Documentacion? Ese servicio depende de la CIA. Preguntemosles quien les llamo la atencion sobre «Hannah».

– Estoy seguro de que el traductor estaba familiarizado con el expediente del caso.

– ?Tan familiarizado? Lo dudo mucho. Preguntemosle quien le sugirio que se fijara en eso. ?Como iba a saber yo que el doctor Lecter estaba en Florencia?

– Usted fue quien descubrio que habian entrado en el archivo VICAP de Lecter desde la Questura de Florencia -dijo Krendler-. El acceso se produjo varios dias antes del asesinato de Pazzi. No sabemos cuando lo descubrio usted. ?Por que iba la Questura de Florencia a interesarse por Lecter, si no?

– ?Y que razon iba a tener yo para avisar al doctor Lecter? Director Noonan, ?que tiene de particular este asunto para que lo lleve la Inspeccion General? Estoy dispuesta a hacer la prueba del poligrafo en cualquier momento. Traiganlo cuando quieran.

– Los italianos han presentado una protesta diplomatica por el intento de advertir a un conocido criminal mientras se encontraba en su pais -explico Noonan, e indico al individuo pelirrojo sentado a su lado-. Este es el senor Montenegro, de la Embajada de Italia.

– Buenos dias, caballero. ?Y como lo averiguaron los italianos? -pregunto Starling-. Supongo que no por los de Langley.

– La queja diplomatica ha lanzado la pelota a nuestro tejado -intervino Krendler antes de que Montenegro pudiera abrir la boca-. Queremos dejar esto aclarado a satisfaccion de las autoridades italianas, y a mi satisfaccion y la del inspector general, y lo queremos ya. Sera mejor para todos si estudiamos juntos los hechos. ?Que pasa con usted y el doctor Lecter, senorita Starling?

– Interrogue al doctor Lecter en varias ocasiones a las ordenes del jefe de seccion Crawford. Despues de la huida del doctor, he recibido dos cartas suyas en siete anos. Ambas estan en su poder -resumio Starling.

– De hecho, hay mas cosas en nuestro poder -dijo Krendler-. Conseguimos esto ayer. Que mas haya podido recibir, lo desconocemos.

Krendler se dio la vuelta para coger una caja de carton cubierta de sellos y maltratada por correos. Hizo como que se deleitaba con las fragancias que salian de la caja. Senalo la etiqueta de embarque con el dedo, sin molestarse en ensenarsela a Starling.

– Dirigida a usted en su domicilio de Arlington, agente especial Starling. Senor Montenegro, ?quiere decirnos que son estos articulos?

El diplomatico italiano removio los objetos envueltos en papel de seda haciendo destellar sus gemelos.

– Veamos, esto son lociones, sapone di mandarle, el famoso jabon de almendras de Santa Maria Novella, en Florencia, de la farmacia del convento, y algunos perfumes. Es el tipo de cosa que se regala la gente cuando esta enamorada.

– Han sido escaneados para comprobar las toxinas y los irritantes, ?no, Clint? -pregunto Noonan al anterior supervisor de Starling.

Pearsall parecia avergonzado.

– Si -respondio-. No tienen nada malo.

– Una prenda de amor -dijo Krendler con cierto regodeo-. Ahora vayamos a la epistola amorosa -desplego la hoja de pergamino y la sostuvo haciendo visible la foto de periodico de Starling en el cuerpo de la leona alada; luego, le dio la vuelta para leer la letra redonda del doctor Lecter-. «?Ha pensado alguna vez, Starling, en por que los filisteos no la comprenden? Porque es usted la respuesta al acertijo de Sanson: usted es la miel en la boca del leon.»

– Il miele dentro la leonessa, me gusta -dijo Montenegro, archivando la frase en la memoria por si se le presentaba la ocasion de usarla.

– ?Que le gusta? -se asombro Krendler.

Con un gesto de la mano, el italiano declino contestarle, al darse cuenta de que Krendler era incapaz de oir la musica de la metafora de Lecter, o de percibir las evocaciones tactiles del regalo.

– El inspector general quiere que demos prioridad a esta cuestion, a causa de las ramificaciones internacionales -dijo Krendler-. El camino que se siga, el que los cargos sean administrativos o criminales, depende de lo que descubramos en nuestras pesquisas. Si el asunto toma la via criminal, sera visto por la Seccion de Integridad Publica del Departamento de Justicia, que lo llevara a juicio. Se la informara con tiempo mas que suficiente para que se prepare. Director Noonan…

Noonan respiro hondo y se dispuso a asestar el mazazo.

– Clarice Starling, queda en suspension administrativa hasta el momento en que esta materia sea juzgada. Debera entregar sus armas y su identificacion del FBI. Se le revoca el acceso a cualquier dependencia del Bureau excepto a las publicas. Se la escoltara para salir del edificio. Por favor, entregue su arma reglamentaria e identificacion al agente especial Pearsall. Adelante.

Al acercarse a la mesa, Starling vio a los hombres por un momento como bolos en una partida de campeonato. Hubiera podido cargarse a los cuatro antes de que ninguno llegara a echar mano a su arma. El momento paso. Saco su 45 y miro fijamente a Krendler mientras dejaba caer el cargador en la palma de la mano, lo depositaba sobre la mesa y hacia saltar el cartucho de la recamara. Krendler lo cogio en el aire y lo apreto en la mano hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

La placa y la identificacion fueron detras.

– ?Tiene una segunda arma? -pregunto Krendler-. ?Y un rifle?

– ?Starling? -la urgio Noonan.

– Bajo llave en mi coche.

– ?Otro equipo tactico?

– Un casco y un chaleco.

– Oficial, recuperelos cuando acompane a la senorita Starling a su vehiculo -dijo Krendler-. ?Tiene un telefono celular cifrado?

– Si.

Krendler se volvio hacia Noonan con las cejas arqueadas.

– Devuelvalo tambien -dijo Noonan.

– Quiero decir algo, creo que estoy en mi derecho.

– Adelante -dijo Noonan mirandose el reloj.

– Esto es un montaje. Creo que Mason Verger intenta capturar al doctor Lecter por motivos personales. Creo que fracaso en Florencia. Creo que el senor Krendler puede estar actuando en combinacion con Verger y quiere que los esfuerzos del FBI contra el doctor Lecter beneficien a Verger. Creo que Paul Krendler, del Departamento de Justicia, esta obteniendo dinero de esto y que quiere destruirme para conseguir sus propositos. El senor Krendler se ha comportado conmigo de una forma impropia con anterioridad y esta actuando ahora movido por el despecho ademas de por intereses economicos. Esta misma semana me ha llamado «conejito de granja». Reto al senor Krendler a someterse conmigo a un detector de mentiras ante esta comision. Estoy a su disposicion. Podriamos hacerlo ahora mismo.

– Agente especial Starling, tiene usted suerte de no estar bajo juramento hoy… -empezo a decir Krendler.

– Pues tomemelo. Y jure usted tambien.

– Quiero asegurarle que, si no hay pruebas contra usted, tendra derecho a reincorporarse a su puesto sin que quede constancia alguna en su expediente -dijo Krendler con su tono mas amable-. Mientras tanto seguira cobrando su sueldo y disfrutando de sus beneficios sanitarios y de su seguro. El cese administrativo no es en si mismo punitivo, agente Starling, aproveche sus ventajas -continuo Krendler en un tono que se habia vuelto confidencial-. De hecho, si quisiera aprovechar este lapso para que le quitaran esa mancha de la cara, estoy seguro de que nuestros medicos…

– No es ninguna mancha -dijo Starling-. Es polvora. Aunque no me extrana que no sea capaz de reconocerla.

El policia federal esperaba con la mano tendida hacia ella.

– Lo siento, Starling -dijo Clint Pearsall, con el equipo de la agente en las manos.

Starling lo miro y el aparto la vista. Paul Krendler se le aproximo mientras los otros dejaban paso al diplomatico para que saliera en primer lugar. Krendler empezo a decir algo entre dientes, la frase que tenia preparada:

– Starling, eres muy mayor para seguir…

– Perdone.

Era Montenegro. El esbelto diplomatico se habia dado la vuelta y se acerco a ella.

Вы читаете Hannibal
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату