– Esto es el, esto es todo lo que queda de el. A esto lo ha reducido el tiempo.
Starling miro los huesos. Se dio la vuelta y dejo el cuarto con viveza. No era una retirada, y Lecter no la siguio. Espero en la semioscuridad. No tenia miedo, pero la oyo volver con los oidos tan alerta como los de una cabra atada a una estaca. Algo metalico y brillante en la mano de la mujer. Una insignia, la placa de John Brigham. La puso sobre la sabana.
– ?Que te importa una insignia, Clarice? Le hiciste un agujero de bala a una en el granero.
– A el le importaba mas que ninguna otra cosa. Eso fue todo lo que aprendio.
La ultima palabra salio distorsionada de su boca, que se curvo hacia abajo. Cogio el craneo de su padre y se sento en la otra cama, mientras lagrimas calientes le afloraban a los ojos y resbalaban por las mejillas.
Como una criatura, cogio el faldon de su jersey, se lo llevo a la cara y sollozo; las amargas lagrimas golpeteaban en la parte superior del craneo, que reposaba en su regazo con el diente enfundado reluciendo.
– Quiero a mi papa, fue tan bueno conmigo como supo. Fue la mejor epoca de mi vida.
Y era cierto, no menos cierto que antes de que dejara fluir su colera.
Cuando el doctor Lecter le dio un panuelo de papel, se limito a cogerlo y apretarlo en el puno, y fue el quien le seco la cara.
– Clarice, voy a dejarte a solas con estos restos. Restos, Clarice. Si gritas tu dolor dentro de esas orbitas, no te contestara nadie -puso las manos sobre las sienes de Starling-. Lo que necesitas de tu padre esta aqui, en tu cabeza, y sometido a tu juicio, no al suyo. Ahora te dejare sola. ?Quieres que deje las velas?
– Si, por favor.
– Cuando salgas, trae solo lo que necesites.
La espero en la sala, ante el fuego. Paso el rato tocando su
Cuando se volvio, vio que su sonrisa era suave y triste, y que tenia las manos vacias.
El doctor Lecter siempre buscaba un patron.
Sabia que, como toda criatura sensible, a partir de sus experiencias tempranas Starling habia creado matrices, estructuras mediante las cuales comprendia las percepciones posteriores.
Cuando hablo con ella a traves de los barrotes de su celda del manicomio, hacia ya tantos anos, descubrio una de las mas importantes para Starling, la matanza de los corderos y los caballos en el rancho que fue su hogar adoptivo. El sufrimiento de aquellos animales la habia dejado marcada para siempre.
El aguijon que la habia estimulado durante su obsesiva y victoriosa persecucion de Jame Gumb no habia sido otro que el sufrimiento de su victima.
No era otro el motivo por el que lo habia salvado a el de la tortura.
Estupendo. Comportamiento segun un patron.
Buscando como siempre la reproduccion de roles, el doctor Lecter llego a la conclusion de que Starling habia visto en John Brigham las cualidades positivas de su padre; ademas de heredar las virtudes paternas, el infortunado Brigham habia sido investido con el tabu del incesto. Brigham, y probablemente Crawford, tenian los buenos atributos del padre. ?Donde estaban los malos?
El doctor Lecter buscaba el resto de aquella matriz partida. Mediante drogas y tecnicas de hipnosis elaboradas por su experiencia terapeutica, estaba descubriendo en la personalidad de la mujer nodulos duros y resistentes, como nudos en la madera, y antiguos resentimientos tan inflamables como la resina.
Dio con escenas de implacable brillantez, muy antiguas pero cuidadas con mimo y llenas de detalles, que hacian relampaguear una ira primaria a traves del cerebro de Starling, como rayos recorriendo la masa de cumulos que precede a una tormenta.
La mayor parte tenian que ver con Paul Krendler. El resentimiento por las injusticias reales que habia sufrido a manos de aquel individuo estaba cargado con la colera que sentia hacia su padre y que nunca podria reconocer. Nunca podria perdonarle que hubiera muerto. Habia abandonado a su familia, habia dejado de pelar naranjas en la cocina. Habia condenado a la madre al plumero y la fregona. Habia dejado de estrechar a Starling contra su pecho con su enorme corazon retumbando como el de
Krendler era el icono del fracaso y la frustracion. La persona mas a proposito para cargar con las culpas. Pero ?seria ella capaz de desafiarlo? ?O tenia Krendler, y cualquier otra autoridad o tabu, el poder suficiente para confinar a Starling en lo que el doctor Lecter consideraba una vida insignificante y falta de horizontes?
Pero habia un signo de esperanza. Aunque estaba marcada por la insignia, Clarice era capaz de agujerear una de un disparo y matar a su portador. ?Por que? Porque habia decidido actuar, habia identificado a quien la llevaba con un criminal y emitido la sentencia, sobreponiendose al tabu que la estigmatizaba. Flexibilidad potencial. La corteza cerebral gobernaba. ?Significaba aquello que dentro de Starling habia sitio para Mischa? ?O era tan solo una buena cualidad mas del sitio que Starling tendria que desalojar?
CAPITULO 96
Barney, de regreso a su apartamento de Baltimore, de vuelta a su rutinario trabajo en el Misericordia, tenia el turno de tres a once. Se detuvo para comer un plato de sopa en un bar que le cogia de camino y poco antes de medianoche entro en el apartamento y encendio la luz.
Ardelia Mapp estaba sentada a la mesa de la cocina. Apuntaba una pistola negra semiautomatica al centro de su rostro. Por la boca del canon, Barney calculo que se trataba de un calibre 40.
– Sientate, enfermera -le ordeno Mapp. Tenia la voz ronca y los ojos color naranja alrededor de las negras pupilas-. Pon una silla en aquel rincon, inclinala contra la pared y sientate.
Lo que mas lo asusto no fue el enorme quitapenas que empunaba, sino la otra pistola, posada en el tapete individual que la mujer tenia ante si. Era una Colt Woodsman 22 con una botella de plastico, como silenciador, sujeta al canon con cinta aislante.
La silla crujio bajo el peso de Barney.
– Si se parten las patas no vaya a dispararme, yo no tengo la culpa -le dijo.
– ?Sabes algo de Clarice Starling?
– No.
Mapp cogio la pistola de pequeno calibre.
– Mira, tio, no he venido aqui para jugar a medicos contigo. En cuanto me huela que me estas mintiendo, enfermera, te pinto la cocina de rojo, ?te enteras?
– Si -Barney se dio perfecta cuenta de que no fanfarroneaba.
– Voy a preguntartelo otra vez. ?Sabes algo que pudiera ayudarme a encontrar a Clarice Starling? En la oficina de correos aseguran que te mandaron la correspondencia a la choza de Mason durante un mes. ?Que cono significa eso, Barney?
– Trabaje alli. Cuidaba a Mason Verger, y tambien le conte lo que sabia sobre Lecter. No me gusto el sitio y me largue. Mason era bastante hijo de puta.
– Starling ha desaparecido.
– Lo se.
– Puede que se la llevara Lecter, o puede que se la comieran los cerdos. Si hubiera sido el, ?que le habria hecho?
– Voy a ser completamente sincero: no lo se. Ayudaria a Starling si pudiera. ?Por que no iba a hacerlo? A mi ella siempre me ha caido bien, y ademas iba a conseguir que borraran mis antecedentes. Busque en sus informes o en sus notas, o…
– Ya lo he hecho. Quiero que entiendas una cosa, Barney. Esta es una oferta unica. Si sabes algo, mas te vale que me lo digas ahora. Si descubro alguna vez, da igual dentro de cuanto tiempo, que te guardaste algo que podria haberme ayudado, volvere aqui y esta pistola sera lo ultimo que veas. Te la metere por tu asqueroso culo negro. ?Te has enterado?