juntarse alrededor de los pozos para sacar el agua para asearse. Solo entonces aparecio por el dormitorio. Tambien se lavo y aprovecho para arreglar sus cosas. Antes de meterse en la cama fue a la habitacion del secretario de celula del Partido de su compania, que acababa de recibir ese cargo de manos de la comision de control militar. Le enseno el documento oficial que probaba que iba a instalarse definitivamente en el campo. Sentado sobre un banco, el secretario se habia quitado los zapatos para lavarse los pies. El anuncio solemnemente, aunque con un cierto tono de broma, a los que estaban en aquella habitacion:

– El delegado Song me ha licenciado de esta escuela; me despido de vosotros, camaradas, no para siempre, supongo, pero me marcho primero. ?Voy a convertirme en un autentico campesino, completamente reformado!

Luego puso cara de que le habian encomendado una tarea dificil, como si su futuro no le pareciera muy alentador. El jefe no tuvo tiempo de reaccionar, no comprendia si se trataba de un castigo especial que le habian infligido. Se limito a decir: «Manana veremos».

?Manana?, penso el. No tenia ninguna intencion de esperar a que el jefe fuera a la direccion de la escuela y que entrara en contacto por telefono con la comision de control militar de Beijing; se marcharia mucho antes.

De nuevo en el dormitorio, con la luz ya apagada, se fue a tumbar a su cama completamente vestido. Durante la noche miro varias veces el reloj, sin distinguir las agujas en la oscuridad. Cuando creyo que estaba a punto de amanecer, se levanto, se apoyo contra la pared para ponerse los zapatos, pero no hizo de inmediato su cama. Si despertaba demasiado temprano a los otros ocupantes de la habitacion, el lacayo que vigilaba sus actos y gestos podia avisar al secretario de la celula del Partido de su compania.

Nadie tenia que saber que antes del alba se habia puesto en marcha. Escuchaba atentamente en la oscuridad si oia un claxon; entre el cruce y el dormitorio habia unos cincuenta o sesenta metros, el sonido no seria muy fuerte. Le silbaban los oidos, abria los ojos todo lo que podia, como si de ese modo escuchara mejor. Cuando oyera el claxon, liaria sus bartulos y despertaria a dos hombres para que le ayudaran a transportar las grandes cajas que habia dejado en la pared.

Dos bocinazos secos. Todavia estaba oscuro, se levanto de golpe, abrio la puerta sin ruido y corrio hacia el cruce.

– ?Ves como podias confiar en mi!

Tang encendio las luces y lo saludo con la mano. De inmediato, volvio corriendo al dormitorio y desperto a dos hombres que dormian en las literas de al lado.

– ?Te marchas? -preguntaron al levantarse.

– Si, voy a la estacion -dijo, recogiendo rapidamente su equipaje.

Unos minutos mas tarde, saltaba sobre el camion y decia adios con la mano a sus dos companeros que todavia no se habian despertado por completo. ?Adios, escuela de funcionarios del 7 de mayo, granja de reeducacion por el trabajo manual! ?Adios!

41

Se sentia totalmente vacio. Por la ventana contemplaba la gran llanura amarillenta y desertica y las ramas desnudas de los arboles que desfilaban a toda velocidad a lo largo de la via ferrea. Estaba agotado, no habia pegado ojo en toda la noche, pero no tenia ganas de dormir. Miro el paisaje, casi no se creia que habia conseguido escapar. Una vez que el tren franqueo el gran puente sobre el rio Amarillo, los campos empezaron a adquirir un color verde oscuro, el trigo que habia sobrevivido al invierno comenzaba a verdear. Al cabo de tres horas, despues de parar en varias estaciones, las ramas de los arboles se volvieron azules con tonos grisaceos, aparecieron algunas pequenas hojas verdes, y mas lejos todavia pudo ver como el viento hacia vibrar las hojas frescas y relucientes de los alamos. Llegaba la primavera. Te has salvado, penso.

Una vez paso el Yangzi, los campos adquirieron todo su verdor, en los espacios entre los retonos de los arrozales se reflejaba un cielo azul luminoso, un mundo real. Acabo relajandose y el sueno le vencio.

Luego subio a un autocar que fue traqueteando por las accidentadas carreteras de montana, balanceandose de un lado a otro como si el vehiculo fuera a romperse en cualquier momento. Por las ventanas se sucedian las montanas de color verde azulado, y en las matas de las laderas se distinguian las azaleas rojo sangre. Se sentia tan radiante como el paisaje.

En una pequena cabeza de distrito de aquella region montanosa, al final de una calle de adoquines de piedra oscuros, encontro la casa de Rong, una casa de adobe con el tejado de balago. Rong era un forastero en la region y salia adelante no sin dificultad, pero al menos tenia su propia casa y frente a la puerta habia un huerto rodeado de bambues, suficiente para provocar su admiracion. La mujer de Rong era de la comarca y trabajaba de vendedora en un bazar. Tenian un nino de unos meses que dormia en una cuna en la habitacion principal. En el patio entraban los agradables rayos del sol y una gallina acompanada de sus polluelos amarillos picoteaba el suelo. Estaba emocionado.

Mientras la mujer de Rong preparaba la cena en la cocina, este le preguntaba sobre su situacion personal y los acontecimientos que estaban teniendo lugar en la capital. Lo puso al corriente de lo que ocurria.

– ?Por que se pelean? -pregunto Rong-. Aqui estamos lejos del emperador; aun asi, los altos cargos del distrito se han peleado durante un tiempo, pero eso no ha afectado a los habitantes del pueblo.

El tenia ganas de charlar de cosas mas agradables.

– Rong, ?te acuerdas de cuando nos enviabamos cartas en las que divagabamos sobre la filosofia? Queriamos llegar hasta el fondo de las cosas para encontrar el verdadero sentido de la vida.

– Olvida la filosofia, no es mas que una fanfarronada -le corto Rong-, mi preocupacion actual es salir adelante con mi familia, en este tejado de balago hay goteras cuando llueve mucho; este invierno tendre que cambiar la paja, porque no puedo construirme una casa de ladrillo.

La tranquilidad y la indiferencia de Rong le hicieron volver a la realidad. Penso que tenia que vivir como el, con los pies en el suelo. Dijo:

– Me voy a instalar en uno de esos pueblos de montana.

– Piensalo bien -dijo Rong-, en esas montanas se puede entrar, pero luego ya no se puede salir. Siempre has tenido muchas ilusiones, deberias pensar muy bien lo que quieres.

Luego Rong le sugirio que fuera a un pueblo que tuviera electricidad y donde llegaran los autobuses, para que, si alguna vez se ponia enfermo, pudiera ir ese mismo dia al hospital del distrito.

Rong le aviso:

– Si quieres integrarte a la comunidad, debes tener buenas relaciones con los jefes locales y los funcionarios del pueblo. No menciones tus historias de Beijing, tampoco digas nada de eso a los funcionarios del distrito cuando te presentes a ellos.

– Ya lo se, ya no espero nada, tan solo he venido a buscar refugio. Espero encontrar una buena muchacha de aqui y formar una familia.

– No se si lo conseguiras -dijo Rong riendo.

La mujer de Rong le dijo entonces:

– No te preocupes, yo te encontrare una, es muy facil.

Pero Rong se volvio hacia su mujer y le dijo:

– ?Esta bromeando!

***

Le echo el ojo a una casa de adobe que estaba algo separada de las demas, al lado de la escuela de la pequena aldea. La acababan de construir los del equipo de produccion. El invierno pasado pusieron las tejas y los cabrios. Las paredes eran de planchas con piedras y barro, todavia no las habian encalado. El tejado estaba por terminar y, cuando llovia mucho, las gotas traspasaban los intersticios de las tejas. Aun no habia vivido nadie en aquella casa. Tapo las grietas de las paredes y los marcos de las puertas y de las ventanas con cal, luego pego papel blanco sobre los cristales. Despues monto una cama con una plancha de madera. Coloco algunos ladrillos en el suelo de arena para poner sus cajas de libros y las protegio con un plastico. Encima puso los palillos para comer, el tazon y los objetos personales que mas usaba. Coloco una tinaja de agua en la habitacion y mando

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