estupido.

29

– ?Por que te detuvieron?

– Un traidor me vendio.

– ?Y tu traicionaste a alguien? ?Confiesa!

– Hace tiempo que el Partido examino mi pasado. Esta todo en orden.

– ?Quieres que te leamos un documento? – El viejo empezaba a inquietarse, dos veces seguidas un tic nervioso le estiro la piel bajo las bolsas de los ojos.

– ?Recuerdas haber dicho: «En el momento crucial de la salvacion nacional contra la rebelion comunista, no he estado suficientemente alerta, me he dejado llevar por las malas influencias y he tomado el camino equivocado»?

– ?No recuerdo haber dicho eso! -negaba el anciano energicamente; las gotas de sudor le caian sobre la nariz.

– Te lo advierto, lo que te acabamos de leer tan solo es el principio; ?quieres que te lea el resto?

– De verdad que ya no me acuerdo, de eso hace mas de veinte anos. -Su tono de voz se habia debilitado, apenas conseguia tragar saliva, la nuez le subia y bajaba a lo largo del cuello.

Agito unos documentos que tenia sobre la mesa. El papel que estaba asumiendo era desagradable, pero preferia ser el quien hiciera las preguntas y no estar en el lugar del interrogado.

– Esto es una copia, pero en el documento original figuran tu firma y la huella de tu pulgar, utilizabas tu nombre de antes, ya que te lo cambiaste poco despues. Esas cosas no se deben de olvidar facilmente, ?no?

El viejo no dijo nada.

– Todavia puedo leerte algunas frases para refrescarte la memoria. -Continuo leyendo-: «Suplico al gobierno que sea clemente conmigo. Garantizo por escrito que hare un informe inmediatamente si encuentro a gente cercana a los bandidos comunistas o a alguna persona sospechosa…». ?Eso no es traicion? ?Sabes como se las gastaba el Partido con los traidores como tu cuando estaba en la clandestinidad? -pregunto.

– Ya lo se, ya lo se -respondio rapidamente el anciano.

– ?Y entonces?

– Nunca he vendido a nadie…

Su craneo calvo tambien sudaba.

– Responde a la pregunta: ?Has traicionado al Partido, si o no?

– ?Levantate!

– ?Habla de pie!

– ?Di la verdad!

Le gritaron algunos rebeldes presentes.

– A mi… me soltaron bajo fianza…

El viejo se puso en pie, temblando, apenas se oia el hilo de voz que salia de su garganta.

– No te he preguntado como saliste. Si no te hubieras confesado ante el enemigo, ?como habrian podido dejarte salir? ?Acaso esto no fue una traicion?

– Pero yo… mas tarde volvi a recuperar el contacto con el Partido…

El lo interrumpio:

– En aquella epoca, el Partido clandestino no sabia nada de la confesion que hiciste.

– El Partido perdona, me perdono… -dijo el viejo con la cabeza gacha.

– ?Y tu? ?Tambien has perdonado? ?Has sido cruel cuando has reprimido a las personas, soltabas toda tu ira, no dejabas en paz ni a los que escribian su autocritica! Cuando dictabas las directivas para las celulas del Partido bajo tu control, decias que los expedientes no podian tener ningun fallo, no habia que darles ninguna posibilidad de revocar el veredicto. ?Lo has dicho o no?

– ?Confiesa! ?Lo has dicho, si o no? -gritaban los asistentes.

– Si, si, lo he dicho, me he equivocado.

El viejo prefirio reconocerlo, pues no era un error importante comparado con lo de traicionar al Partido.

– ?Te has equivocado? ?Y te quedas tan tranquilo? ?Has hecho que algunos se tiraran por la ventana y dices que te has equivocado! -dijo alguien golpeando sobre la mesa.

– Pero… no era yo, era un problema de ejecucion de ordenes…

– Eran tus propias ordenes, unas ordenes que habias dado personalmente: «Hay que relacionar los problemas que las personas tuvieron en el pasado con su actitud actual para llegar a poner las cosas en claro». ?Lo has dicho, si o no? -dijo un rebelde que no soltaba a su presa.

El anciano se mostro mas sumiso.

– Si, si, lo he dicho.

– ?Quien se ha opuesto al Partido? ?El traidor al Partido eres tu! ?Escribe todo eso! -grito el mismo rebelde.

– ?Como? -pregunto el viejo con un aspecto lamentable.

– ?Necesitas una secretaria para escribir? -se burlo uno.

Muchos se rieron; cada uno comentaba la escena, como cuando se ha pescado una buena pieza y se esta muy orgulloso. El viejo levanto furtivamente la cabeza, su cara tenia un color verdusco. Luego pregunto temblando, con el labio inferior muy palido:

– Yo… estoy enfermo del corazon…, ?puedo beber un poco de agua?

El le empujo por encima de la mesa un vaso de agua. El viejo saco de un bolsillo un pequeno frasco de medicamentos del que extrajo una pastilla que se trago de inmediato.

El anciano era mucho mayor que su padre. En aquel momento penso que no era bueno que tuviera una crisis cardiaca en plena sesion y dijo:

– Sientate y bebe; si no te encuentras bien, puedes tumbarte en el sofa.

El anciano lo miro con una expresion lastimera, pero no se atrevio a ir hasta el sofa, donde ya estaban sentadas varias personas. Al darse cuenta, el cambio de idea de repente y dijo:

– Escucha, manana por la manana tienes que traernos una confesion detallada en la que expongas como traicionaste al Partido, como fuiste arrestado, como conseguiste salir de la carcel, mencionando el nombre de los testigos. Explicaras tambien que confesion hiciste cuando estabas encerrado.

– De acuerdo, de acuerdo -dijo el viejo, apresurandose a inclinar el cuerpo.

– Puedes marcharte.

Nada mas salir el anciano, los rebeldes fueron a hablar con el tremendamente alterados.

– ?Creeis que puede huir habiendo un documento como este contra el? ?Nadie puede escapar de la dictadura del proletariado! No hagamos que el viejo tenga un infarto en publico -dijo con tanta conviccion como maldad.

– Puede que se suicide cuando llegue a su casa, ?no? -pregunto uno de los rebeldes.

– No creo que tenga tanto valor. Si no hubiera temido a la muerte, no habria firmado la confesion de entonces. Manana traera anotados todos sus crimenes, ?no creeis?

Los asistentes no supieron que decir. Detestaba con toda su alma a aquel viejo que solo tenia al Partido en la boca, y si sentia una cierta compasion se debia a que, despues de haber perdido su propia fe en el mito de la revolucion, tambien acabo con la leyenda fabricada por la grandiosa revolucion sobre el nuevo hombre provisto de una pureza absoluta. El viejo oculto durante mucho tiempo que habia firmado la confesion en la carcel enemiga y que se cambio de nombre, evitando asi las investigaciones, probablemente habia estado muerto de miedo durante todos estos anos, penso.

Como no estaba permitido cambiar de fe cuando se subia a bordo del barco del Partido, ?habria que seguir al Partido hasta el final? ?Y si no se tenia suficiente fe? ?Y si uno se saltaba esa unica opcion? ?Se podia vivir sin principios de base? Cuando tu madre te pario no tenias principios, ?por que ese ultimo vastago de esa familia abocada al declive no podia vivir fuera de los principios? ?No ser revolucionario era lo mismo que ser contrarrevolucionario? Si no servias a la revolucion, ?debias sufrir por ella? Si no morias por la revolucion, ?tenias

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