trampas. El respondio contando las del lado de Margot aun con mas cuidado.

Se tumbo en el banco y los ajustados pantalones de la mujer, de pie junto a su cabeza, quedaron a un palmo de su cara. La articulacion de los muslos con el abdomen formaba nudos como un marco barroco y el macizo torso parecia llegar casi al techo.

Barney se acomodo sintiendo el banco contra la espalda. Las piernas de Margot olian a linimento fresco y sus manos, con las unas pintadas de color coral, se posaban suavemente en la barra, bien torneadas a pesar de su fuerza.

– ?Listo?

– Si.

Barney empujo la barra hacia la cara de la mujer, inclinada sobre el. No tuvo que esforzarse demasiado. Dejo la barra un soporte mas arriba que el elegido por Margot. Ella saco el dinero de su bolsa de deporte.

– Gracias -le dijo Barney.

– Puedo hacer mas flexiones que tu -replico Margot.

– Ya lo se.

– ?No me crees?

– Si, pero yo puedo mear de pie.

El grueso cuello de la mujer se puso rojo.

– Yo tambien.

– ?Cien pavos? -propuso Barney.

– Hazme un combinado -le ordeno ella.

En el bar de zumos habia un frutero. Mientras Barney preparaba los combinados de fruta en la licuadora, Margot cogio dos nueces y las revento cerrando el puno.

– ?Eres capaz de romper una sola, sin nada contra lo que hacer presion? -le pregunto Barney, que rompio dos huevos contra el borde de la licuadora y los echo adentro.

– ?Y tu? -dijo Margot, y le tendio una nuez.

Barney se quedo mirando la nuez en su palma abierta.

– No lo se -despejo el trozo de barra que tenia delante y una naranja rodo por ella y cayo al suelo al lado de Margot-. Vaya, lo siento -se disculpo Barney.

Ella la recogio y volvio a ponerla en el frutero.

El enorme puno de Barney se cerro con fuerza sobre la nuez. La mirada de la mujer iba del puno al rostro de Barney, que tenia el cuello hinchado por el esfuerzo y la cara cada vez mas roja. Empezo a temblar y al cabo de unos segundos se oyo un debil crujido procedente del puno. Margot se quedo con la boca abierta mientras Barney acercaba el tembloroso puno a la licuadora. El crujido se oyo con mas fuerza. La yema y la clara de un huevo cayeron dentro de la licuadora con un ?plop! Barney pulso el interruptor y se lamio las yemas de los dedos. Margot se rio contra su voluntad.

Barney vertio los combinados en los vasos. Vistos desde el otro extremo del gimnasio hubieran parecido dos luchadores o dos levantadores de pesas de distintas categorias.

– A ti te gusta hacer todo lo que hacen los hombres, ?no? -le pregunto Barney.

– Menos las estupideces.

– ?Quieres que hagamos cosas de hombres juntos?

La sonrisa de Margot se esfumo.

– No tengo ganas de oir ningun chiste de pollas, Barney.

El hombre sacudio la cabezota.

– Tu ponme a prueba -dijo.

CAPITULO 57

En la «CASA DE HANNIBAL» el material recopilado sobre el doctor crecia conforme Clarice Starling se internaba a tientas por los vericuetos de sus gustos.

Rachel DuBerry era algo mayor que Lecter en la epoca en que habia actuado como activa mecenas de la Sinfonica de Baltimore, y muy hermosa, como Starling pudo comprobar en las fotografias de Vogue de aquellos anos. Eso habia sido dos maridos ricos atras. En la actualidad era la senora de Franz Rosencranz, de los famosos Textiles Rosencranz. Su secretaria para actividades sociales la puso con ella.

– Ahora me limito a mandar dinero a la orquesta, querida. Estamos fuera demasiado tiempo como para participar activamente -explico a Starling la senora Rosencranz, nacida DuBerry-. Si es algo relacionado con impuestos, puedo darle el numero de mis contables.

– Senora Rosencranz, cuando participaba en el patronato de la Sinfonica y de la Escuela Westover, conocio usted al doctor Hannibal Lecter, ?no es asi?

Un silencio prolongado.

– ?Senora Rosencranz?

– Me parece que es mejor que me de su numero y la llame a traves de la centralita del FBI.

– Como quiera.

Cuando se reanudo la conversacion, Rachel dijo:

– Si, tuve trato social con Hannibal Lecter hace anos y desde entonces la prensa se ha dedicado a acampar en mi cesped. Era un hombre con un encanto extraordinario, completamente fuera de lo habitual. De los que le ponen la piel de gallina a una chica, no se si me explico. Me costo anos creer lo que se contaba de el.

– ?Le hizo regalos en alguna ocasion, senora Rosencranz?

– Solia enviarme una nota el dia de mi cumpleanos, incluso despues de que lo detuvieran. A veces un regalo, antes de que lo condenaran. Tiene un gusto exquisito para los regalos.

– Y el doctor Lecter dio la famosa cena de cumpleanos en su honor. Con las cosechas de los vinos elegidas de acuerdo con la fecha de su nacimiento.

– Si -admitio ella-. Suzy la llamo la fiesta mas extraordinaria desde el baile en blanco y negro de Capote.

– Senora Rosencranz, si tuviera noticias suyas, ?podria llamar al numero del FBI que voy a darle? Querria preguntarle algo mas si no es molestia. ?Celebraba usted aniversarios especiales con el doctor Lecter? Y tambien tengo que preguntarle su fecha de nacimiento.

Al otro lado del telefono la temperatura habia bajado varios grados.

– Esa es una informacion que debe de ser facil conseguir.

– Si, senora Rosencranz, pero hay ciertas incoherencias entre las fechas de la seguridad social, de su partida de nacimiento y de su permiso de conducir. De hecho, ninguna de ellas coincide. Le pido que me disculpe, pero estamos controlando compras de articulos de lujo para los cumpleanos de personas relacionadas con el doctor Lecter.

– ?«Personas relacionadas»? De modo que eso es lo que soy ahora, que denominacion tan horrorosa -la senora Rosencranz rio entre dientes. Pertenecia a una generacion de cocteles y cigarrillos, y su voz era profunda-. Agente Starling, ?que edad tiene?

– Treinta y dos, senora Rosencranz. Cumplire treinta y tres dos dias antes de Navidad.

– Permitame que le diga, con la mejor intencion del mundo, que le deseo que cuente con al menos un par de «personas relacionadas» en su vida. Le aseguro que ayudan a matar el tiempo.

– Si, senora. ?La fecha de su nacimiento?

Al final la senora Rosencranz se digno a revelar la informacion correcta, que clasifico como «la fecha que conoce el doctor Lecter».

– Si no le molesta que se lo pregunte, senora, puedo entender que cambie el ano, pero ?por que cambiar el mes y el dia?

– Queria ser Virgo, porque es el signo mas compatible con el del senor Rosencranz. Por aquella epoca empezabamos a salir juntos.

La gente que habia conocido al doctor Lecter cuando vivia en una jaula lo veia de una forma un tanto diferente.

Starling habia liberado a Catherine, la hija de la ex senadora Ruth Martin, del infierno del sotano donde el

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