movilizacion para prepararse para la guerra numero uno», firmada por el vicecomandante en jefe Lin Biao, la dispersion de un gran numero de miembros del personal, acompanados de sus familias, significaba la puesta en marcha de una depuracion todavia mas radical. El ambiente de los ultimos meses, bastante tranquilo aunque algo pesado, estaba cambiando a toda velocidad; la hostilidad de los recien llegados reemplazaba la leve fraternidad que todavia quedaba. Se reorganizaban las antiguas companias, pelotones y escuadras, se reconstituian las celulas del Partido, la comision de control militar nombraba a los nuevos altos cargos desde Bei-jing. Tenia que encontrar un modo de evitar el cerco antes de que le llegara su turno. En plena noche, fue a escondidas a la cabeza de distrito para enviar un telegrama a su antiguo companero de instituto, Rong.

Dios aprieta pero no ahoga, o, mejor dicho, Dios se apiadaba de el y le daba una salida. Por la tarde, mientras los hombres estaban en los campos, se quedo solo en el dormitorio para escribir su confesion. Cuando pasaba alguien, fingia copiar las citas de Mao. Un cartero de la comuna popular llego en bicicleta gritando: «?Telegrama! ?Telegrama!».

Salio corriendo, era la respuesta de su amigo. El astuto de Rong firmo el telegrama con la direccion telegrafica de la estacion de tecnicas agricolas del distrito en el que trabajaba, y escribio el siguiente texto: «Conforme a lo estipulado en los documentos del Comite Central con respecto a los preparativos de guerra, hemos aceptado recibir al camarada Fulano para que se instale en la comuna popular de nuestro distrito. El interesado debera presentarse antes de fin de mes, de lo contrario no podra ser instalado».

Aprovechando que todo el mundo estaba trabajando en el campo, se presento en el despacho de direccion de la escuela, que se encontraba a unos cinco kilometros. La sala de dactilografia y del telefono estaba vacia. Dentro habia un pequeno cuarto del delegado Song, que le servia de despacho y de habitacion. La puerta estaba cerrada, pero se oia una respiracion que venia del interior.

– Informe para el delegado Song.

Era el reglamento militar, lo habia asimilado perfectamente. Al instante, el delegado Song salio. Su uniforme estaba impecable, pero no habia tenido tiempo de abrocharse el cuello.

– Se puede considerar, en cierto modo, que me he graduado en esta escuela de funcionarios. Espero que me expida el diploma.

Reflexiono durante todo el camino sobre lo que tenia que decir y pronuncio esas palabras con toda la tranquilidad que pudo, manteniendo una sonrisa en los labios.

– ?De que diploma estas hablando? -pregunto el delegado Song con cierta tosquedad.

El mantuvo su sonrisa y le tendio el telegrama con las dos manos. Song, que no conocia muchos caracteres, lo tomo con una mano e intento descifrarlo, tomandose todo su tiempo, luego levanto la cabeza y dejo de fruncir el ceno.

– De acuerdo -dijo-, corresponde a lo estipulado en los documentos. ?Tienes parientes alli?

«Apoyarse en los amigos y encontrar refugio en casa de los parientes», esa expresion la utilizo el delegado Song en el momento en que les transmitio la orden de movilizacion. El anadio de inmediato:

– Tengo amigos que han arreglado todo alli para que me pueda instalar definitivamente en el campo. En ese lugar podre recibir a fondo la reeducacion de los campesinos pobres y medios de la capa inferior y encontrar una campesina para no quedarme soltero toda mi vida.

– ?Ya has encontrado una? -pregunto el delegado Song.

El sintio en aquel hombre una cierta amistad, a menos que mera solo simpatia o comprension. Era del campo, alli se alisto y, poco a poco, paso de ser un simple soldado a convertirse en oficial de estado mayor en activo, despues de superar un gran numero de dificultades, mientras que su mujer y sus hijos permanecian en el campo. Tan solo tenia quince dias al ano para ir a verlos, y naturalmente debia pensar en las mujeres. La comision de control militar lo envio a controlar a aquel enorme grupo de hombres que habian venido para consagrarse al trabajo manual, lo que no era una tarea facil. El jefe adjunto de esta comision, el delegado Pang, encargado de la depuracion de las filas de clase, despues de asignar las tareas al secretario de celula del Partido de cada compania, habia regresado a Beijing dos dias antes. Realmente era una oportunidad caida del cielo, algo que nadie podia prever.

– Mis amigos me han hablado de una muchacha, si no voy, no puedo conocerla. No me gustaria perder esta oportunidad. De todos modos, el trabajo manual es igual en todos los lugares, pero si me caso, podre instalarme definitivamente.

Debia dirigirse al delegado Song, nacido y crecido en el campo, en unos terminos que pudiera entender perfectamente.

– Tienes razon, pero debes pensarlo bien, porque si te marchas, te retiraran la autorizacion de residir en Beijing…

Song ya no hablaba como un jefe, saco de un cajon un formulario oficial y le pidio que lo rellenara el mismo, luego grito hacia el cuarto:

– Xiao Liu, ponle un sello aqui y escribele a maquina este documento.

La joven recepcionista, que tambien hacia de mecanografa, salio. Parecia que acababa de peinarse; llevaba dos pequenas trenzas sujetas a ras de la cabeza con elasticos y las dos puntas hacia arriba. Abrio un cajon con una llave, saco un formulario y un sello, se sento frente a la maquina de escribir y fue golpeando un caracter tras otro del pesado teclado. Song verifico el texto que su secretaria acababa de escribir. El quiso adular al oficial:

– ?Soy el primer aprobado por el delegado Song!

– En estas putas tierras alcalinas no hay nada que crezca, aparte del viento de arena. No es como en mi region, todo lo que se planta crece. De todos modos, estemos donde estemos, lo que cuenta es el trabajo manual.

Al final, el delegado Song puso su sello rojo. Unos anos mas tarde, supo por un companero que trabajaba en la misma epoca que el en aquella escuela de funcionarios, que poco despues de su huida, el delegado Song fue sorprendido una noche en un campo, por un hombre que llevaba una linterna, cuando tenia el pantalon bajado para hacer lo que normalmente hacia con la recepcionista. De inmediato fue despedido, y volvio a reincorporarse a filas. Como el trigo que nace en esas tierras aridas, el tampoco llego muy alto.

En el camino que conducia a las viviendas, vio a lo lejos un tractor que labraba. Al verlo hizo un ademan de mano y grito:

– ?Hermano!

Tang ya no tenia el trabajo de mensajero que realizaba en la capital. Tambien habia ido a esa granja y conducia el tractor en el equipo mecanizado. Atraveso la tierra blanda y fangosa y llego hasta el vehiculo.

– ?Hola! -Tang habia levantado la mano para devolverle el saludo.

– Necesito que me eches una mano -dijo al llegar a su lado.

– En este momento cada cual es como el idolo de barro que atraviesa el rio, no puede salvarse ni a si mismo. ?Que ocurre? Dilo pronto, que no me vean hablar contigo, he oido que estas en el punto de mira de tu compania.

– Ya no. ?Me he graduado!

Tang paro el motor. El subio a la cabina y le mostro su carta oficial con el sello.

– ?No me lo puedo creer!

– Todo gracias al delegado Song -dijo el.

– ?Te acabas de librar de una buena, mejor que te largues a toda velocidad!

– Manana, a las cinco, ?podrias llevar mis maletas a la estacion de la cabeza de distrito?

– Bueno, entonces tendre que tomar el camion. El delegado Song lo ha aprobado, ?no es cierto?

– ?El mundo da unas vueltas increibles, no le digas nada de esto a nadie!

– ?Saldre con el camion! Si me preguntan adonde voy, les dire que vayan a ver al delegado Song, ?de acuerdo?

– Recuerda, manana por la manana, a las cinco. ?No te olvides! -dijo mientras saltaba de la cabina del tractor.

– Tocare el claxon cuando pase por el cruce de vuestro dormitorio, solo tendras que subir. No te preocupes, cuenta conmigo -dijo Tang golpeandose el pecho.

El tractor se alejo dando tumbos; el recorrio los cinco ultimos kilometros despacio, sin prisa, reflexionando sobre como pasaria esa ultima noche y como podria transportar lo mas rapidamente posible sus maletas y sus pesadas cajas de libros de madrugada. Cuando cayo la noche, despues de la cena, las personas empezaron a

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