– Sientese, por favor, senora. ?En que puedo servirla?
Miss Rose se sento en el borde de la silla que le ofrecia y no pudo articular palabra. Todo lo planeado se esfumo de su mente en un relampago de compasion absoluta por esa mujer, por Eliza y por ella, mientras le corrian las lagrimas como un rio, lavandole la cara y el alma. La madre de Joaquin Andieta, turbada, le tomo una mano entre las suyas.
– ?Que le pasa, senora? ?Puedo ayudarla?
Y entonces Miss Rose le conto a borbotones en su espanol de gringa que su unica hija habia desaparecido hacia mas de una semana, estaba enamorada de Joaquin, se habian conocido meses atras y desde entonces la muchacha no era la misma, andaba enardecida de amor, cualquiera podia verlo, menos ella que de tan egoista y distraida no se habia preocupado a tiempo y ahora era tarde porque los dos se habian fugado, Eliza habia arruinado su vida tal como ella arruino la suya. Y siguio enhebrando una cosa tras otras sin poder contenerse, hasta que le conto a esa extrana lo que nunca le habia dicho a nadie, le hablo de Karl Bretzner y sus amores huerfanos y los veinte anos transcurridos desde entonces en su corazon dormido y en su vientre deshabitado. Lloro a raudales las perdidas calladas a lo largo de su vida, las rabias ocultas por buena educacion, los secretos cargados a la espalda como hierros de preso para mantener las apariencias y la ardiente juventud malgastada por la simple mala suerte de haber nacido mujer. Y cuando por fin se le acabo el aire de los sollozos, se quedo alli sentada sin entender que le habia pasado ni de donde provenia ese diafano alivio que empezaba a embargarla.
– Tome un poco de te -dijo la madre de Joaquin Andieta despues de un larguisimo silencio, poniendole una taza desportillada en la mano.
– Por favor, se lo ruego, digame si Eliza y su hijo son amantes. ?No estoy loca, verdad? -murmuro Miss Rose.
– Puede ser, senora. Tambien Joaquin andaba desquiciado, pero nunca me dijo el nombre de la muchacha.
– Ayudeme, debo encontrar a Eliza…
– Se lo aseguro, ella no esta con Joaquin.
– ?Como puede saberlo?
– ?No dice que la nina desaparecio hace solo una semana? Mi hijo se fue en diciembre.
– ?Se fue, dice? ?Adonde?
– No lo se.
– La comprendo, senora. En su lugar yo tambien trataria de protegerlo. Se que su hijo tiene problemas con la justicia. Le doy mi palabra de honor que lo ayudare, mi hermano es el director de la 'Compania Britanica' y hara lo que yo le pida. No dire a nadie donde esta su hijo, solo quiero hablar con Eliza.
– Su hija y Joaquin no estan juntos, creame.
– Se que Eliza lo siguio.
– No puede haberlo seguido, senora. Mi hijo se fue a California.
El dia en que el capitan John Sommers regreso a Valparaiso con el 'Fortuna' cargado de hielo azul, encontro a sus hermanos esperandolo en el muelle, como siempre, pero le basto ver sus caras para comprender que algo muy grave habia sucedido. Rose estaba demacrada y apenas lo abrazo se echo a llorar sin control.
– Eliza ha desaparecido -le informo Jeremy con tanta ira que apenas podia modular las palabras.
Tan pronto como se encontraron solos, Rose le conto a John lo averiguado con la madre de Joaquin Andieta. En esos dias eternos esperando a su hermano favorito y tratando de atar cabos sueltos, se habia convencido de que la chica habia seguido a su amante a California, porque seguramente ella habria hecho lo mismo. John Sommers paso el dia siguiente indagando en el puerto y asi se entero que Eliza no habia adquirido un pasaje en barco alguno ni figuraba en las listas de viajeros, en cambio las autoridades habian registrado a un tal Joaquin Andieta, embarcado en diciembre. Supuso que la muchacha podria haberse cambiado el nombre para despistar y volvio a hacer el mismo recorrido con su descripcion detallada, mas nadie la habia visto. Una joven, casi una nina, viajando sola o acompanada solo por una india habria llamado de inmediato la atencion, le aseguraron; ademas, muy pocas mujeres iban a San Francisco, solo aquellas de vida liviana y de vez en cuando la esposa de un capitan o un comerciante.
– No puede haberse embarcado sin dejar huella, Rose -concluyo el capitan despues de un recuento minucioso de sus pesquisas.
– ?Y Andieta?
– Su madre no te mintio. Aparece su nombre en una lista.
– Se apropio de unos productos de la 'Compania Britanica'. Estoy segura que lo hizo solo porque no podia financiar el viaje de otro modo. Jeremy no sospecha que el ladron que anda buscando es el enamorado de Eliza y espero que no lo sepa nunca.
– ?No estas cansada de tantos secretos, Rose?
– ?Y que quieres que haga? Mi vida esta hecha de apariencias, no de verdades. Jeremy es como una piedra, lo conoces tan bien como yo. ?Que vamos a hacer respecto a la nina?
– Partire manana a California, el vapor ya esta cargado. Si alla hay tan pocas mujeres como dicen, sera facil dar con ella.
– ?Eso no es suficiente, John!
– ?Se te ocurre algo mejor?
Esa noche a la hora de la cena Miss Rose insistio una vez mas en la necesidad de movilizar todos los recursos disponibles para encontrar a la muchacha. Jeremy, quien se habia mantenido marginado de la frenetica actividad de su hermana, sin ofrecer un consejo o expresar sentimiento alguno, salvo fastidio por ser parte de un escandalo social, opino que Eliza no merecia tanto alboroto.
– Este clima de histeria es muy desagradable. Sugiero que se calmen. ?Para que la buscan? Aunque la encuentren, no volvera a pisar esta casa -anuncio.
– ?Eliza no significa nada para ti? -lo increpo Miss Rose.
– Ese no es el punto. Cometio una falta irrevocable y debe pagar las consecuencias.
– ?Como las he pagado yo durante casi veinte anos?
Un silencio helado cayo en el comedor. Nunca habian hablado abiertamente del pasado y Jeremy ni siquiera sabia si John estaba al tanto de lo ocurrido entre su hermana y el tenor vienes, porque el se habia cuidado bien de no decirselo.
– ?Que consecuencias, Rose? Fuiste perdonada y acogida. No tienes nada que reprocharme.
– ?Por que fuiste tan generoso conmigo y no puedes serlo tambien con Eliza?
– Porque eres mi hermana y mi deber es protegerte.
– ?Eliza es como mi hija, Jeremy!
– Pero no lo es. No tenemos obligacion alguna con ella: no pertenece a esta familia.
– ?Si pertenece! -grito Miss Rose.
– ?Basta! -interrumpio el capitan dando un punetazo sobre la mesa que hizo bailar los platos y las copas.
– Si pertenece, Jeremy. Eliza es de nuestra familia -repitio Miss Rose sollozando con la cara entre las manos-. Es hija de John…
Entonces Jeremy escucho de sus hermanos el secreto que habian guardado por dieciseis anos. Ese hombre de pocas palabras, tan controlado que parecia invulnerable a la emocion humana, exploto por primera vez y todo lo callado en cuarenta y seis anos de perfecta flema britanica salio a borbotones, ahogandolo en un torrente de reproches, de rabia y de humillacion, porque hay que ver que tonto he sido, Dios mio, viviendo bajo el mismo techo en un nido de mentiras sin sospecharlo, convencido que mis hermanos son gente decente y reina la confianza entre nosotros, cuando lo que hay es una costumbre de patranas, un habito de falsedades, quien sabe cuantas cosas mas me han ocultado sistematicamente, pero esto es el colmo, por que diablos no me lo dijeron, que he hecho para que me traten como a un monstruo, para merecer que me manipulen de este modo, para que se aprovecharan de mi generosidad y al mismo tiempo me desprecien, porque no puede llamarse otra cosa si no desprecio esta forma de enredarme en embustes y excluirme, solo me necesitan para pagar las cuentas, toda la vida habia sido igual, desde que eramos ninos ustedes se han burlado a mis espaldas…
Mudos, sin encontrar como justificarse, Rose y John, aguantaron el chapuzon y cuando a Jeremy se le agoto la cantaleta reino un silencio largo en el comedor. Los tres estaban extenuados. Por primera vez en sus vidas se