno del Studiolo para conservarlo.
Los profesores contaban al fin con un nuevo conservador para el Palazzo Capponi y no echaban de menos al antiguo, de modo que las preguntas del desventurado Pazzi sobre el desaparecido obtuvieron respuestas escuetas y desabridas. Pazzi aguanto el tipo de forma admirable.
Como buen investigador, Pazzi habia considerado todas las circunstancias tratando de descubrir un movil. ?Quien sacaba provecho de la desaparicion del viejo conservador? Se trataba de un solteron, un sabio tranquilo y respetado que llevaba una vida ordenada. Tenia algunos ahorros, nada del otro mundo. Su unica posesion valiosa era su trabajo, que le concedia el privilegio de habitar el atico del Palazzo Capponi.
Ahi tenia al sustituto, recien elegido por la asamblea despues de un escrupuloso examen de sus conocimientos sobre historia de Florencia e italiano medieval. Pazzi habia estudiado su solicitud para el cargo y su ficha del Ministerio de Sanidad.
Lo abordo mientras los eruditos cerraban sus carteras y se disponian a marcharse a sus casas.
– Doctor Fell…
– ?Si,
El flamante conservador era un individuo pequeno y pulcro. Llevaba unas gafas con la mitad superior de las lentes ahumada, y un traje de excelente corte incluso para Italia.
– Me preguntaba si llego usted a conocer a su predecesor.
Un policia experimentado siempre tiene las antenas bien orientadas para captar la longitud de onda del miedo. Pazzi, que observaba a Fell detenidamente, registro una calma absoluta.
– No llegue a conocerlo. He leido varias monografias suyas publicadas en la
El toscano coloquial del doctor era tan fluido como el de su recitacion. Si habia algun rastro de acento, Pazzi fue incapaz de identificarlo.
– Los agentes que investigaron el caso con anterioridad registraron el palacio en busca de cualquier nota, una carta de despedida, o de suicidio, pero no encontraron nada. Si apareciera algo entre los papeles, cualquier cosa personal, aunque le parezca insignificante, ?tendra la amabilidad de llamarme?
– Por supuesto,
– Sus efectos personales, ?siguen en el palacio?
– Guardados en dos maletas, con un inventario.
– Mandare… Me pasare por alli y los recogere.
– ?Le importaria llamarme antes,
«Este tio esta demasiado tranquilo. Lo normal es que yo le impusiera un poco de respeto. Y quiere que le avise antes de ir.»
Los miembros de la junta lo habian tratado con suficiencia. Eso ya no tenia remedio. Pero la suficiencia de aquel individuo lo irritaba. Procuro pagarle con la misma moneda.
– Doctor Fell, ?puedo hacerle una pregunta personal?
– Siempre que su deber se lo exija,
– Tiene usted una cicatriz relativamente reciente en el dorso de la mano izquierda.
– Y usted un anillo de casado relativamente nuevo en la suya. ?La
– ?Por que no figura ese sindrome en el informe sanitario que presento para trabajar aqui?
– Tenia la impresion,
– Entonces lo operaron en Brasil, su pais de origen…
– No ha sido en Italia, ni he recibido nada del gobierno italiano -respondio el doctor Fell, como si creyera que esa respuesta era concluyente.
Se habian quedado solos en el Salon de los Lirios. Pazzi se disponia a salir cuando el doctor Fell lo llamo.
–
El nuevo conservador era una silueta negra contra los altos ventanales. Tras el, en lontananza, se alzaba la cupula del Duomo.