setenta anos una mujer se marchara de casa dejando a su hijo en manos de su marido, pero hoy en dia eso no resulta nada extraordinario. No considero que una mujer pueda ser tachada de monstruo por abandonar a su familia -proteste.

– Son nuestras condiciones -insistio la anciana de gris.

– No me dan muchas opciones…

– Lo que le pedimos no es tan dificil…

– Bien, acepto, pero ahora me gustaria que ustedes respondieran a algunas preguntas. ?Que relacion tuvieron con Amelia Garayoa? ?La conocieron? Y por otro lado, ?quienes son ustedes? Ni siquiera se sus nombres… -dije en tono de protesta.

– Vera, joven, nosotras pertenecemos a una epoca en que la palabra dada tenia valor de ley; de manera que ?nos da su palabra de que acepta nuestras condiciones? -insistio la anciana de gris.

– Ya les he dicho que si.

– En cuanto a quienes somos… como usted ya habra intuido, somos familia directa de Amelia Garayoa y, por lo tanto, indirectamente familia de usted. En el pasado compartimos con ella sus inquietudes, sus decisiones, sus errores, sus penas… Se podria decir que somos las albaceas de su memoria. Su vida transcurrio paralela a la nuestra. Lo importante no es quienes somos nosotras sino quien fue ella, y le vamos a ayudar a que lo descubra - afirmo con rotundidad la anciana de negro.

– En cuanto a nuestros nombres… Llameme dona Laura y a ella -dijo la anciana de gris senalando a la otra anciana- dona Amelia.

– ?Amelia? -pregunte desconcertado.

– Ya le dijo mi sobrina que en nuestra familia hay muchas Amelias… -respondio dona Laura.

– ?Puedo saber por que esa aficion al nombre de Amelia?

– Antes era comun poner a las hijas el nombre de la madre, o el de la abuela, o el de la madrina, asi que en nuestra familia encontrara unas cuantas Amelias y Amelia Marias. Precisamente a mi hermana le pusieron Amelia Maria, aunque siempre la hemos llamado Melita para distinguirla de mi prima Amelia, ?verdad? -dijo dona Laura mirando a la otra anciana.

Por lo menos ya sabia como se llamaban las dos ancianas, que por lo que entendia eran hermanas.

– Perdonen que insista, pero me gustaria saber exactamente el grado de parentesco que tenian ustedes con mi bisabuela. Deduzco que eran sus primas…

– Si, y estabamos muy unidas, eso tengalo por seguro -respondio dona Laura.

– Bien, ahora que hemos llegado a un acuerdo, lo mejor es que usted se ponga a trabajar. Le vamos a entregar un diario, le servira para empezar a conocer a su bisabuela -afirmo la anciana de negro.

– ?Un diario? ?De Amelia? -dije extranado.

– Si, de Amelia. Lo empezo a escribir siendo una adolescente. Su madre se lo regalo cuando cumplio catorce anos, y ella estaba feliz, porque entre otras cosas, sonaba con ser escritora.

La anciana de negro sonreia mientras evocaba el recuerdo del diario de Amelia.

– ?Escritora? ?En aquella epoca? -pregunte yo con sorpresa.

– Joven, imagino que sabe que siempre ha habido mujeres que han escrito, y cuando se refiere a «aquella epoca» no lo haga como si fuera la Prehistoria -intervino dona Laura con aire de enfado.

– Entonces, Amelia, mi bisabuela, queria ser escritora…

– Y actriz, y pintora, y cantante… Tenia unas enormes ganas de vivir y cierto talento para el arte. El diario fue el mejor regalo de cuantos recibio en aquel cumpleanos -afirmo dona Melita-, pero ya le hemos dicho que tiene usted que ir descubriendola poco a poco. De manera que lea este diario, y cuando lo termine, venga a vernos y le indicaremos el siguiente paso.

– Si, pero antes de que lea el diario deberiamos de explicarle algo de como era la familia, como vivian… -indico dona Laura.

– Perdonen, para aclararme, ?usted es dona Laura y a usted debo llamarla dona Amelia Maria como a su sobrina nieta o dona Melita? -pregunte interrumpiendo a dona Laura.

– Como quiera, eso no es importante. Lo que queremos es que lea el diario -protesto dona Melita-. En cualquier caso, joven, la nuestra era una familia acomodada de empresarios e industriales. Gente educada y culta.

– Es necesario que pueda contextualizar lo que paso -insistio, irritada, dona Laura.

– No se preocupen, sabre hacerlo…

– Amelia nacio en 1917, un periodo convulso de la historia, el ano en que triunfo la Revolucion sovietica, cuando aun no habia terminado la Primera Guerra Mundial. En Espana habia un gobierno de concentracion, y reinaba Alfonso XIII.

– Si, se lo que sucedio en 1917… -Temia que dona Laura se empenara en darme una leccion de historia.

– Joven, no se impaciente, la vida de las personas tiene sentido si se explica en su contexto, de lo contrario es dificil que usted entienda nada. Como le decia, Amelia, y yo misma, crecimos en los anos de la dictadura de Primo de Rivera, asistimos a la victoria republicana en las elecciones municipales de 1931 con la consabida proclamacion de la Republica y la marcha de Alfonso XIII al exilio. Luego vinieron los gobiernos de centro-izquierda, y en 1932 la aprobacion del Estatuto de Cataluna, el intento de golpe de Estado de San Jurjo, en 1933 el triunfo de las derechas agrupadas en la CEDA, la huelga general revolucionaria de 1934…

– Me hago cargo de que vivieron momentos dificiles -dije intentando cortar el discurso de la anciana.

En ese momento entro en el salon Amelia Maria, la sobrina nieta de las dos ancianas. La verdad es que me hacia un lio con tanta Amelia. Apenas me miro, beso a sus tias y les pregunto que tal habian pasado el dia.

Despues de un intercambio de generalidades al que asisti atento y en silencio, Amelia Maria se digno hablarme.

– Y a usted, ?como le va?

– Bien, y muy agradecido por la decision de sus tias de ayudarme. He aceptado todas sus condiciones -respondi con cierta ironia.

– Estupendo, y ahora, si le parece, mis tias deberian descansar, el ama de llaves me ha dicho que lleva usted aqui mas de dos horas.

Me fastidio la manera expeditiva de echarme, pero no me atrevi a contrariarla. Me levante e incline la cabeza ante las dos ancianas. Fue en ese momento cuando dona Melita me tendio dos cuadernos con tapas de tela de color cereza, desgastadas por el paso del tiempo.

– Estos son dos de los diarios de Amelia -me explico mientras me los entregaba-. Tratelos con mucho cuidado, y en cuanto los lea, venga a vernos.

– Asi lo hare, y, repito, muchas gracias.

Sali de la casa exhausto, y no sabia por que. Aquellas ancianas, a pesar de su aparente imperturbabilidad, me transmitian una tension extrana, y en cuanto a su sobrina nieta, Amelia Maria, no disimulaba su animadversion hacia mi, seguramente por su convencimiento de que estaba perturbando la tranquilidad de sus tias.

Cuando llegue a mi apartamento, apague el telefono movil para no tener que responder a ninguna llamada. Estaba ansioso por enfrascarme en la lectura de los diarios de mi bisabuela.

3

« ?Soy feliz! La fiesta de mi cumpleanos ha sido un exito. Mama es unica cuando organiza festejos, y ademas me ha hecho el mejor regalo: este diario. Papa me ha regalado una pluma y mi hermana, unos guantes. Pero ademas de estos he tenido otros muchos regalos, de los abuelos, de los tios, y mis amigas tambien han sido muy generosas.

Mi abuela Margot ha insistido a papa para que Antonietta y yo vayamos a pasar con ella el verano a Biarritz. ?Me encantaria! Sobre todo porque me ha dicho que tambien ha invitado a Laura, que es mi prima favorita. No es que me lleve mal con mi hermana Antonietta, pero tengo tanta confianza con Laura…

Laura dice que tenemos mucha suerte de tener una abuela francesa, porque a ella le divierte tanto como a mi pasar el verano en Biarritz. Yo creo que la suerte es tener una familia como la nuestra. Tiemblo al pensar que hubiera podido nacer en otra familia. Papa le ha dicho a la abuela que iremos a pasar parte de las vacaciones con

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