reparaciones.
Acostumbrado a la mezquindad y a las agrias exigencias del Comitato delle Belle Arti, al encargado el doctor Fell le parecio el colmo de la cortesia y la generosidad.
En cuestion de minutos, los trabajadores se pusieron a guardar su equipo, apartar pulidoras y compresoras arrimandolas a la pared y enrollar cuerdas y cables electricos. En un momento dispusieron en el Studiolo la docena de sillas plegables necesaria, y abrieron de par en par las ventanas para que el aire aventara el olor a pintura, barniz y estuco.
El doctor Lecter dijo que necesitaba un atril adecuado, y los obreros le encontraron uno tan grande como un pulpito en el antiguo despacho de Nicolas Maquiavelo adyacente al salon, de donde lo trajeron en un carro de mano alto junto con el proyector del palacio.
La pequena pantalla que acompanaba al proyector no lo convencio y mando retirarla. Para sustituirla, probo a proyectar las imagenes de tamano natural sobre una de las lonas que protegian un muro ya restaurado. Despues de ajustar las sujeciones y alisar las arrugas, encontro la lona de lo mas practica para sus propositos.
Marco los pasajes que pensaba utilizar en los pesados volumenes que habia apilado sobre el atril; despues permanecio frente a una ventana mientras los miembros del Studiolo, con sus polvorientos trajes negros, iban llegando y ocupaban sus asientos. El tacito escepticismo de los eruditos se hizo evidente cuando cambiaron la disposicion en semicirculo de las sillas y las colocaron de forma que recordaban a los bancos de un jurado.
A traves del alto ventanal, el doctor Lecter podia ver el Duomo y el campanario del Giotto, negros contra el occidente, pero no el Baptisterio tan caro a Dante, situado junto a ellos pero a menor altura. Los focos orientados hacia el edificio le impedian ver la plaza donde lo aguardaban sus asesinos.
Mientras aquellos sabios, los mas renombrados especialistas en la Edad Media y el Renacimiento de todo el mundo, acababan de sentarse, el doctor Lecter compuso mentalmente su disertacion. Necesito poco mas de tres minutos para organizar el material. El tema era el
En consonancia con la predileccion del Studiolo por el Prerrenacimiento, el doctor Lecter inicio su exposicion con el caso de Pier della Vigna, protonotario del Reino de Sicilia, cuya avaricia le habia valido un lugar en el infierno dantesco. Durante la primera media hora, el doctor fascino a los presentes con el minucioso relato de las intrigas que empujaron a della Vigna en su caida.
– Della Vigna perdio la vista y el favor de Federico II al traicionar la confianza del emperador movido por la avaricia -explico el doctor Lecter, acercandose asi a su tema principal-. El peregrino dantesco lo encuentra en el septimo circulo del infierno, el reservado a los violentos. En el caso que nos ocupa, a los violentos contra si mismos; como Judas Iscariote, della Vigna eligio ahorcarse.
«Judas, Pier della Vigna y Ajitofel, el ambicioso consejero de Absalon, estan unidos en Dante por la avaricia y su consiguiente muerte por ahorcamiento.
«Avaricia y horca estan indisolublemente unidas en las mentes antigua y medieval. San Jeronimo escribe que el mismo sobrenombre de Judas,
Un pequeno murcielago se colo por uno de los ventanales y dio unas cuantas vueltas por la sala sobrevolando las eruditas testas, un incidente habitual en Toscana al que nadie presto mayor atencion.
El doctor Lecter volvio a asumir su tono magistral.
– La avaricia y la horca, asi pues, relacionadas desde la Antiguedad, y representadas conjuntamente en imagenes que aparecen y reaparecen una y otra vez en el mundo del arte -el doctor Lecter pulso el mando a distancia y el proyector plasmo una imagen en la lona que cubria el muro. Las diapositivas se sucedieron con rapidez mientras el sabio proseguia su disertacion-: Esta es la representacion mas antigua que conocemos de la Crucifixion, tallada en un cofre de marfil de la Galia hacia el cuatrocientos despues de Cristo. Uno de los paneles representa la muerte por ahorcamiento de Judas, que tiene el rostro vuelto hacia la rama de la que pende. Y aqui tenemos un estuche relicario de Milan, del siglo IV, y un diptico de marfil del siglo IX; en ambos se puede ver el ahorcamiento de Judas. Sigue mirando hacia arriba.
El murcielago aleteo contra la lona a la caza de insectos.
– En esta plancha de la puerta de la catedral de Benevento, vemos a Judas ahorcado y con las tripas colgando, tal como san Lucas, el medico, lo describe en los Hechos de los Apostoles. En la siguiente diapositiva pende hostigado por arpias; sobre el, en la luna, se puede ver la cara de Cain. Y aqui, pintado por nuestro querido Giotto, de nuevo con las visceras al aire.
»Por ultimo, en esta edicion del siglo XV del
»Pero Dante no necesitaba ilustraciones. Su genio le permite hacer que Pier della Vigna siga vivo en el infierno y nos hable con angustiosos susurros y carraspeos sibilantes, ahogandose para siempre. Escuchemoslo mientras nos cuenta como, al igual que el resto de los condenados, arrastra su propio cadaver para colgarlo en un arbol de espinas:
El rostro habitualmente blanco del doctor Lecter enrojecio mientras creaba para el Studiolo las gorgoteantes y sofocadas palabras del agonizante Pier della Vigna, sin dejar de apretar el mando a distancia para que las imagenes de della Vigna y de Judas con las tripas al aire se sucedieran en el extenso campo de la lona colgante.
– Asi recrea Dante, sin olvidar los sonidos, la muerte de Judas en la muerte de Pier della Vigna, por los mismos crimenes de avaricia y traicion.
»Ajitofel, Judas, nuestro Pier della Vigna… Avaricia y horca, las dos caras inseparables de una misma autodestruccion. ?Y que dice el anonimo suicida florentino mientras sufre tormento al final del canto?
»'Yo converti mi casa en mi cadalso.' En una proxima ocasion es posible que deseen hablar del hijo de Dante, Pietro. Aunque parezca increible, fue el unico entre los primeros comentaristas del canto decimotercero que relaciono a Pier della Vigna con Judas. Tambien creo que seria interesante abordar el asunto de la masticacion en Dante. El conde Ugolino masticando el cogote del arzobispo, Satan con sus tres caras masticando a Judas, Bruto y Casio, todos ellos traidores, como Pier della Vigna…
»Les doy las gracias por su amable atencion.
Los eruditos aplaudieron con entusiasmo, a su manera floja y solemne, y el doctor Lecter se despidio de ellos