Asi te educo el secretario Lu, asi te educo tambien la vida, borrando de golpe la compasion, el sentido de la justicia, la indignacion y el impulso que provocaban en ti.

– ?Hemos bebido mucho! -dijo Lu-. Manana por la manana, cuando se te haya pasado la borrachera, vendras conmigo a dar una vuelta por la montana del sur. En la cima habia un templo que fue bombardeado por los aviones japoneses. Los japoneses no llegaron hasta aqui, se quedaron en la cabeza de distrito, mientras que los guerrilleros se refugiaron en las montanas. Solo pudieron destruir el templo. Lo construyo un monje despues de la derrota de los Taiping. La rebelion de los Taiping surgio del crecimiento de los bandidos, pero como finalmente no consiguieron resistir a la corte imperial, algun superviviente vino a refugiarse aqui despues de la derrota y se hizo monje. Solo queda una estela rota con una inscripcion incompleta, tendras que descifrarla.

48

El mundo cambia cuando se mira a traves de un objetivo. Las cosas mas feas pueden parecer magnificas. En aquella epoca, tenias una vieja camara fotografica y, durante aquellos anos que pasaste en el campo, la llevabas cada vez que ibas a la montana; era tu otro ojo. Has fotografiado los paisajes, la montana cubierta de bambues inclinados por el viento, esa ola verde esmeralda en forma de pluma que quedaba fija sobre el papel por el disparo del obturador. Por la noche revelabas las fotos en tu casa y, aunque perdieras los colores, las sombras y las luces del contraste entre el blanco y negro eran fascinantes; parecia un mundo de ensueno. Utilizabas carretes caducados, mas de doscientos metros de pelicula que compraste de saldo en un estudio cinematografico gracias a un amigo de Beijing; pagaste por todo treinta yuans, casi un regalo. Entonces solo se hacian documentales sobre las maravillas de la revolucion. En las imagenes que mostraban se tocaban gongs y tambores y todos bailaban en un gran entusiasmo general, el Gran Dirigente pasaba revista a las guardias rojas, la bomba atomica explotaba con exito, la anestesia con acupuntura resultaba muy eficaz, el pensamiento de Mao Ze-dong cosechaba nuevas victorias, a los enfermos se les hacia el trabajo ideologico antes de que les abrieran el pecho o el abdomen, a menos que se escalara el Everest y entonces la bandera roja flotara sobre el techo del mundo. Para todos aquellos documentales se utilizaba una pelicula de un tono mas o menos rojo, producto nacional. Tu preferias las fotos en blanco y negro, sin la confusion que traen los colores, y podias contemplarlas durante mucho tiempo sin que se te cansara la vista.

Te pasabas horas mirando aquellas casas de campo en blanco y negro, sus tejados de tejas grises, los estanques bajo la lluvia fina, y una gallina sobre un puente de madera. Te gustaba especialmente la fotografia de aquella gallina negra. Estaba delante de tu objetivo, levantando la cabeza para mirarlo despues de haber picoteado por el suelo, sin entender que era aquel juguete. Lo miraba con un ojo redondo de admiracion y su pupila mostraba una gran vivacidad. Lo observaba con detenimiento, con la cabeza levantada. En su mirada veias insondables sobrentendidos.

Tambien tenias una fotografia de unas ruinas que encontraste en un pueblo abandonado. La casa estaba llena de malas hierbas, el tejado hecho pedazos, ya no vivia nadie alli, solo habia escombros; no quedaba la menor huella del Gran Salto adelante. Aquel ano les obligaron a entregar todos los cereales que se cosecharon y el pueblo sufrio una hambruna que convirtio a sus habitantes en fantasmas, incluido el secretario de la celula del Partido. Quien hubiera podido imaginar que el Partido no solo se desentenderia por completo de la suerte de la poblacion, sino que llegaria incluso a colocar en la estacion de autobuses de la cabeza de distrito a algunos hombres armados para vigilar a los ciudadanos e impedir que se marcharan a mendigar. Ademas, la cantidad de cereales que tocaban por persona se racionaba en la ciudad, mendigando tampoco se habria conseguido gran cosa. Los ninos de cierta edad que vivian en aquellas montanas recordaban como intentaban calmar el hambre desenterrando raices de bejuco. Cuando se las comian, tenian que hacer sus necesidades con el culo a la vista de sus amigos, ayudandose mutuamente a deshollinarse el trasero con un palo. Las costras que formaba el bejuco eran tan duras como las piedras, lo que hacia que su evacuacion fuera extremadamente dolorosa. Te lo contaron tus alumnos. Por supuesto, eso no salia en tus fotos, pero la desolacion que se podia captar era esplendida. Fijando una imagen con el objetivo, podias transformar una situacion catastrofica en un simple paisaje.

Tambien hiciste una foto de dos chicas adorables; la mayor tenia dieciocho anos, la menor quince. La de dieciocho parecia pensativa y estaba ligeramente inclinada hacia un lado. Su padre era profesor en el colegio de la cabeza de distrito, su abuelo paterno era terrateniente, y antes de acabar sus estudios de secundaria la enviaron a instalarse en aquellas montanas. La menor estudiaba primer ciclo de secundaria, su padre trabajaba de optico en la capital de provincia. Naturalmente, no pudo tener a su lado a su hija. [26] En la fotografia, la joven levantaba la cara riendo de forma estupida, como si alguien le estuviera haciendo cosquillas. Llevaban en ese lugar mas de un ano. Cuando la escuela de la aldea volvio a funcionar, las instaron a ensenar, ya que no habia profesores, y, de este modo, se libraron de trabajar en los campos; era una forma de ocuparse de ellas. Cuando te oyeron decir que ibas a llevar a tus alumnos a recoger te, se entusiasmaron y te propusieron que se hospedaran en su escuela. Era lo ideal, habia dos aulas; en una dormirian los ninos, en la otra las ninas. Entre las dos habia una habitacion separada por un tabique de planchas; un lado lo utilizaban para preparar las clases, el otro tenia una cama de madera y hacia de dormitorio. Te propusieron que te quedaras alli cuando llegaras, ellas podian pasar la noche en la aldea. Es posible que antes de llegar al campo hubieran participado en la critica a los profesores de su colegio; sin embargo, al verte a ti, profesor de secundaria en el burgo, tenian la sensacion de encontrar a un pariente. Con mucho afecto, prepararon para ti carne salada hervida al vapor, unos huevos fritos y una sopa de brotes de bambu frescos. No dejaron de hablar mientras estabas con ellas. Entonces tomaste esta foto. No eran como las chicas de estas montanas, que huian nada mas ver una camara. Al contrario, se sentian comodas, incluso posaban, y apretaste el obturador justo en el momento en que la mas joven de las dos no pudo contenerse y se echo a reir. Despues, al revelar la fotografia, te diste cuenta de que la mayor evitaba mirar al objetivo y parecia muy triste, mientras que en la risa tonta de la otra se percibia un abandono que pocas veces se ve en una muchacha de su edad. Y todo eso teniendo de fondo un acantilado abrupto y bajo las gruesas ramas oscuras de un viejo arbol de torreya.

En la primavera, un hermoso dia de abril, cuando el campo empezaba a verdear -era casi la estacion en que se recogia el te-, subio a las montanas bordeando un barranco, alcanzo una cima y atraveso el arroyo por un pequeno puente hecho de troncos enteros. Sentia el agradable calor de los rayos del sol y le llegaba el dulce murmullo del agua. Por fin, llego a una plantacion de te y de bambu. Subio por una ladera para encontrar al encargado, que en ese momento estaba haciendo un reguero para plantar maiz. Le explico que queria traer a treinta alumnos del burgo a recoger te durante diez dias y que dormirian en la escuela primaria. Los alumnos traerian su propio arroz, pero la lena, las verduras, el aceite, la sal y el queso de soja los debian proporcionar los encargados de la plantacion. Los gastos totales se restarian de los salarios de los alumnos. Cuando regreso a la aldea, ya eran las cuatro de la tarde, y para volver al burgo tendria que ir de noche por la montana. Entonces las dos jovenes profesoras le pidieron que se quedara a dormir en la escuela.

En las montanas, la noche empieza temprano. Cuando el sol se escondio tras el acantilado, el campo de deportes de la escuela ya estaba oscuro. El caserio se cubrio de una bruma que subia del arroyo, y los hombres y las mujeres que trabajaban en las montanas volvieron a sus casas, con la azada al hombro. La aldea se animo. Los ladridos de los perros retumbaron y se mezclaron con el jaleo que armaban los hombres. Luego empezo a salir humo de las chimeneas de las casas.

Fuera habia mucha humedad. La chica mayor encendio la cocina de lena y se puso a hervir una olla de agua para que el se lavara. Habia caminado durante todo el dia por la montana; fue un placer poner los pies dentro de agua caliente. Enseguida sintio que se le iba el cansancio. La otra joven trajo el jabon. Sentadas bajo la lampara de petroleo, durante un rato estuvieron corrigiendo los deberes de sus alumnos, hasta que llegaron los del pueblo: hombres adultos, adolescentes y ninos. Los hombres se sentaron junto a la chimenea, mientras que los jovenes empezaron una partida de cartas alrededor de la mesa, bajo la lampara de petroleo. Las dos muchachas recogieron los cuadernos en una esquina. Habia algunas jovenes que ya estaban en edad de festejar; las que ya eran madres seguramente debian de estar en sus casas, ocupadas con sus tareas. Los ninos entraban y salian armando bastante alboroto, mientras que los hombres bromeaban con las muchachas, que, como casi todas las chicas de la montana, mostraban un gran desparpajo en esas ocasiones. Las dos jovenes que venian de la ciudad eran mucho mas recatadas y dulces, pero ya empezaban a abandonar el tono de buenas alumnas que empleaban con el, e incluso a veces se atrevian a soltar algunos tacos, sin perdonar a nadie. La escuela era el lugar de

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