Sylvie le explica por que estais ahi y el viejo senala con el brazo:
– El Royal National Park es aqui, todo esto esta dentro del parque, ustedes, yo, el museo, todos estamos en el parque.
El tal «museo» que senala con la mano se refiere al viejo tranvia estacionado.
– ?Y la selva? ?La selva virgen? -pregunta Sylvie. Frente a ese hombre corpulento, Sylvie parece mas mujer, a pesar de llevar el pelo cortado como si fuera un chico.
– La selva esta por todos los lados… -dice el, senalando los bosques de eucaliptos que bordean la carretera.
Se te escapa una carcajada, ella te mira con rabia y pregunta al viejo:
– ?Por donde se puede entrar?
– Por donde quiera. Tambien pueden ir en tranvia, cinco dolares por persona, es la tarifa para los adultos.
– De acuerdo -dices sacando tu monedero del bolsillo-. ?El tranvia entra en la selva?
– Claro, es un billete de ida y vuelta, no tienen que pagarlo ahora. Si quedan satisfechos, pagan; si no, pueden volver a pie, no esta lejos.
El viejo tranvia se puso en marcha tras el pertinente tanido de la campana, que no debia de ser muy vieja, porque emitia un sonido bastante claro. Estas tan contento como los ninos que han subido al tranvia, pero Sylvie pone mala cara, aunque no tiene ninguna razon para estar enfadada. El tranvia entra en el bosque, eucaliptos, eucaliptos, eucaliptos de todas clases, no consigues diferenciarlos. Algunos tienen el tronco rojo oscuro, otros amarillo oscuro, otros acaban de perder la corteza, otros son totalmente negros, seguramente se han quemado hace poco, las ramas estan torcidas, las copas de los arboles parecen cabellos que se mueven por el viento, tienen un aspecto un tanto fantasmagorico. Un cuarto de hora mas tarde, llegais al final de la via.
– ?Has visto los canguros? -te mofas.
– ?Te estas riendo de mi? ?Te encontrare uno para pasartelo por las narices!
Ella baja del tranvia y se adentra en un pequeno sendero siguiendo la flecha que indica un punto de informacion. Tu te sientas al lado de la via. Bastante mas tarde, regresa cabizbaja, en la mano lleva unos folletos y dice que hay un atajo para ir al mar, pero que tendreis que andar durante varias horas. El sol ya esta llegando a la altura de los arboles, pronto seran las cuatro. Ella te mira sin saber que hacer.
– Bueno, volvamos por el mismo camino, al menos habremos visitado el museo del Tranvia -dices.
Volveis a marchar con el grupo de ninos, ella ya no te habla, como si te hubieras equivocado tu. Una vez en la estacion, volveis a tomar el tren hacia Sydney, ella se tumba en los asientos del compartimiento vacio. Al observar el mapa, te das cuenta de que estais a punto de pasar por una ciudad que se llama Cronulla y que esta al borde del mar. Le sugieres que bajeis inmediatamente del tren y haces que se levante.
Efectivamente, cerca de la estacion hay una playa. El sol de la tarde da un color azul oscuro al agua; grandes olas blancas como la nieve rompen en la orilla. Se pone el traje de bano, pero se le rompe un tirante. Parece afligida.
– Tenemos que encontrar una playa nudista -dices para reirte de ella.
– ?Deja ya de burlarte! ?No sabes vivir! -dice en tono de reproche y alzando la voz.
– ?Que hacemos entonces?
Sugieres que utilice el cordon de tu banador en lugar de su tirante.
– ?Y tu?
– Te esperare en la playa.
– No. ?Si tu no te banas, yo tampoco!
En realidad tiene muchas ganas, pero quiere mostrarse complaciente. Tienes una idea:
– Podemos utilizar un cordon de zapato.
– Buena idea, despues de todo no eres tan estupido como pareces.
Gracias al cordon, consigues cubrir sus senos; te besa rapidamente y corre hacia el mar. El agua esta helada. Cuando te llega a la altura de las rodillas, empiezas a tiritar.
– ?Esta helada!
Gritando, ella se tira de cabeza dentro de la espuma.
A lo lejos, en el extremo izquierdo de la bahia, mas alla de una roca, unos muchachos hacen surf. Mas lejos, el agua es profunda y oscura, las olas caen impetuosamente. El sol de la tarde esta oculto tras las nubes, la brisa marina te azota, hace todavia mas frio. Alrededor de vosotros, casi todos los banistas han salido del agua y los de la playa recogen sus cosas para marcharse.
Tu vuelves donde las tuyas y te pones una camisa, miras el mar, pero ya no ves su cabeza. Los surfistas han subido a una roca. Estas un poco inquieto; te pones de pie para mirar a lo lejos. Crees percibir un punto negro que aparece y desaparece en la espuma. Tienes la sensacion de que se aleja cada vez mas. Empiezas a tener miedo. Los reflejos sobre las olas se difuminan; el espacio entre el cielo y ese inmenso oceano Pacifico del hemisferio sur se pone cada vez mas oscuro.
Hace poco que la conoces y no la entiendes en absoluto. Solo habeis pasado algunas noches juntos. Cuando le dijiste que unos amigos te invitaban a dirigir los ensayos de tu obra, ella pidio vacaciones en su trabajo para poder acompanarte. No es una mujer facil; no sabes si la amas, pero te hechiza. Esta con varios hombres que solo son amigos, como ella misma dice. «?Amigos de sexo?», le preguntaste. Ella no lo niega, quiza sea por eso que te excita tanto. Te dice que todavia esta en contra del matrimonio; vivio varios anos con un hombre, despues se separaron, ahora ya no quiere pertenecer a ninguno. Dices que te parece muy bien. Ella dice que no es que no quiera tener una relacion estable, pero que para tener estabilidad los dos tienen que estar estables, lo que es muy dificil. Tu dices que estas de acuerdo con ella, que teneis muchas cosas en comun. Lo que quiere es una vida transparente, ya te lo dijo la primera vez que se acosto contigo, incluso te hablo de las relaciones que tuvo y de las que todavia mantenia. La honestidad en las relaciones entre un hombre y una mujer es lo mas importante. En eso tambien estas de acuerdo. Su honestidad es lo que mas te excita.
No se distingue casi nada a lo lejos; estas muy preocupado. Miras por toda la orilla para ver si encuentras un puesto de socorro. Entonces te das cuenta de que ha salido del agua algo mas alla. Al ver que estabas mirando en su direccion, se para; tiene la cara y la boca azules de frio.
– ?Que mirabas? -pregunta cuando llega a tu lado.
– Buscaba un socorrista.
– Una chica guapa, ?no? -bromea sin dejar de tiritar; tiene la piel de gallina.
– Es cierto que habia una rubia que estaba tomando el sol…
– ?Te gustan las rubias?
– Tambien las castanas.
– ?Cerdo!
Te ha insultado con dulzura, ries satisfecho.
Cenais en un pequeno restaurante italiano que tiene pintado en el escaparate un Papa Noel blanco. Unas guirnaldas verdes de papel que imitan las ramas de un pino cuelgan sobre las mesas; pronto sera Navidad, pero en el hemisferio sur esta a punto de entrar el verano.
– Estas pensando en otra cosa, salir contigo para divertirse no es facil -dice ella.
– ?Descansar no es tambien divertirse? Tampoco tenemos que estar haciendo siempre algo.
– En ese caso da igual que estes con una chica en particular, cualquiera te conviene, ?no es eso? -dice ella, mirandote a traves de su vaso.
– Me he asustado mucho, hace un rato, ?casi llamo a un socorrista! -dices.
– ?Era demasiado tarde! -dice ella, posando su vaso para acariciarte la mano-. ?Lo he hecho expresamente, queria que te asustaras! ?Eres un idiota, deja que te ensene a vivir!
– De acuerdo.
Aquella noche hiciste el amor con mucho impetu.
50
En el burgo cortaban la electricidad con mucha frecuencia. Tenia que encender la lampara de petroleo y