En el vestibulo, Krendler oyo la voz de Starling a sus espaldas:

– Saldre con usted, senor Krendler.

A Krendler lo esperaba un coche con conductor. Seguia estando en el nivel de transporte ejecutivo, pero se daba importancia con un Mercury Grand Marquis sedan.

– Aguarde un momento, senor Krendler -le dijo Starling antes de que subiera al coche.

Krendler se volvio sorprendido. Aquello podia ser el comienzo de algo. ?Una rendicion a reganadientes? La antena se le enderezo.

– Ahora estamos en plena calle -dijo Starling-. Sin chatarra que nos grabe, a no ser que la lleve usted.

Empezo a apoderarse de ella un impulso que no pudo resistir. Para trabajar entre los polvorientos papeles se habia puesto una camisa vaquera holgada sobre un top ajustado.

«No debiera hacerlo -se dijo-. Que se joda.»

Tiro de las presillas de la camisa hasta abrirla del todo.

– ?Lo ve?, yo no llevo microfonos -tampoco llevaba sujetador-. Es posible que esta sea la unica vez que hablemos en privado, y me gustaria hacerle una pregunta. Durante anos me he limitado a hacer mi trabajo y, en cuanto ha podido, usted me ha clavado una punalada por la espalda. ?Cual es su problema, senor Krendler?

– Le agradezco la sinceridad… Buscare un hueco en mi agenda si quiere revisar…

– ?Que le parece ahora mismo?

– Todo son figuraciones suyas, Starling.

– ?Es porque no quise salir con usted? ?Empezo esta mierda cuando le dije que volviera a casa con su mujer?

Krendler le echo otro vistazo. Desde luego, microfonos no llevaba.

– No sea tan creida, Starling… Esta ciudad esta llena de conejitos de granja.

Entro en el coche, se sento junto al conductor y dio unos golpecitos en el salpicadero. El cochazo se puso en marcha. Krendler movio los labios con los que hubiera querido decirle: «Conejitos de granja como tu». Tenia por delante, estaba convencido, un monton de discursos que pronunciar, y queria perfeccionar su karate verbal y adquirir el dominio de la pulla que va derecha a los titulares.

CAPITULO 50

– Te digo que podria funcionar -repitio Krendler frente a la susurrante oscuridad en que yacia Mason-. Hace diez anos hubiera sido imposible, pero hoy en dia puede barajar listas de clientes en el ordenador con una mano mientras se toca el chichi con la otra -aseguro, y se removio en el son bajo las brillantes luces de la zona de visitas.

Krendler veia la silueta de Margot recortada contra la pared del acuario. Ya se habia acostumbrado a decir obscenidades en su presencia, y le estaba cogiendo gusto. Hubiera apostado cualquier cosa a que a Margot le hubiera gustado tener polla. Le entraron ganas de decir «polla» delante de ella, y se le ocurrio una forma de hacerlo:

– Asi es como ha conseguido acotar el terreno y determinar las preferencias de Lecter. No me extranaria que supiera incluso a que lado se pone la polla el doctor.

– Tanta sabiduria me recuerda, Margot, que estamos haciendo esperar al doctor Doemling -dijo Mason.

El doctor Doemling habia hecho tiempo entre los animales de peluche de la sala de juegos. Mason lo veia por la pantalla de video examinando el suave escroto de la enorme jirafa, como habian hecho los Viggert con los del David. En el video parecia mucho mas pequeno que los juguetes, como si se hubiera comprimido, tal vez para abrirse paso como un gusano hacia una infancia mejor que la suya.

Visto a la luz de los focos, el psicologo era un individuo seco, extremadamente pulcro aunque cubierto de caspa, con el pelo peinado de un lado sobre el cuero cabelludo cubierto de pecas y un dije de los Phi Beta Kappa en la cadena del reloj. Se sento al otro lado de la mesa de cafe, frente a Krendler, que tuvo la impresion de que aquella no era la primera visita del doctor.

La manzana que estaba en su lado del frutero tenia un agujero de gusano. El doctor Doemling hizo girar el cuenco para que el agujero mirara hacia otro lado. Tras las gafas, sus ojos siguieron a Margot, que se acerco a por un par de nueces y volvio junto al acuario, con un grado de asombro que bordeaba la groseria.

– El doctor Doemling es catedratico de Psicologia en la Universidad Baylor. Ocupa la catedra Verger -explico Mason a Krendler-. Le he pedido que nos ilustre sobre el vinculo que podria haberse establecido entre el doctor Lecter y la agente especial Clarice Starling. Doctor…

Doemling miro hacia delante como si estuviera prestando testimonio en un tribunal y volvio la cabeza hacia Mason como si este fuera el jurado. Krendler reconocio las estudiadas maneras y la habil parcialidad del individuo acostumbrado a deponer como experto por dos mil dolares al dia.

– Como es logico, el senor Verger esta al tanto de mis cualificaciones. ?Desea usted conocerlas?

– No -dijo Krendler.

– He examinado las notas tomadas por la senorita Starling durante sus entrevistas con el doctor Lecter, las cartas que este le ha enviado y el material que ustedes me han proporcionado sobre los antecedentes de ambos - empezo Doemling.

Al oir aquello Krendler tuvo un sobresalto, pero Mason lo tranquilizo.

– El doctor Doemling ha firmado un compromiso de confidencialidad.

– Cordell pondra sus diapositivas en la pantalla cuando lo desee, doctor -dijo Margot.

– Antes de eso, quisiera hacer una pequena introduccion -Doemling consulto sus notas-. Sabemos que el doctor Lecter nacio en Lituania. Su padre tenia un titulo de conde que data del siglo X, y su madre procedia de una familia de la nobleza italiana, los Visconti. Durante la retirada alemana de Rusia, un grupo de panzers nazis bombardeo su propiedad proxima a Vilna desde la carretera y acabo con las vidas de sus padres y de la mayoria de la servidumbre. Despues de aquello, los ninos desaparecieron. Eran dos, Hannibal y su hermana. Desconocemos lo que ocurrio con la hermana. Lo que cuenta es que Lecter es huerfano, como Clarice Starling.

– Eso ya se lo conte yo -dijo Mason, que empezaba a impacientarse.

– Si, pero ?que conclusiones saco usted de esa informacion? -le replico Doemling-. Yo no propongo una especie de simpatia entre huerfanos, senor Verger. Esto no tiene nada que ver con la simpatia. La simpatia no viene a cuento y, en cuanto a la piedad, usted sabe mejor que nadie lo piadoso que llega a ser. Ahora prestenme atencion. Lo que la comun experiencia de la orfandad proporciona a Lecter es ni mas ni menos que una mayor capacidad para comprender a esa mujer y, en definitiva, para controlarla. Esto es una cuestion de control.

»La senorita Starling paso su infancia en instituciones publicas y, por lo que ustedes me han explicado, no parece mantener ninguna relacion estable con un hombre. Vive con una antigua companera de universidad, una joven afroamericana.

– Lo mas probable es que tengan un rollo -afirmo Krendler.

El doctor Doemling le lanzo una mirada tan elocuente que Krendler tuvo que mirar a otro lado.

– Nadie puede saber con certeza los autenticos motivos por los que dos personas viven juntas.

– Es uno de los misterios de que habla la Biblia -remacho Mason.

– Esa Starling tiene su aquel, si les gusta el trigo entero -apunto Margot.

– En mi opinion el atraido es Lecter, no ella -dijo Krendler- Ya la han visto, es fria como el hielo.

– ?Esta seguro, senor Krendler? -Margot parecia divertida.

– ?Crees que es lesbiana, Margot? -le pregunto Mason.

– ?Como quieres que lo sepa? Sea lo que sea, lo lleva como si fuera asunto suyo y de nadie mas, esa es la impresion que me dio. Creo que es fuerte, y que lleva puesta una mascara, pero el dia que la conoci no me parecio fria. No hablamos mucho, pero eso si me quedo claro. Entonces no necesitabas mi ayuda, ?verdad, Mason? Me echaste de la habitacion, ?te acuerdas? No estoy en absoluto de acuerdo en que sea fria. Las chicas con el aspecto de Starling necesitan mantener las distancias, porque siempre hay algun tonto del culo revoloteando a su alrededor.

Llegados a este punto Krendler tuvo la sensacion de que Margot lo miraba mas tiempo de lo normal, aunque solo podia distinguir la silueta de la mujer.

Resultaba curiosa la coleccion reunida en aquella habitacion: el tono cuidadosamente burocratico de Krendler;

Вы читаете Hannibal
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату