liquido ardiente. Tenia unas pestanas enormemente largas, falsas, por supuesto. Las actrices siempre llevan pestanas postizas.

— No.

— ?No lo diras a nadie?

— No.

— Es perto…

— Vaya, vaya — dije por decir algo_ Ella volvio a abrir los ojos.

— Te habia visto antes. Ibas con un anciano espantoso y luego volviste solo.

— Era el hijo de un joven colega mio — explique. «Lo comico del asunto es que es casi la verdad», pense para mis adentros.

— Llamas la atencion, ?lo sabes?

— ?Y que puedo hacer?

— No solo por tu altura. Tambien andas de un modo diferente, y te quedas mirando como si…

— ?Que?

— Como si debieras ser precavido.

— ?Por que?

No respondio. El color de su rostro experimento un cambio. Respiraba audiblemente y se contemplaba la mano. Las yemas de sus dedos temblaban.

— r-Ahora — dijo en voz baja, sonriendo, pero no a mi. Su sonrisa era como ausente, sus pupilas se ensanchaban tanto que el iris desaparecio. Se inclino lentamente hacia atras, hasta que quedo tendida sobre el divan gris. Sus cabellos cobrizos se soltaron, y su mirada era triunfante y a la vez entorpecida —, besame.

La abrace. Pero era espantoso: lo queria y no lo queria; tenia la sensacion de que ella no era la misma, como si pudiera transformarse en otra cosa en un momento dado. Ella hundio los dedos en mi cabello y su aliento, cuando cayo a un lado, parecia un gemido. «Uno de los dos es irreal — pense —, pero ?quien? ?ella o yo?» La bese, su rostro era dolorosamente hermoso, terriblemente extrano, y en seguida predomino el placer, imposible de frenar; pero incluso entonces segui siendo un observador frio y silencioso, y no me perdi del todo. El divan, obediente, casi leyendo nuestros pensamientos, se convirtio en apoyo para nuestras cabezas: era como la presencia de un tercero. Me sentia vigilado, y no intercambiamos ni una sola palabra. Me dormi sobre su cuello, todavia con la sensacion de que alguien nos contemplaba…

Cuando me desperte, ella dormia. Era otra habitacion. No, la misma, pero cambiada en cierto modo: una parte de la pared se habia desplazado y se veia el dia naciente. Sobre nosotros, como olvidada, lucia una esbelta lampara. Enfrente, sobre las copas de los arboles aun casi negras, el cielo se aclaraba. Con cuidado me traslade hasta el borde del divan. Ella murmuro algo parecido a «Alan» y siguio durmiendo. Atravese grandes salas vacias. Todas las ventanas daban al este. Entro un destello de sol y lleno todos los muebles transparentes, tembloroso como un fulgor de vino tinto. Vi a traves de la serie de habitaciones la silueta de un hombre; era un robot nacarado, sin rostro; su tronco brillaba debilmente, algo ardia en su interior, como una lamparilla ante la imagen de un santo; una pequena llama de color granate.

— Quiero salir de aqui — dije.

— Muy bien, senor.

Escaleras plateadas, verdes, azules. Me despedi de pronto de todos los rostros de Aen en el vestibulo de techo alto como el de una iglesia. Ya era de dia. El robot me abrio la puerta. Le ordene que me pidiera un glider.

— Muy bien, senor. ?Quiere utilizar el glider de la casa?

— De acuerdo. Quiero ir al hotel Alearon.

— Muy bien. Siempre a su servicio.

Alguien ya me lo habia dicho una vez. Pero ?quien? No podia acordarme.

Por una escalera empinada — para que nadie olvidase hasta el fin que esto era un palacio y no una casa corriente — bajamos los dos; a la luz del sol naciente me sente en el vehiculo.

Cuando partio, mire a mi alrededor. El robot seguia alli en su actitud respetuosa, algo parecido a una mantis con sus flacos brazos cruzados.

Las calles estaban casi vacias. Las villas descansaban en los jardines como barcos abandonados. O como si se hubieran posado por unos instantes entre los setos y arboles y plegado sus alas triangulares y multicolores.

En el centro habia mas gente. Casas, aguja, de puntas calentadas por el sol, casas, palmeras, casas gigantescas sobre pilares muy separados entre si; la calle pasaba por en medio y proseguia hacia el espacio azul; no mire mas lejos. En el hotel tome un bano y telefonee a la agencia de viajes. Reserve el ulder para las doce. Era divertido hacer estos encargos con tanta facilidad, teniendo en cuenta que no tenia la menor idea de que era un ulder.

Aun disponia de cuatro horas de tiempo. Llame al infor del hotel y pregunte acerca de los Bregg. Yo no tenia hermanos, pero el hermano de mi padre habia dejado dos hijos, un nino y una nina. Si estos ya no vivian, tal vez sus hijos…

El infor me encontro once personas apellidadas Bregg. Entonces quise saber su genealogia y resulto que solo una de ellas, Atal Bregg, pertenecia a mi familia. Era el nieto de mi tio, y ya no muy joven, pues casi tenia sesenta anos.

Ahora ya sabia lo que queria saber. Llegue incluso a levantar el auricular para llamarle, pero colgue de nuevo. ?Que iba a decirle? ?O el a mi? ?Como habia muerto mi padre? ?O mi madre? Yo habia muerto antes para ellos y como postumo no tenia el menor derecho a preguntar. Habria sido una verdadera perversidad, un engano. Solamente yo podia esconderme en el tiempo, que para mi era menos mortal que para ellos. Ellos me habian enterrado en las estrellas, no yo a ellos en la Tierra.

No obstante, descolgue el auricular. La senal fue larga. Por fin contesto el robot domestico y me dijo que Atal Bregg no se encontraba en la Tierra.

— ?Donde esta? — interrogue rapidamente.

— En la Luna. Se fue por cuatro dias. ?Que recado he de darle?

— ?Que hace? ?Cual es su profesion? — pregunte —. Porque no estoy seguro de que sea el caballero que busco, tal vez se trate de un error…

En cierto modo, a los robots era mas facil mentirles.

— Es psicopeda.

— Gracias. Volvere a llamar dentro de unos dias.

Colgue. En todo caso, no era astronauta; menos mal.

Llame de nuevo al infor del hotel y pregunte que clase de distraccion podian recomendarme para dos o tres horas.

— Le invitamos a nuestro realon — me dijo.

— ?Que se representa?

— La novia. Es el ultimo real de Aen Aenis.

Baje en el ascensor; estaba en la planta baja. La representacion ya habia comenzado, pero el robot de la entrada me dijo que no me habia perdido casi nada, solo unos minutos. Me guio en la oscuridad, extrajo de algun modo un asiento en forma de huevo, me aposento en el y desaparecio.

La primera impresion era parecida a la del teatro en las primeras filas, pero no del todo:

me hallaba en el escenario, tan cerca estaban los actores. Era como si pudiera alcanzarles con la mano. No habria podido acertarlo mas: se trataba de una pieza de mi tiempo, o sea de un drama historico; la epoca no estaba bien determinada, pero a juzgar por algunos detalles, la accion tenia lugar algunos anos despues de mi marcha.

Al principio me diverti con los trajes; la escenografia era naturalista y por ello me distraje encontrando una serie de anacronismos. El primer actor, un hombre muy guapo de cabellos oscuros, salia de su casa con frac — era por la manana — y se dirigia en coche a ver a su amada; llevaba incluso sombrero de copa, y de color gris, como un ingles acudiendo al Derby.

Entonces aparecio una romantica posada con un posadero imposible en la realidad, parecido a un pirata; el heroe se sento sobre los faldones del frac y bebio cerveza con una canita. Y asi continuo todo.

De repente deje de sonreir: Aen entro en escena. Iba vestida de un modo absurdo, pero esto ya no era tan

Вы читаете Retorno de las estrellas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату