Rompehuesos, las chicas de Missouri y la bella mexicana. Sucumbieron con una cagantina repugnante, calenturas de fritanga y tiritones incontrolables, que en el caso de Babalu remecian la casa. Entonces se presento James Morton, vestido de domingo, a pedir formalmente la mano de Esther.

– Ay, hijo, no podias haber elegido un peor momento -suspiro la Rompehuesos pero estaba demasiado enferma para oponerse y dio su consentimiento entre lamentos.

Esther repartio sus cosas entre sus companeras, porque nada quiso llevar a su nueva vida, y se caso ese mismo dia sin muchas formalidades, escoltada por Tom Sin Tribu y Eliza, los unicos sanos de la compania. Una doble fila de sus antiguos clientes se formo a ambos lados de la calle cuando paso la pareja, disparando tiros al aire y vitoreandolos. Se instalo en la herreria, determinada a convertirla en hogar y a olvidar el pasado, pero se daba mana para acudir a diario a visitar la casa de Joe, llevando comida caliente y ropa limpia para los enfermos. Sobre Eliza y Tom Sin Tribu recayo la ingrata tarea de cuidar a los demas habitantes de la casa. El doctor del pueblo, un joven de Philadelphia que llevaba meses advirtiendo que el agua estaba contaminada con desperdicios de los mineros rio arriba sin que nadie le diera boleto, declaro el recinto de Joe en cuarentena. Las finanzas se fueron al diablo y no pasaron hambre gracias a Esther y los regalos anonimos que aparecian misteriosamente en la puerta: un saco de frijoles, unas libras de azucar, tabaco, bolsitas de oro en polvo, unos dolares de plata. Para ayudar a sus amigos, Eliza recurrio a lo aprendido de Mama Fresia en su infancia y de Tao Chi?en en Sacramento, hasta que por fin uno a uno fueron recuperandose, aunque anduvieron durante un buen tiempo trastablilleantes y confundidos. Babalu, el Malo, fue quien mas padecio, su corpachon de ciclope no estaba acostumbrado a la mala salud, adelgazo y las carnes le quedaron colgando de tal manera que hasta sus tatuajes perdieron la forma.

En esos dias salio en el periodico local una breve noticia sobre un bandido chileno o mexicano, no habia certeza, llamado Joaquin Murieta, quien estaba adquiriendo cierta fama a lo largo y ancho de la Veta Madre. Para entonces imperaba la violencia en la region del oro. Desilusionados al comprender que la fortuna subita, como un milagro de burla, solo habia tocado a muy pocos, los americanos acusaban a los extranjeros de codiciosos y de enriquecerse sin contribuir a la prosperidad del pais. El licor los enardecia y la impunidad para aplicar castigos a su amano les daba una sensacion irracional de poder. Jamas se condenaba a un yanqui por crimenes contra otras razas, peor aun, a menudo un reo blanco podia escoger su propio jurado. La hostilidad racial se convirtio en odio ciego. Los mexicanos no admitian la perdida de su territorio en la guerra ni aceptaban ser expulsados de sus ranchos o de las minas. Los chinos soportaban calladamente los abusos, no se iban y continuaban explotando el oro con ganancias de pulga, pero con tan infinita tenacidad que gramo a gramo amasaban riqueza. Millares de chilenos y peruanos, que habian sido los primeros en llegar cuando estallo la fiebre del oro, decidieron regresar a sus paises, porque no valia la pena perseguir sus suenos en tales condiciones. Ese ano 1850, la legislatura de California aprobo un impuesto a la mineria disenado para proteger a los blancos. Negros e indios quedaron fuera, a menos que trabajaran como esclavos, y los forasteros debian pagar veinte dolares y renovar el registro de su pertenencia mensualmente, lo cual en la practica resultaba imposible. No podian abandonar los placeres para viajar durante semanas a las ciudades a cumplir con la ley, pero si no lo hacian el 'sheriff' ocupaba la mina y la entregaba a un americano. Los encargados de hacer efectivas las medidas eran designados por el gobernador y cobraban sus sueldos del impuesto y las multas, metodo perfecto para estimular la corrupcion. La ley solo se aplicaba contra extranjeros de piel oscura, a pesar de que los mexicanos tenian derecho a la ciudadania americana, segun el tratado que puso fin a la guerra en 1848. Otro decreto acabo de rematarlos: la propiedad de sus ranchos, donde habian vivido por generaciones, debia ser ratificada por un tribunal en San Francisco. El procedimiento demoraba anos y costaba una fortuna, ademas los jueces y alguaciles eran a menudo los mismos que se habian apoderado de los predios. En vista de que la justicia no los amparaba, algunos se colocaron fuera de ella, asumiendo a fondo el papel de malhechores. Quienes antes se contentaban con robar ganado, ahora atacaban a mineros y viajeros solitarios. Ciertas bandas se hicieron celebres por su crueldad, no solo robaban a sus victimas, tambien se divertian torturandolas antes de asesinarlas. Se hablaba de un bandolero particularmente sanguinario, a quien se le atribuia, entre otros delitos, la muerte espantosa de dos jovenes americanos. Encontraron sus cuerpos atados a un arbol con huellas de haber sido usados como blanco para lanzar cuchillos; tambien les habian cortado la lengua, reventado los ojos y arrancado la piel antes de abandonarlos vivos para que murieran lentamente. Llamaban al criminal Jack Tres-Dedos y se decia que era la mano derecha de Joaquin Murieta.

Sin embargo, no todo era salvajismo, tambien se desarrollaban las ciudades y brotaban pueblos nuevos, se instalaban familias, nacian periodicos, companias de teatro y orquestas, construian bancos, escuelas y templos, trazaban caminos y mejoraban las comunicaciones. Habia servicio de diligencias y el correo se repartia con regularidad. Iban llegando mujeres y florecia una sociedad con aspiracion de orden y moral, ya no era la debacle de hombres solos y prostitutas del comienzo, se procuraba implantar la ley y volver a la civilizacion olvidada en el delirio del oro facil. Al pueblo le pusieron un nombre decoroso en una solemne ceremonia con banda de musica y desfile, a la cual asistio Joe Rompehuesos vestida de mujer por primera vez y respaldada por toda su compania. Las esposas recien llegadas hacian respingos ante las 'caras pintadas', pero como Joe y sus chicas habian salvado la vida de tantos durante la epidemia, pasaban por alto sus actividades. En cambio contra el otro burdel desataron una guerra inutil, porque todavia habia una mujer por cada nueve hombres. A fines del ano James Morton dio la bienvenida a cinco familias de cuaqueros, que cruzaron el continente en vagones tirados por bueyes y no venian por el oro, sino atraidos por la inmensidad de aquella tierra virgen. 97

Eliza ya no sabia que pista seguir. Joaquin Andieta se habia perdido en la confusion de esos tiempos y en su lugar comenzaba a perfilarse un bandido con la misma descripcion fisica y un nombre parecido, pero que a ella le resultaba imposible identificar con el noble joven a quien amaba. El autor de las cartas apasionadas, que guardaba como su unico tesoro, no podia ser el mismo a quien se atribuian crimenes tan feroces. El hombre de sus amores jamas se habria asociado con un desalmado como Jack Tres-Dedos, creia, pero la certeza se le hacia agua en las noches cuando Joaquin se le aparecia con mil mascaras diferentes, trayendole mensajes contradictorios. Despertaba temblando, acosada por los delirantes espectros de sus pesadillas. Ya no podia entrar y salir a voluntad de los suenos, como le habia ensenado en la infancia Mama Fresia, ni descifrar visiones y simbolos, que le quedaban rodando en la cabeza con una sonajera de piedras arrastradas por el rio. Escribia incansable en su diario con la esperanza de que al hacerlo las imagenes adquirieran algun significado. Releia las cartas de amor letra a letra, buscando signos aclaratorios, pero el resultado era solo mas perplejidad. Esas cartas constituian la unica prueba de la existencia de su amante y se aferraba a ellas para no trastornarse por completo. La tentacion de sumergirse en la apatia, como una forma de escapar al tormento de seguir buscando, solia ser irresistible. Dudaba de todo: de los abrazos en el cuarto de los armarios, de los meses enterrada en la bodega del barco, del nino que se le fue en sangre.

Fueron tantos los problemas financieros provocados por el casamiento de Esther con el herrero, que privo a la compania de un cuarto de sus ingresos de un solo golpe, y por las semanas que pasaron los demas postrados por la disenteria, que Joe estuvo a punto de perder la casita, pero la idea de ver a sus palomas trabajando para la competencia le daba infulas para seguir luchando contra la adversidad. Habian pasado por el infierno y ella no podia empujarlas de vuelta a esa vida, porque muy a pesar suyo, les habia tomado carino. Siempre se habia considerado un grave error de Dios, un hombre metido a la fuerza en un cuerpo de mujer, por lo mismo no entendia esa especie de instinto maternal que le habia brotado cuando menos le convenia. Cuidaba a Tom Sin Tribu celosamente, pero le gustaba senalar que lo hacia 'como un sargento'. Nada de mimos, no estaban en su caracter, y ademas el nino debia hacerse fuerte como sus antepasados; los melindres solo servian para jorobar la virilidad, advertia a Eliza cuando la encontraba con el chiquillo en los brazos contandole cuentos chilenos. Esa ternura nueva por sus palomas resultaba un serio inconveniente y para colmo ellas se daban cuenta y habian empezado a llamarla 'madre'. El apodo le reventaba, se los habia prohibido, pero no le hacian caso. 'Tenemos una relacion comercial, carajo. No puedo ser mas clara: mientras trabajen tendran ingresos, techo, comida y proteccion, pero el dia que se enfermen, se me pongan flojas o les salgan arrugas y canas ?adios! Nada mas facil que reemplazarlas, el mundo esta lleno de mujerzuelas', mascullaba. Y entonces, de repente, llegaba a enredarle la existencia ese sentimiento dulzon, que ninguna alcahueta en su sano juicio podia permitirse. 'Estas vainas te pasan por ser buena gente' se burlaba Babalu, el Malo. Y asi era, porque mientras ella habia gastado un tiempo precioso cuidando enfermos que ni siquiera conocia de nombre, la otra madame del pueblo no admitio a nadie con la peste cerca de su local. Joe estaba cada vez mas pobre, mientras la otra habia engordado, tenia el pelo tenido de rubio y un amante ruso diez anos mas joven, con musculos de atleta y un diamante incrustado en un diente, habia ampliado el negocio y los fines de semana los mineros se alineaban ante su puerta con el dinero en una

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