La carretilla se detuvo junto a la barrera. Mason dijo algo al doctor Lecter que Starling no pudo oir. Lecter no movio la cabeza ni mostro el menor signo de haber oido. Estaba mas alto que el mismo Fiero al volante del vehiculo. ?Miraba en direccion a Starling? Ella nunca lo sabria, porque habia empezado a avanzar a toda prisa a lo largo de la valla, a lo largo de un lado del granero, hasta encontrar la gran puerta de dos hojas por la que la furgoneta habia entrado marcha atras.

Carlo arrojo los pantalones rellenos por encima de la barrera. Los animales se abalanzaron sobre el incompleto maniqui. Desgarraban, grunian, tironeaban y rompian, sacaban pollos de los pantalones y hacian ondear las entranas sacudiendo las cabezas con violencia. Una melee de lomos erizados.

Carlo les habia preparado un aperitivo ligero, solo tres pollos y un poco de ensalada. En unos instantes habian hecho trizas los pantalones y con las fauces inundadas de saliva volvieron sus avidos ojillos hacia la barrera.

.Fiero hizo descender la horquilla hasta casi el nivel del suelo. La mitad superior de la puerta holandesa mantendria a los cerdos lejos de los puntos vitales del doctor Lecter, por el momento. Carlo le quito al doctor los zapatos y los calcetines.

– «Este cerdito lo encontroooo, este encendio el fueeeego, este lo vigiloooo -entono Mason desde la furgoneta-, este echo la saaaal y este tan gordito… ?se lo comiooooo!».

Starling se estaba acercando a ellos por detras. Todos miraban hacia el otro lado, hacia los cerdos. Paso la puerta de la guarnicioneria y avanzo hacia el centro del granero.

– No vayais a dejar que se desangre -dijo Cordell, que estaba limpiando la lente de Mason con un pano, desde la furgoneta-. Estad atentos para apretar los torniquetes cuando yo os diga.

– ?Unas palabras antes del espectaculo, doctor Lecter? -dijo la profunda voz de Mason.

La cuarenta y cinco retumbo dentro del granero y de inmediato se oyo la voz de Starling:

– ?Las manos arriba y quietas! Apaga el motor.

Fiero parecia no entender.

– Fermate il motore -dijo el doctor Lecter, siempre dispuesto a ayudar.

Ya solo se oian los apremiantes chillidos de la piara.

Starling no veia mas que un arma, en la cadera del hombre canoso de la estrella, inmovilizada en la pistolera por una correa de cuero de las que se desabrochan con el pulgar. «Lo primero de todo es hacer que se tumben», dijo la voz del instructor de la Academia en la mente de Starling.

Cordell se deslizo detras del volante con rapidez y la furgoneta se puso en marcha, con Mason gritando dentro. Starling empezo a girar, pero capto el movimiento del sujeto canoso con el rabillo del ojo, se volvio hacia el, que grito «?Policia!» y desenfundo, y le alcanzo dos veces en el pecho, que al instante vertio copiosos chorros de sangre.

La 357 de Mogli disparo dos veces contra el suelo, y el dio medio paso atras mirandose el pecho, con la insignia agujereada por el grueso proyectil del 45 que, desviado por ella, habia horadado el corazon al bies.

Luego se desplomo hacia atras y quedo inmovil en el suelo.

En la guarnicioneria, Tommaso habia oido los disparos. Empuno el rifle de aire comprimido y subio al pajar, se dejo caer sobre las rodillas en la paja suelta y gateo hacia el costado que dominaba el interior del granero.

– ?El siguiente! -amenazo Starling con un tono que no se conocia. Tenia que actuar deprisa para aprovechar el efecto de la muerte de Mogli-. Al suelo, con la cabeza hacia la pared. Tu, al suelo, con la cabeza hacia aqui. Hacia aqui.

– Girati dall'altra parte -explico el doctor Lecter desde la carretilla elevadora.

Carlo alzo la vista hacia Starling, comprendio que lo mataria y se quedo quieto en el suelo. Ella los esposo deprisa con una mano, con las cabezas apuntando en direcciones opuestas, la muneca de Carlo con el tobillo de Fiero y el otro tobillo de Fiero con la otra muneca de Carlo, sin dejar de apoyar el canon de la 45 en la oreja de este.

Se saco el punal de la bota y dio la vuelta a la carretilla elevadora para ponerse detras del doctor Lecter.

– Buenas noches, Clarice -dijo cuando pudo verla.

– ?Puede andar? ?Lo sostienen las piernas?

– Si.

– ?Puede ver?

– Si.

– Voy a cortar las cuerdas. Con el debido respeto, doctor, si intenta joderme le volare la tapa de los sesos aqui mismo. ?Lo ha entendido?

– Perfectamente.

– Sea bueno y no le pasara nada.

– Sigues hablando como una luterana.

Starling no habia dejado de ocuparse de las ligaduras. El punal estaba bien afilado. Se dio cuenta de que el filo dentado cortaba deprisa la resbaladiza cuerda nueva.

Lecter tenia el brazo derecho libre.

– Puedo hacer el resto si me das el punal.

Starling dudo. Retrocedio fuera del alcance de su brazo y se lo dio. Ahora tenia que vigilarlo a el y a los dos hombres tumbados en el suelo.

– Mi coche esta a unos doscientos metros en el camino forestal.

El doctor se habia soltado una pierna. A continuacion se puso a cortar la cuerda que retenia la otra, nudo a nudo.

– Cuando acabe de soltarse, no intente correr. No llegaria a la puerta -le dijo Starling-. Hay dos hombres esposados en el suelo detras de usted. Hagalos arrastrarse hasta la carretilla y esposelos a ella para que no puedan llegar a un telefono. Luego esposese usted con estas.

– ?Dos? -pregunto el-. Cuidado, tendria que haber tres.

Al tiempo que decia aquello el dardo disparado por el rifle de Tommaso trazo una linea plateada bajo los focos y se quedo vibrando en mitad de la espalda de Starling. Ella giro, ya un poco mareada y con la vision turbia, vislumbro el canon al borde del pajar y disparo, disparo, disparo… Tommaso rodo hacia el interior con las astillas clavandosele en el cuerpo, mientras el humo giraba a la luz de los focos. Starling disparo otra vez con la vista completamente oscurecida y se llevo la mano a la cadera intentando coger un cargador, aunque las piernas ya no la sostenian.

El alboroto parecia haber excitado aun mas a los cerdos, que viendo a los hombres en tan atractiva posicion chillaban y grunian empujando la barrera.

Starling se derrumbo de bruces y el cargador suelto cayo de la pistola y reboto contra el suelo. Carlo y Fiero levantaron las cabezas y empezaron a reptar unidos por las esposas, a arrastrarse torpemente como un murcielago enorme hacia el cadaver de Mogli, la pistola y las llaves de las esposas. Se oyo a Tommaso montar el rifle en el pajar. Le quedaba un dardo. Se levanto y se acerco al borde mirando por encima del canon, buscando al doctor Lecter al otro lado del carro elevador.

Tommaso avanzo a lo largo del borde del sobrado; en cuestion de segundos no quedaria ningun lugar donde esconderse.

El doctor Lecter cogio en brazos a Starling y retrocedio rapidamente hasta la portezuela holandesa procurando mantener el elevador entre ellos y Tommaso, que avanzaba con precaucion, vigilando sus pisadas por el borde del pajar. El sardo disparo el dardo, que, dirigido al pecho de Lecter, golpeo el hueso de la espinilla de Starling. El doctor Lecter tiro de los cerrojos de la puerta holandesa.

Fiero, frenetico, agarro la cadena con las llaves de Mogli, mientras Carlo reptaba hasta la pistola y los cerdos trotaban en desbandada hacia la pitanza que intentaba erguirse. Carlo consiguio disparar la 357 una vez y uno de los animales rodo por el suelo, pero los otros saltaron por encima de su companero sobre Carlo y Fiero, y sobre el cadaver de Mogli. Otros atravesaron el granero y se perdieron en la noche.

El doctor Lecter, llevando a Starling, estaba detras de la puerta holandesa cuando los cerdos pasaron como una exhalacion.

Resde el pajar, Tommaso podia ver el rostro de su hermano en medio de la piara; al cabo de unos segundos, solo fue una masa sanguinolenta. Dejo caer el rifle sobre el heno. El doctor Lecter, tieso como un bailarin y sosteniendo en sus brazos a Starling, salio de detras de la puerta y atraveso descalzo el granero, bordeando el mar de agitados lomos y chorros de sangre. Una pareja de grandes cochinos, uno de ellos la cerda prenada, cuadraron las patas y bajaron las testuces para embestirlo.

Вы читаете Hannibal
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ОБРАНЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату