una buena doncella, y que se lo debemos al ama Amaya por habernos cuidado tan bien a Antonietta y a mi. Al principio se ha resistido, pero luego ha aceptado, y me ha dado una gran alegria porque me ha dicho que pondra a Edurne a ocuparse de Antonietta y de mi.

Papa ha regresado preocupado de Alemania, nos ha hablado del nuevo canciller, se llama Adolfo Hitler. Segun papa, Hitler hace unos discursos que encienden a la gente, pero a mi padre le inquieta, no se fia de el. Seguramente es porque a Hitler no le gustan los judios y el socio de papa, herr Itzhak Wassermann, es judio. Al parecer, los judios han empezado a tener problemas. Papa le ha ofrecido a herr Itzhak que se establezca en Espana, pero el hombre asegura que es un buen aleman y no debe temer nada. Herr Itzhak esta casado y tiene tres hijas, son muy simpaticas, Yla es de mi edad. Han pasado algunos veranos con nosotras en la casa de Biarritz, y Antonietta y yo tambien hemos ido invitadas a su casa en Berlin. Espero que a ese Hitler se le pase su aversion por los judios. Despues de Laura, Yla es mi mejor amiga.»

«Mis padres han regresado y hemos ido a San Sebastian. Estabamos invitados a merendar en casa de un amigo de papa, es un dirigente del PNV, y papa y el se han pasado la tarde hablando de politica.

Mi padre ha dicho que de seguir las cosas tan revueltas, el presidente Alcala Zamora terminara convocando elecciones anticipadas. Papa ha explicado que las derechas estan asustadas por las decisiones que toma el gobierno, y las izquierdas creen que no se estan llevando a cabo las transformaciones sociales que esperaban.

No me he movido en toda la tarde para escuchar a mi padre, y eso que mama y nuestra anfitriona han insistido para que charlara con ellas en otro salon, pero me interesaba mas lo que hablaban mi padre y su amigo. No entiendo mucho, pero me gusta la politica.»«Amaya tiene una amiga de la infancia casada con un pescador. Es una suerte, porque algun sabado nos invitan a salir en el barco. Es pequeno, pero el marido de la amiga del ama Amaya lo maneja con destreza. Llevamos bocadillos y comemos en alta mar. Nos reimos mucho porque siempre nos metemos en aguas francesas. Pero es que en el mar no hay fronteras. El pescador nos ha ensenado a Aitor y a mi a llevar el barco. Su hijo Patxi, que es de la edad de Aitor, es pescador como el, y le acompana todos los dias cuando sale a pescar al amanecer. Creo que si no estudiara me gustaria ser pescadora. ?Me siento tan bien en el mar!»

Llevaba toda la manana leyendo el segundo diario de mi bisabuela y debo confesar que este segundo relato me entretenia mas que el primero. Por el diario supe que Amelia estuvo viviendo en el caserio de su ama casi seis meses antes de ser dada de alta, y aunque tenia muchos deseos de regresar a su casa, le costo decir adios a Aitor.

El joven le hablaba de politica, intentaba contagiarle con entusiasmo su amor por la «patria vasca», le hablaba de un pasado idilico y de un futuro en que los vascos tendrian su propio Estado.

A mi bisabuela tanto le daba lo que fuera del Pais Vasco; a ella lo que le importaba era la compania de Aitor.

«No ha sido facil despedirnos. Aitor ha pedido el dia libre y lo hemos pasado andando por el monte. Ya conozco cuatro senderos distintos para entrar en Francia; alguno de estos senderos los utilizan los contrabandistas. Pero aqui todos se conocen y nadie denuncia a sus vecinos hagan lo que hagan.

Me pregunto si regresare pronto y, sobre todo, que hara Aitor ahora que me marcho. Supongo que conocera a alguna chica y se casara, es lo que esperan sus abuelos. Lo han educado para que se haga cargo del caserio.

Aunque el no lo dice, lo que de verdad le gustaria es dedicarse a la politica; cada dia esta mas metido en las cosas de su partido, y sus jefes tienen confianza en el.

Hace unos dias acompane a Amaya y a Edurne a San Sebastian, fuimos a hacer algunas compras y luego pasamos por la sede del PNV donde Aitor trabaja. Amaya se sintio muy orgullosa al ver la consideracion que todos tienen por su hijo, sus jefes lo elogiaron mucho, y dijeron que tiene un gran porvenir.

Me alegro por el, pero… bueno, lo confesare: se que yo no estare en ese porvenir, y eso me duele.»«Me voy manana temprano. Aitor nos llevara a la estacion de San Sebastian.

Amaya esta triste. Si por ella fuera se quedaria en el caserio, pero dice que tiene que seguir trabajando para ayudar a sus padres y a sus hijos. Suena con que Aitor se haga politico y que Edurne encaje con nuestra familia y se quede como doncella, pero entonces, ?quien se haria cargo del caserio? Creo que lo que Amaya quiere es que Edurne ocupe su lugar y ser ella quien regrese junto a sus padres.

Los abuelos de Aitor nunca han salido de estas montanas, lo mas lejos que han ido es a San Sebastian. Dicen que no tienen interes en conocer nada, que todo su mundo esta aqui y que este es el mejor de los mundos.

Papa suele decir que hay dos clases de vascos, los que salen a conquistar el mundo y los que creen que no hay mundo detras de las montanas. El es de los primeros; los abuelos de Aitor, de los segundos. Pero son buenas personas. Al principio me parecian adustos y reservados; eso es porque desconfian de los que venimos de fuera. Sin embargo, cuando vencen su timidez, te das cuenta de que son muy sentimentales.

Algunas noches, despues de la cena, nos sentabamos junto a la chimenea y el abuelo cantaba canciones que al principio yo no entendia, pero que imaginaba nostalgicas. Ahora yo tambien las se cantar, y se que papa se va a sorprender cuando me escuche hablar en vasco.

Se acaban las paginas del diario, no se si volvere a escribir otro. Ya lo he dicho: manana regreso a casa, y creo que durante mi estancia aqui me he hecho mayor. Me siento como si tuviera mil anos.»Cumpli con lo pactado y telefonee a las ancianas para decirles que ya habia leido los dos diarios y preguntarles cuando podia visitarlas de nuevo. Pensaba en que podian haberme preparado para continuar mi «aprendizaje» sobre la vida de mi bisabuela.

No pude hablar con ellas directamente, pero el ama de llaves me cito para tres dias despues. Decidi dedicar ese tiempo a esbozar el primer relato de la vida de mi bisabuela, aunque, hasta el momento no habia encontrado nada extraordinario.

Dona Melita y dona Laura se asemejaban a dos estatuas. Siempre sentadas en los mismos sillones, pulcramente vestidas de negro y de gris, peinadas con mono, con perlas o brillantes en las orejas y una aparente fragilidad que no se correspondia con el vigor con que me manipulaban.

Aquel dia estaban acompanadas por otra mujer tan anciana como ellas. Pense que era una amiga o algun familiar. No me la presentaron, pero me acerque a ella para estrecharle la mano, y la senti temblorosa.

La mujer, tambien vestida de negro, pero con el rostro mas arrugado, y sin joya alguna, parecia nerviosa. Pense que era mayor que dona Laura y dona Melita, si es que aun se puede ser mas mayor una vez cumplidos los noventa.

Observe que dona Melita le cogia la mano con afecto y se la apretaba como intentando darle animos.

Me preguntaron por los diarios, que les entregue sin demora, querian saber que pensaba de Amelia.

– Pues la verdad es que no me parece nada especial, supongo que era la tipica chica de familia acomodada de aquella epoca.

– ?Nada mas? -quiso saber dona Melita.

– Nada mas -respondi pensando que se me podia haber escapado, que fuera especial, de aquellos dos relatos juveniles.

– Bien, ahora ya tiene una idea de como era Amelia en la adolescencia, y ha llegado el momento de que sepa como y porque se caso -explico dona Laura al tiempo que miraba de reojo a dona Melita-. Y lo mejor es que se lo cuente alguien que estuvo viviendo con ella, sin despegarse de su lado, durante unos anos cruciales en su vida. Alguien que la llego a conocer muy bien -continuo diciendo dona Laura mientras miraba a la anciana que no me habian presentado y que ademas no habia despegado los labios-. Edurne, este es el bisnieto de Amelia y don Santiago -dijo dona Laura dirigiendose a la anciana.

Me sobresalte. ?Edurne? ?Seria la Edurne hija del ama, de Amaya? Me dije que no era posible tanta suerte.

La anciana a la que llamaban Edurne clavo sus ojos cansados en los mios y lei en ellos cierto temor. Se la notaba incomoda. Su aspecto era mortecino, como de alguien que, ademas de tener muchos anos, estuviera enferma.

– ?Usted es la hija del ama, de Amaya? -le pregunte, ansioso por escuchar su respuesta.

– Si -murmuro.

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